40

399 38 3
                                    

Su hermosa cabellera rubia ya no llegaba hasta sus anchos hombros. El corte lo hacía lucir un poco menor, pero más peligroso, ya que no existían mechones que ocultaran la cicatriz de su rostro.

- Te cortaste el cabello. - Comento para acabar con el incómodo silencio.

- Lo dices como si no me quedara. -

Sabe que es atractivo.

- Tú te lo estas dejando crecer. - Asiento con la cabeza.

Otra cosa que no me permitía en Cordialidad.

- ¿Lo conocías? -

Asiento lentamente con la cabeza, acerco más mi espalda a la pared.

- Solo hablamos una vez. - Paso mi mano por las arrugas de la sábana que me cubre medio cuerpo. - Fue en la ceremonia. -

Otro silencio incómodo comienza a tomar forma.

- Tus amigas te trajeron un pedazo de torta, mientras dormías. - Dice deshaciéndose de su postura cabizbaja.

Eso solo confirma que, si ellas lo saben, mejor dicho, si Christina lo sabe, todos ya deben estar enterados. A ella todavía se le dificulta mantener en silencio algunos secretos, solo algunos.

- ¿Ellas lo saben? - La preocupación en mi tono de voz es notoria.

- No. - Su respuesta es corta, pero suficiente para calmarme. - Tu novio se encargó. -

Evito su mirada.

¿Ha conversado con Eric?

¿Eric ha venido a verme?

El ansiar verlo supera el sentirme avergonzada porque tal vez Shawn este decepcionado de mis acciones.

El rubio ingresa a la habitación como si hubiera podido leer mi mente.

Me levanto de la camilla para correr hacia sus brazos, Eric me recibe gustoso. Coloco mi cabeza sobre su pecho, rodea mi cintura con firmeza, pero toma con delicadeza mi cabeza.

No era consciente de la necesidad de calidez que me brindaba su cuerpo, hasta ahora.

- ¿Dónde estabas? - Susurro.

No hay respuesta de su parte por un breve momento.

- Calmando la situación. - Dice. - Antes de permitirle el acceso, tu insoportable amiga por poco y arma un motín para saber tu estado. - Trato de ocultar la sonrisa debido a que Christina sigue sin ser del agrado del rubio.

Coloca en casto beso sobre mis labios, estos forman una línea recta debido a la situación, sin embargo, también me permite saborear el dulzor de los suyos, una casi tan deleitante como la torta de chocolate.

Me separo y volteo hacia Shawn.

- ¿Dónde está mi pedazo de torta? - Le pregunto recordando su comentario.

- Me lo comí. - Dice volviendo a sentarse despreocupadamente. - Te demorabas en despertar. - Da una rápida vista hacia el largo mueble al costado de la puesta.

¿Está intentando bromear?

Si es así, le sale pésimo.

Miro hacia lo que captó su atención, un plato; con nada más que migajas; descansa sobre la esquina cercana a la puerta.

- Vamos, que sea mi recompensa. -

¿Recompensa?

- Por ser tu salvador. - La mano de Eric se entrelaza con la mía.

Me toma unos escasos segundos, pero logro entenderlo.

Salvó dos veces mi vida y algo en mi interior me asegura que existirán más rescates, sin embargo, confío en Eric, a pesar de sus omisiones; las cuales él no considera que sean mentiras. Creo que un gesto de unión es necesario, es lo que las parejas hacen.

Es algo que Eric merece de mi parte.

- Gracias. - Me acerco más al líder.

Asiente con la cabeza, deja su asiento y camina en dirección a la puerta de la enfermería.

Voltea una última vez.

- Ten cuidado. - Me mira fijamente. - Trata de que no se divierta demasiado contigo, puede que sea de los que se aburren rápido. -

Se retira dejándonos solos.

Para el líder, lo que acaba de decir Shawn no es más que una acusación hacia su pasado mujeriego, pero para mí es un abismo sin fin.

Una caída en picada.

"A ellos les divierte cazarnos."

- Ya recogí tus cosas. - Comenta ignorando lo sucedido. - Deberíamos irnos. -

- ¿En qué facción naciste? -

- ¿A qué viene esa pregunta? -

Supuse que el papel de líder sería demandante, por ello los libros, las reuniones y su intromisión en los entrenamientos de los traslados. Y aunque siempre existía la probabilidad de que Erudición sea su facción de origen, la esperanza de que esto no sea así permanecía hasta que este tema de conversación se diera de manera natural.

- Responde. - Demando una respuesta.

- Erudición. -

No solo era eso, era un caza divergentes erudito trasladado a Osadía.

Su respuesta me hace sentir fuera de mí, sensación recurrente por un tiempo en mi infancia.

Repito, es como si algo o alguien intentara burlarse de mí y de mis intentos de encontrar un hogar, reírse con sorna del pensamiento de que soy yo quien elige cada decisión o simplemente opto por no hacerlo.

Y en caso de no ser así.

Otra vez lo hice mal.

- ¿Por qué te interesa mi facción de origen? - Coloca la ropa con la que llegué en una bolsa de lavandería. - La llevaré al incinerador. -

- Mostrabas interés por el mío. - Digo con una ligera sonrisa falsa.

Una cuerda alrededor de mi cuello.

Una "X" en mi cabeza.

Las lágrimas se acumulan, un simple pestañeo las hará caer.

El rubio voltea debido a mi silencio, se acerca preocupado hacia mí y toma mi cabeza entre sus grandes y frías manos.

Intenta acariciarme con las yemas de sus dedos, pero estos toques son ásperos.

Esparce la primera gota.

- Estoy aquí. - Susurra, reconfortándome. - Contigo, siempre lo estaré. -

- ¿Seguro, comelibros? - El apodo le genera una risa genuina.

- Por supuesto, mi hermosa. -

- Mi apodo me hace sentir mal. -

- ¿Por qué? ¿Acaso no lo eres? -

No le he mostrado interés a lo que las personas creían de mi físico, pues el ser percibida como poco cordial era lo primordial y algo que buscaba evitar.

Sin embargo, que Eric me diga hermosa hace que revoloteen gigantescas mariposas en mi estómago, incluso en este momento, su presencia minimiza mi preocupación.

- Nunca vuelvas a dejarme. - Lo miro fijamente.

- Lo entiendes, ese se ha vuelto un miedo más. - Por la forma en la que lo dice, me hace entender que él se siente culpable por lo sucedido en el baño de los traslados.

Pues yo no lo haré, porque ya es muy tarde.

Lo quiero.

Lo quiero y creo que él también me quiere.

SIN EDITAR

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora