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Quiero demostrarle que yo también puedo lograr que alcance un orgasmo.

Permanece parado en el extremo de su cama, con la poca fuerza que me queda gateo hasta él.

De rodillas a el rubio y con la mirada hacia arriba, pasa su mano derecha lentamente desde mi cabello hasta mi cuello.

- Llevas tiempo en Osadía, pero tu mirada sigue siendo cordial. -

- ¿Te desagrada? -

- Me excita. - Su confesión me anima a continuar.

Mis manos no dudan en deshacerme de la única prenda que lo cubre, su miembro erecto roza mi mentón. Tal vez no debí proponerme una meta desconociendo su tamaño.

Cuando vi a la pelirroja realizarle una mamada al líder, mi prioridad fue huir, no mirar detalladamente el acto, sin embargo, el recuerdo de ellos solía atormentarme hace poco.

Lamo mis labios ante el fallido intento de rodear la base con una mano.

Noto que las venas que lo recorren se hacen más notorias.

Uso mi otra mano para rodearlo por completo, creyendo que de esta manera luciría menos intimidante, pero sucede lo contrario.

- En otra oportunidad veremos lo que puedes hacer con tu boca. - Me levanta tomándome de los antebrazos.

El líquido preseminal de su miembro es untado en la piel de mi abdomen bajo, debido a los pocos centímetros que nos separa.

Coloca mis brazos sobre sus hombros y me apoyo en estos para rodear su cintura con mis piernas. Se recuesta sobre su desalineada cama, conmigo encima suyo.

- Móntame. - Ordena tomándome de la cadera para hacer fricción en nuestras partes.

Un suspiro escapa ante el contacto.

- Hazlo, Kate. -

Su demanda me hace creer que su necesidad es igual o mayor que la mía. Y eso me hace sentir malditamente mejor.

Mis manos recorren su marcado torso, se tensa bajo mi toque.

- Pídemelo. -

Me he negado ante la idea de que Eric haya sido traslado, pero la duda se instalaba cada vez que no actuaba completamente como un osado, las diferencias existen, al igual que sucede con Cuatro.

Siempre queda rastro de lo que fuimos.

Además, su habitación podría confirmarme el origen del rubio, o simplemente demostrar lo ávido lector que es.

- Móntame. - Repite en tono ronco.

- Si mi mirada sigue siendo cordial, es posible que también obedezca si me lo pides con amabilidad. - Digo haciendo movimientos circulares.

- Kate, por favor, móntame. - Al escucharlo suplicar por primera vez, nace el anhelo de que esta no sea la única ocasión.

Me apoyo en su abdomen para colocarme en cuclillas, su miembro manchado de mi clímax queda a mi plena vista.

Bajo una mano para ubicarlo a centímetros de mi orificio vaginal, muerdo mi labio inferior al sentirlo como lentamente se introduce.

Apenas voy la mitad y la sensación de no poder recibir más aumenta.

Vuelvo la mirada a los azulados ojos de Eric, él acerca una mano a mi rostro y coloca un mechón rebelde detrás de mi oreja.

Su agarre en mi cadera me empuja delicadamente hacia abajo, hasta sentir en mis pantorrillas la suavidad de la tela de sus sábanas.

El calor me inunda principalmente por tenerlo por completo en mi interior, y no sólo es por la vergüenza que la intensidad de mi sonrojo quema mis mejillas.

- Eric - Susurro su nombre.

Sus dedos se hunden en mi piel, pidiéndome que me mantenga así por unos segundos, cosa que hago mientras me acerco a su rostro.

La corta distancia me facilitaría besarlo si lo deseara, la cual era mi verdadera intención, pero el olor a sexo que desprendemos me distrae, este es una perfecta combinación de nuestros aromas.

- ¿Aparte de la mirada cordial, te atrae algo más de otras facciones? -

- No me excita la mirada cordial, me excita la tuya. - Subo hasta la corona de su miembro.

- ¿Qué más? - Digo con voz entrecortada al volver a sentirlo incluso más profundo.

- Kate. - Gime.

Mi nombre suena mejor en su boca, estimulándome a aumentar el ritmo.

- Tus caderas - La presión ejercida por sus manos en mi piel no se afloja. - Tus labios. Los hoyuelos que se te marcan cuando sonríes. - Su aliento me eriza. - Tu cabello cuando no lo amarras. -

¿Entonces por qué me regaló el carmín de terciopelo negro?

- Pero nada supera la manera en la que gritas de placer mi nombre. -

Su agarre facilita que pueda mover mi cuerpo a su voluntad, por lo que los siguientes movimientos los dirige él.

No me ha confesado su amor, cosa que no esperaba. Solo fue sincero con su atracción hacia mí.

Su dedo pulgar juguetea con mi clítoris aún adolorido por el placer.

- Sí - Susurro cerca de su oreja. - Eric. -

Sin previo aviso, detiene mi cuerpo a cortos centímetros de ya no sentirlo en mi interior.

- Y la sorprendente manera en la que logras que confiese, como ahora. - Miro sus labios unos segundos.

No puedo decir con sinceridad que me sentí atraída por Eric desde el primer momento en el que se presentó en la azotea, y tal vez mi habilidad Cordial de mentir para mantener la paz se haga presente si el líder desea escuchar que su sentimiento es correspondido.

Me he sentido atraída hacia dos personas, la primera fue un adolescente erudito que vi en una de las tantas entregas de alimentos; y la última fue Hideaki; un traslado de Erudición.

Lo beso.

De pronto, la fuerza de sus embestidas me deja sin aliento, me siento al borde de un precipicio cuando los movimientos circulares en mi clítoris no se detienen, siendo este el detonante de mi cercano orgasmo.

- Eric. - Gimo. - Voy a... voy a venir... - Me interrumpe con un salvaje beso que contiene nuestros gemidos.

Una ola de calor se acumula en mi vientre por unos segundos, después se extiende por todo mi cuerpo causando que me tense.

El placer llega con la pérdida de control, por lo que se me complica no caer por completo sobre Eric, mientras él intenta alcanzar su orgasmo.

Al lograrlo, sus embestidas son más profundas, pero su velocidad disminuye.

- Kate. - Gime con voz ronca inmerso en el clímax.

Todavía en mi interior, envuelve sus brazos en mi cintura. Recuesto mi cabeza sobre su pecho, logrando escuchar sus latidos.

Los minutos pasan en silencio, mas no con incomodidad.

- Debería irme. - Susurro. - Tengo que alistarme para la prueba. -

- Puedo retrasarla hasta mañana. - Contesta restándola importancia a mi preocupación. - Descansa. -

- No, solo voy a cerrar los ojos unos minutos. - Cedo con voz soñolienta, ya con la respiración en calma.

SIN EDITAR

Sé que algunas cosas son obvias, solo recuerden que Erudición no es uno de los resultados de la prueba de Kate.

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora