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- Tengo ganas de comer una hamburguesa. - Comenta el amigo de Will.

- ¿Qué otra cosa más comerías? - Cuestiona la morena, antes de correr hacia una mesa que recién acababa de ser desocupada. - ¡Vengan! -

Doy un rápido vistazo a lo que se encuentra en las fuentes, no hay ni migajas de pastel de chocolate.

Me levanto de puntillas para poder observar si en alguna mesa quedan tajadas.

Avanzo entre el pequeño espacio que dejan los osados que se encuentran parados, con la intención de poder llegar al único pedazo de pastel que he logrado ver desde que llegué.

Uno que otro empujón no intencionado me hace despegar por escasos segundos la mirada de mi objetivo.

Pero antes de poder acercar el plato limpio que tomé de una pila alado de la fuente, unos dedos delgados y largos se colocan encima del pedazo como una araña licosa cuando atrapa su presa.

Hunde sus dedos.

La pelirroja acerca su mano para poder dar una mordida al postre, sus labios rojos se manchan de chocolate.

Sonríe sin mostrar los dientes, antes de masticar.

El joven osado que está frente a ella para de hablar y mira a quien ella observa.

- ¡Perdida! - Dice en voz alta.

Es el osado que me ayudó en la lavandería, no lo reconocí sin su cabellera roja llamativa.

- ¿Ethan? - Pregunto amablemente.

Asiente entusiasmado.

- Solo nos vimos una vez, y aun así recuerdas mi nombre. -

- ¿Es ella? - Volteo a verla.

El osado estira su brazo para tomar mi muñeca, lo hace y coloca presión sobre esta.

Sus músculos dilatados; que logro ver debido a su playera manga cero; no reflejan la verdadera fuerza que posee.

Podría haber fingido dolor, si hubiera reaccionado rápido.

"Lo siento, no me gusta que me toquen." Eso no diría un osado, ni un iniciado.

"No me gusta que me toquen." Suena como un traslado de verdad.

"Odio que me toquen." Es demasiado específico.

"No me toques." Es demandante, además no creo lograr decirlo.

- Detesto que tiren de mí. - Utilizo todo mi peso para evitar que logre su cometido.

Libera mi muñeca, ante mi comentario.

- Seguro eres ex-comelibros. - Asegura corriéndose a un lado. - Detesto. - Repite erguido y mirando hacia abajo con desprecio, imita de manera burlesca a los habitantes de Erudición.

La pelirroja suelta una carcajada y diminutos pedazos de chocolates y saliva caen en la mesa.

Ethan palmea el sitio donde se encontraba sentado hace un momento.

¿Debería de rechazar su oferta de acompañarlos?

Los dos pares de ojos esperan mi respuesta.

Al terminar de comer el pastel, pasa su lengua por sus labios para saborear el chocolate pegado a ellos.

Me pone nerviosa y lo sabe.

Tomo asiento a lado de Ethan, bajo la atenta mirada de la pelirroja.

Una de las comisuras de su labio se eleva con ligereza, no llega a ser una sonrisa. Además, desconozco si fue una reacción hacia mi o hacia mi decisión.

Coloco con torpeza el plato sobre la mesa y agarro lo que necesito de cada fuente cercana.

- Tu número. -

- ¿Eh?, ¿número? -

- Sí. - Bebe de su vaso. - Puesto, lugar. Tu valor para Osadía. - Añade.

- Seis. - Digo antes de dar mi primer mordisco a la hamburguesa.

- Wow, resultaste buena. -

El decir "gracias" podría arruinarlo todo, puesto que una cosa es haber nacido en Cordialidad, otra muy distinta es seguir siendo cordial después de desertar.

Terminé de almorzar mientras todos conversaban, no me excluyeron o intentaban no hacerlo, ya que me preguntaban cosas que podía responder asintiendo con la cabeza, también no escuché a ningún ocupante de la mesa llamar a la pelirroja por algún nombre.

De a poco, las personas se retiran del comedor. Me voy cuando creo que los que quedan en la mesa están lo suficientemente entretenidos hablando como para notar mi ausencia.

Me detengo por unos cuantos segundos en la entrada de la sala de entrenamiento, al distinguir la cabellera rubia de Eric, pero continuo al ver a la morena lanzando golpes feroces al muñeco de boxeo. Avanzo hacia ella con rapidez aprovechando que el líder todavía sigue dándome la espalda.

- Lo siento. - Susurro para que solo la ex-verdad pueda escucharme. - No debí... -

Me mira fríamente.

- No entiendo cómo es que te invitaron a ti. - Enfatiza la última palabra y vuelve a concéntrense en el objeto adelante suyo.

En un segundo intento, le pido a Christina practicar con ella, pero me ignora y continúa golpeando al muñeco.

Después de entender su molestar por dejarla almorzando con los adolescentes, amarro mi cabello en una coleta y empiezo a correr antes de usar las máquinas.

Christina tiene razón, Ethan no me habría invitado a sentarme con ellos si la pelirroja le hubiera dicho mi facción de origen. De una u otra manera nacer en Cordialidad sigue influyendo en mí y en como me tratan, incluso en como la ex-verdad no teme ser mordaz porque sabe que no podría responderle de la misma forma.

Recupero el sentido del tiempo cuando escucho cuando llaman a Cuatro. Él y All llevan a Will a la enfermería.

Cuando estoy dispuesta a volver a repetir en mi cabeza el comentario de la morena, veo la golpiza que le está dando Molly, me levanto de la máquina que fortalece hombros y me acerco a ellas.

El rubio observa la pelea sin intervenir.

- Detente. - La ex-verdad se arrastra hacia atrás para alejarse de su oponente. - Detente. - Levanta su brazo con la palma hacia Molly en señal de rendición. - No puedo más. -

- ¿Quieres parar? - Pregunta el rubio con fingida amabilidad.

Todavía en el suelo, la morena asiente.

Tris observa lo que está sucediendo.

- Está bien. - Parece ceder ante el pedido de la adolescente. - Te daré una mano. - Extiende su brazo para que ella se levante.

Siento una extraña sensación de vacío instalandose en mi corazón, cuando veo sus manos unidas.

- Gracias. -

- ¡Muy bien, todos tomen un descanso! - Ordena el líder despegando la mirada de ella.

Me mantengo inmóvil sin saber como reaccionar al acercamiento entre Eric y Christina.

SIN EDITAR

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora