38 - SHAWN

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Cuando levantó la cabeza, supe que ella era la razón de mi voluntariado como supervisor de prueba de facción.

Y ahora el motivo de mi regreso.

- No lo echen a perder. - Ordeno a los dos osados que continúan con la mirada perdida en el paisaje inhóspito.

- ¿Cómo podríamos echar a perder algo extremadamente aburrido? -

- Te relegaron a cuidar el muro por haber arruinado cosas de menor importancia. - Ante mi comentario, el moreno se burla de su amigo.

- Como sea. - Dice Max, restándole importancia después de darle un empujón a Travis.

Coloco la mochila sobre mi hombro y me dirijo hacia las escaleras.

Volver por completo a los edificios de osadía no estaba en mis planes, había sido consiente de cada acción mía en la adolescente para poder obtener uno de los trabajos más alejados de los soldados de erudición.

Pero ahora me encontraba yendo por voluntad propia para salvar a la divergente que cada día tentaba su suerte.

Primero deberé tratar de demostrar que me estoy acostumbrando al espacio que se me fue dado en uno de los edificios usados como vivienda, pues ir a buscarla inmediatamente pondría en duda mi papel de osado ermitaño.

La llegada del tren fue corta, por lo que el viaje ocupo mayor tiempo. Antes de saltar hacia la azotea, miro una última vez el reloj escondido en el bolsillo del pantalón.

Avanzo hacia el pasillo que da directamente hacia una de las entradas de la habitación de los traslados, ignorando mi plan trazado hace poco.

- ¡Eric! - Dejo caer la maleta para correr hacia el grito que logro escuchar. - ¡Eric! - Otra vez la voz desgarradora de Catalina me guía hacia ella, sin embargo, segundos antes un silencio absoluto proveniente del baño me hace apresurarme aún más.

Sobre el piso, se encuentra la castaña.

El hombre se aleja de las delgadas piernas de Catalina para continuar desnudándola.

Me acerco aún sin poder asimilar que es ella; la adolescente de mirada angelical; quien se encuentra ahí.

Empujo de una patada al osado lejos del cuerpo inconsciente.

Su rostro es irreconocible, pero ello no me impide continuar de propinarle golpe tras golpe. El hombre intenta levantarse, pero su tobillo torcido se lo dificulta.

Solo un pensamiento cruza mi mente.

Ha intentado defenderse como ha podido, pero siendo realista, tanto su contextura como su muñeca vendada la tenían en gran desventaja ante aquella especie que lucía como el cruce entre gorila y rata.

Intenta estirar su brazo, a duras penas, para alcanzar un fierro tirado en el piso. En el suelo de las duchas, el hilo de agua que continuaba cayendo no pudo limpiar por completo la sangre del arma.

Debo asegurarme de que Catalina se encuentra bien, que aquel hombre no ha logrado ultrajada de ninguna manera.

Doy por terminada la pelea cuando le arranco el fierro pisoteando su mano, y uso el mismo para noqueado.

Me acerco a ella, mientras me quito la casaca para cubrir sus senos y caderas.

- Eric - Susurra con esperanza un nombre que no es el mío, levanta su mano para acercarla a mí rostro.

Su ceño se frunce con ligereza al rozar la cicatriz de mi mejilla.

La tomo entre mis brazos para llevarla al ala médica.

Los minutos se alargan como si fueran horas, mientras es revisada por una enfermera en una de las camillas.

La sangre en la palma de mi mano se ha secado causándome un sensación extraña al intentar hacer un puño.

La sensación de culpabilidad deja de incrementarse al ingreso del líder qué más detesto.

¿Acaso es ese el Eric al que tanto nombraba la adolescente?

Ignorando mi presencia, se acerca al único espacio cubierto por la tela blanca.

- Supongo que no estás aquí con tu papel de líder. - Suelto al dejar de apoyarme en la pared.

- No es algo que deba preocupar a un guardia del muro. -

Vanidoso, sigue actuando en base a lo que tiene, no a lo que realmente es, un asesino.

Sonrío ante la ironía de la situación, es el culpable de la muerte de una adolescente divergente y ahora necesita con urgencia saber el estado de otra.

La cortina es abierta, dejándonos visualizar a Catalina.

El primero en acercarse es el rubio a lado mío, pero la enfermera lo detiene.

- Necesita descansar. - Le informa con un audible temor en su voz.

Después de unos minutos, la mujer se retira.

Tomo asiento al costado de su camilla.

Miro su rostro, en el cual se han empezado a formar moretones.

De un momento a otro, se acerca a ella, con intención de tomarla como si fuera suya.

- ¿Qué haces? - Susurro.

- Me la llevaré - Impido que sus manos se coloquen de bajo de sus rodillas.

- No puede volver al maldito dormitorio que comparten todos esos desertores, se asustará cuando despierte. -

Se mantiene en silencio.

No, no piensa llevarla allí.

No solo se ha metido en la boca del lobo, se ha acostado con uno, y peor aún, al parecer este se ha encaprichado con ella.

- Me quedaré, estará segura a mi lado. - Aseguró, pues la opción de que se quede a solas con la castaña, no me agrada.

- Ja - Ríe con burla.

- Fui yo quien la salvó. - Recalcar su ausencia no lo hace retroceder.

- Conveniente. - Menciona. - ¿Intentas ser el salvador de otra desertora? -

Megan, no existe día que no la recuerde, y apuesto a que él tampoco.

Aunque ella y Catalina no se parezcan físicamente en absoluto, el que ambas hayan sido traslados de Cordialidad me causa melancolía. Y la divergencia que comparten, podría llevar a la castaña al mismo destino que la primera.

- ¿Celoso, Coulter? -

Las sospechas deben estar empezando a tomar forma en su retorcida mente, por poco y me olvido de que aquel oxigenado es desertor de Erudición.

- No debería sorprenderte la cercanía del muro a los campos de Cordialidad. - Añado.

No puedo evitar sonreír al observar la rabia en su mirada, lo que sea que le haya dicho Catalina antes, ha sido suficiente para odiarme aún más.

SIN EDITAR

¿Se esperaban un capítulo de Shawn?

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora