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- Tengo su información. - Comenta mientras chocamos antebrazos.

Al parecer, el ser entrometido no es una característica general de los habitantes de Verdad, solo es algo de Christina.

- ¿De quién? - Pregunto para continuar con la conversación, ya que se ve entusiasma por contarme.

- Shawn -

En ningún momento le dije su nombre.

- Le pedí a Will que investigara quién es ese guardia. -

- ¿Por qué? -

- Kate, huelo las mentiras a kilómetros. - Responde.

Eso es suficiente para mantenerme callada.

- De hecho fuiste convincente, lo suficiente para casi creerte. - Murmura. - Pero tu lenguaje no verbal te delató. - Añade con un leve orgullo en su rostro. 

Es más fácil mentir a un cordial que a un verdad, ya que a los primeros no se les imparte clases acerca del lenguaje corporal. Y aunque la morena ya no sea de verdad, es complicado que se le olvide en pocas semanas lo que aprendió allí.

Me encojo de hombros en señal de rendición.

- Tiene veintidós años, fue el noveno en su generación y se encuentra al mando de los guardias del muro. -

Me di cuenta de ello, cuando les ordenó a sus compañeros continuar y estos obedecieron sin objeción.

- No estoy segura si deba decirte lo siguiente. - Confiesa.

No digo nada, esperando que esto sea suficiente para que se incline por no hacerlo.

- Es conocido por visitar a muchas... - Se acerca. - Muchas osadas. - Susurra.

Comprendo que sugiere y el que lo susurre no afecta en como reacciono.

- ¿Lo sabías antes de elegir Osadía? -

Debí sorprenderme, debí fingir algún gesto.

La única solución con ella es no mentir si no se hacerlo.

- No. - Respondo con total sinceridad.

- ¿Él te obligó a elegir Osadía? -

- No. - Niego. - Osadía es el resultado de mi prueba. -

Junto a dos facciones más.

Mi respuesta no parece levantar sus sospechas. En su lugar, calma la preocupación que revela su mirada.

- Entonces, solo sientes atracción hacia un rubio con rostro atractivo y cuerpo con esteroides. -

Asiento con la cabeza ante la superficial descripción del osado.

- Bueno, eso es mejor de lo que imaginé. - Revela con un suspiro.

- ¿Qué imaginaste? - Pregunto con curiosidad.

- Que tal vez te habías enamorado de él y dejaste todo para continuar a su lado. Ya sabes, el que dos personas de diferentes facciones tengan un relación puede ser algo complicado. -

- Prohibido. - Utilizo la palabra correcta.

- Pero ese ya no es tu caso. - Repite aquella mirada sugestiva que hizo cuando me dio a entender que sabía que yo mantenía "algo" con Shawn.

Asiento, mientras veo practicar o simular una pelea entre Will y Tris.

Después de la visita al muro, he evitado mirar al grupo de Ethan durante el almuerzo, puesto que estar con aquellos osados puede suponer un cambio, sin embargo todavía no estoy segura si se puede considerar como tal porque no me opuse a sentarme con ellos antes de encontrar al rubio.

¿Y qué otras cosas más debo mantener?

¿Debo seguir esforzándome para subir de puesto?

No paro de sobrepensar cada acción.

Con el primer entrenamiento finalizado y después de comer, subo las escaleras hasta el piso en el que se encuentra el departamento.

Al ingresar a aquel impecable lugar, dejo la llave sobre el medio muro que separa la cocina de la sala. Me doy un baño hasta tener arrugados los dedos de las manos y pies.

Me visto con las prendas que había escondido en el interior de mi casaca al salir del dormitorio compartido.

Pero al sentarme en el sofá para colocarme las medias, me acuesto sobre la incómoda tela debido al cansancio.

La intensidad del entrenamiento ha aumentado, nadie quiere comenzar el día con la noticia de encontrar su nombre bajo la línea roja.

La orden de levantarme es interceptada por la idea de que solo descansaré por cinco minutos.

O diez minutos.

O treinta minutos.

Me despierto desorientada y con un ruido aturdidor proveniente de la puerta.

Avanzo con la vista nublada y pasos torpes hacia la entrada. Y cuando recuerdo que la única persona que sabe que vengo aquí después de comer no tocaría la puerta, ya es demasiado tarde.

Una mancha sin forma se encuentra adelante mío, entrecierro los ojos para distinguir quién es.

El entrenador me mira con su habitual ceño fruncido.

- Así que tú eres la abeja. -

- ¿Qué? - Pregunto porque no estoy segura si lo que escuché es lo que realmente dijo.

Se retira sin contestar.

Todavía confundida, cierro la puerta. A los segundos me percato de la oscuridad en la que se encuentro sumergida. Tanteo la pared hasta encontrar un interruptor de luz.

La habitación se ilumina, sin embargo la vista a través de las ventanas permanece oscura.

Agarro mi ropa sucia rápidamente y la coloco en la bolsa de tela para llevarla a la lavandería. Ordeno todo antes de salir.

Regreso a la sala de entrenamiento para practicar mi puntería con los cuchillos hasta el amanecer.

El motivo de mi desvelo se debe a la preocupación sobre lo que podría desencadenar el que Cuatro me haya encontrado en el departamento.

Claramente esto significa que en unas cuantas horas se dará un cambio. Ya sea favorable o no, me afectará.

SIN EDITAR

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora