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¿Incinerar nuestra ropa?

No puedo convertir en cenizas el vestido de mi madre.

No tengo voluntad suficiente para hacerlo.

La fila avanza a cada segundo.

Tal vez pueda esconderlo entre la camiseta y la casaca que nos dieron.

Cuando nos obligaron a salir de la habitación y a llevar con nosotros la ropa usada en la ceremonia, nunca se me cruzo por la cabeza que nos harían botar las prendas de nuestra antigua facción a un incinerador.

Soy la última de la fila, nadie tendría razón para voltear. Tomo el cierre plateado de la casaca negra y lo bajo hasta una mano por encima de mi ombligo.

Es la primera vez que hago algo sin una mirada de aprobación.

- ¿Piensas desobedecer? - El sonido de su voz ocasiona que mi cuerpo reaccione con un leve salto. Me quedo inmóvil. - ¿No piensas continuar? - Su voz es inconfundible.

- Perdón. - Han pasado pocas horas, se me es muy fácil olvidar que ya no estoy en Cordialidad. - ¿Qué? -

- Continua - Ordena avanzando por mi lado derecho, el azulado de sus ojos desaparece a causa de la oscuridad del pasillo. Mantengo quietas mis manos. - Continua - Repite.

¿Puedo hacerlo?

¿Acaso, el pelirrubio me está dando permiso?

- ¿Eres sorda o estúpida? - Pregunta mirando hacia atrás y adelante del pasadizo.

- ¿Yo? - Eric entrecierra sus ojos.

- Te ayudaré. - Agarra en un rápido movimiento el vestido que hace pocos minutos yo había doblado perfectamente, la prenda está siendo arrugada a causa de la fuerza de su mano.

El trasferido que se encontraba adelante mío arroja su ropa hacia el contenedor, avanza siguiendo a los demás y desaparece de mi vista.

Eric camina hacia el incinerador, voy tras él.

- Otra lección. - Avienta mi vestido hacia arriba y lo vuelve a tomar en el aire, juega con este como si se tratase de una pelota. Lo acerca hacia al fuego. - Obedecer. -

Le entretiene ver como mis ojos no se despegan en ningún instante del vestido.

- Lo voy a hacer. - No me acerco a él, solo extiendo mi mano para que me lo entregue. - Por favor, déjame hacerlo. - Pido.

Parece estar pensándolo.

¿Me lo va a devolver?

Por supuesto que no.

Eric arroja el arrugado vestido hacia atrás. La prenda cae directamente hacia el contenedor.

- ¿Entendiste? - Pregunta.

- Sí - Respondo y hago lo mismo con mi casaca.

No debo permitir que mi nerviosismo o incomodidad se malinterprete con insubordinación, ya que este podría desencadenar un posible odio de alguno de los lideres hacia mí.

Miro hacia el interior del incinerador.

Era lo único que me quedaba de mi madre, lo único que conservaba de ella.

- ¿Acaso esperas una invitación? -

Ya todos se han ido, no logro escuchar nada más que la profunda respiración de Eric.

Permanezco frente a él, esperando alguna indicación.

- Dirígete al comedor. -

Camino hacia donde vi por última vez al transferido de hace un momento, justo antes de doblar al próximo pasillo.

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora