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Desperté al lado de Sana a causa de mi alarma y me sentí estúpidamente tímida. Habíamos platicado casi toda la noche y dormí muy poco. Como Sana lo había previsto, la cabeza me dolía por culpa del vino. Debí controlarme más, pero estaba muy enojada. Había pasado de una tristeza profunda a la ira.

Sana quién estaba de espaldas a mí, se dio la vuelta y pude notar que su boca se encontraba ligeramente abierta, y una marca de saliva seca, recorría su mentón.

No pude evitar no reír por su imagen y eso la despertó, me miró con ojos lagañosos y el ceño fruncido.

—Quiero seguir durmiendo, puedes escoger lo que quieras del armario —apenas susurró.

Asentí y me levanté de la cama, caminé hasta su armario y busqué ropa que pudiera quedarme, agradecí cuando encontré una blusa formal morada. Se veía nueva y no iba con su imagen, pero tal vez, Sana todavía era una caja de sorpresas para mí.

Le había contado mi historia, y me había escuchado pacientemente, en ningún momento me sermoneó, ni me dijo nada que pudiera lastimarme.

Encendí el boiler y me metí a bañar, fue una ducha rápida de menos de diez minutos. Me arreglé rápidamente y fui a la cocina, para calentar el resto de lasaña que había sobrado.

Calenté el café y lo serví con leche, también busqué algunos aperitivos en la alacena y encontré galletas y un poco de mermelada de fresa. La imagen de Sana y su comportamiento, no concordaban realmente.

En las películas, muestran a las chicas, sexys y tatuadas, como unas completas rompecorazones, un poco egoístas y en algunos casos violentas, describen su hogar como un ambiente sucio, con olor a cigarrillo y latas de cerveza por todos lados.

Sana era una mujer hogareña, incluso cuando fumaba, lo hacía en el balcón para no dejar olor en la casa, separaba la basura de forma estricta, hasta cuidaba que el agua no se desperdiciara, ni siquiera al lavar sus dientes.

Puse mermelada a las galletas y las coloqué en un plato, serví dos tazas de café y dos platos con lasaña.

—Sana ven a desayunar —seguía acostada y me sentí un poco culpable, se había desvelado por mi culpa. No parecía que tuviera ganas de levantarse o realizar ejercicio mañanero.

Se dio la vuelta en la cama y me miró de reojo, alzó su mano en mi dirección.

—Ayúdame, unnie.

Pidió soñolienta, tomé su mano y la jalé con fuerza para sacarla de la cama, no fue difícil, ella se movió sola pero sin muchas ganas.

— ¿Calentaste la lasaña? —preguntó y asentí, luego Sana bostezó y por mero impulso copié su acción, cubriendo mi boca con mi mano y estirándome.

Nos movimos a la cocina, jaló la silla y se sentó.

—Gracias por el desayuno —dijo y me miró con un puchero—, pero si soy sincera, estoy harta de la lasaña, ayer desayuné, comí y cené lasaña.

— ¿Quieres que prepare algo más?, tal vez unos huevos, vi algunos en el refrigerador.

Sana negó y juntó las palmas de sus manos, en señal de agradecimiento.

—Gracias por la comida.

Por la tarde, Momo y Dahyun estaban peleando como era costumbre en los últimos días, ellas al igual yo, necesitábamos un descanso del trabajo, por lo menos Jihyo y Nayeon no me estaban molestando y el trabajo era con regularidad

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Por la tarde, Momo y Dahyun estaban peleando como era costumbre en los últimos días, ellas al igual yo, necesitábamos un descanso del trabajo, por lo menos Jihyo y Nayeon no me estaban molestando y el trabajo era con regularidad.

—Eso te tocaba a ti, deja de darme tu trabajo —Momo se cruzó de brazos molesta.

—Pero yo hice el oficio para el forense. Estoy trabajando más que tú, deberías ayudarme.

—No, yo ya hice lo que me tocaba.

Ambas se veían como si salieran chispas. Debió ser una escena graciosa, pero estaba molestándome. Momo tenía derecho a molestarse por no querer hacer el trabajo de Dahyun, sobre todo porque ya había terminado el suyo y podía curiosear entre los expedientes a su gusto, pero yo era más exigente con Dahyun al saber que en un año tendría un puesto en el despacho. Quería que aprendiera lo mejor posible y trabajara más, egoístamente, fui desconsiderada con ambas.

Con Dahyun por darle más trabajo del que podía manejar y con Momo por lo contrario, como si pensara que no sería capaz de ponerse al nivel de Dahyun y no apreciar del todo su esfuerzo, cuando su aprendizaje crecía de forma desbordante.

—Volveré a repartir las tareas, olvídense que lo que estaban haciendo —les dije y no se veían contentas, no me importó, la jefa era yo.

De regreso a casa, mi hermano veía televisión en la sala junto con mamá, así que, dejé mis cosas en la mesa de centro y me acomodé en medio de ellos.

Mi hermano me miró curioso, pero no dijo nada, solo me sonrió y palmeó mi cabeza. No me quedé con ellos mucho tiempo, me había desvelado y había trabajado duramente, así que me acosté a dormir temprano. Sólo lancé a la cama de Jackson algunas de sus cosas que estaban mal puestas en mi cama. Y recogí la ropa sucia para ponerla en el cesto.

No tardé en dormirme, por lo regular, cuando tenía conversaciones cercanas con Nayeon, tenía energías para llorarle por una semana completa, debajo de las sábanas. Había cambiado y ese pensamiento, hizo que mi corazón latiera con una fuerza incontrolable.

Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba gozando la vida. Ni siquiera recordaba, en que momento, cuándo fue que había dejado de fingir que todo estaba bien, mientras le regalaba sonrisas falsas a mi madre y Jackson. 

Quédate con él [Adaptación Minayeon/ 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora