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Jackson se enojó cuando le mencioné que había rechazado la oferta para cambiarme al equipo penalista, él sabía cuánto lo había deseado, meses atrás. Nunca tuve la oportunidad y ahora que la tenía, las circunstancias no me agradaban, era muy probable que me estuviera equivocando. Nayeon aseguraba que se debía a mi orgullo, una parte de sus palabras tenían razón, me enojaba la idea, de que esta oportunidad, fuera nada más y nada menos porque Nayeon me quería lejos de su vida; independiente de eso, estaba asustada al cambio.

Si fallaba en el nuevo departamento, me arrepentiría toda mi vida. De todos modos, mi hermano siguió sermoneándome por horas, hasta que se cansó. Por la tarde del sábado, siendo mañana mi día libre, aproveché para ir a tomar unas copas de Whisky con mi hermano, su novia y unos amigos. Estuve renuente a la hora de asistir, porque me sentiría como una chava-ruca a su alrededor, pero él había insistido tanto, manifestando que tenía que relajarme y seguir con mi vida, que no tuve otra opción.

Bebí y platiqué con sus amigos, quienes me trataron como una de ellos, recordándome que no era más de cuatro años mayor que ellos. Chaeyoung, la novia de mi hermano, trató de convencerme para dejarle usar mi cuerpo como experimento para sus tintas y material de práctica, pero me negué, ni todo el alcohol del mundo lograría que me tatuara el cuerpo.

Mi trabajo era uno donde tenía que dar la mejor imagen posible. Si los representantes de la firma me vieran con tinta en el cuerpo, sería inmediatamente despedida y conseguir un nuevo trabajo, con el mismo nivel, sería muy difícil.

Teniendo en cuenta, que el desempleo crece cada vez más y la crisis económica está en aumento por la sobrepoblación, perder mi empleo, era un lujo que no podía darme. Seguí bebiendo y platicando con los chicos, aunque me comportaba de forma habitual para no preocupar a mi hermano, seguía pensando en Nayeon. Recordando el momento exacto, en el que me dijo que teníamos que terminar por el bien de la firma.

Una vez que Nayeon dejó de hablar, me controlé, no me permití llorar y mucho menos rogarle para que se quedara conmigo. Sí esa era su decisión, yo la aceptaría. No necesitaba en mi vida a alguien que no me quisiera lo suficiente y que pensara que no tenía sentido, ni valía la pena, luchar para estar juntas; por algo llamado amor.

Nayeon sólo siguió hablando, manifestándome los deseos de sus padres, lo ansiosos que estaban, por verla formar una familia. Ellos pusieron el nombre de Do Kyungsoo, primero, antes que el de todos los posibles prospectos. Él se llevó el primer lugar, al ser un joven atractivo, inteligente, que estaba involucrado en el mismo campo laboral, alguien al que ya conocían y con quien se llevaban bien, pero sobre todo, con unos padres que, estaban dispuestos a invertir en el negocio familiar de Im y ayudar para que se volvieran la firma de abogados más importantes de todo Seúl.

Nuestro amor era algo demasiado pequeño, comparado a esas metas. Aunque la hubiera amado desde los primeros momentos en los que la conocí. Aunque la extrañara todo el tiempo, todas las noches. Recordándole, deseando tener sus brazos alrededor de mí, anhelando sus besos, sus caricias y mimos.

Im Nayeon fue mi primer y único amor verdadero, aquel que me hizo sentir en el cielo y al mismo tiempo en el infierno. Perderla, fue como perder mi propia existencia. Las veces que la vi besarse con Kyungsoo, fueron como dagas clavándose en mi pecho, y aunque no lo demostraba siempre corría al sanitario, para tirarme agua fría en la cara, mientras comprobaba que no tuviera los ojos rojos o pareciera que estaba a punto de llorar.

—El amor es una mierda —declaró una de las amigas de mi hermano, Kim Jennie—. No quiero volver a enamorarme de nuevo.

Sus amigas la apoyaron, ella seguía tomando whisky mientras relataba como había encontrado a su pareja siéndole infiel con una compañera de trabajo. Los demás también contaban sus penas amorosas, yo no hablé sólo las escuchaba, oírles me hizo darme cuenta de que no era la única sufriendo por amor. Tantos corazones rotos reunidos en un sólo lugar.

Sólo hacían desilusionarme más. Pensar que realmente el amor verdadero, como se pintaban en las historias de romance, no existía.

Yo tampoco quería volver a enamorarme de nuevo. En primer lugar, poder superar a una mujer como Im Nayeon, ya era un problema bastante grande. No me creía capaz de lograrlo y eso de que, el tiempo lo cura todo, era una vil mentira, aunque tendría que esperar unos meses más para comprobarlo.

De regreso a casa, Chaeyoung me ayudó a cargar a mi hermano, quien tenía mucho alcohol en su sistema, que apenas le permitía ponerse en pie. Él estaba soltando maldiciones y hablando mal de unos chicos, sunbaes de la universidad, que lo estaban haciendo pasar un mal rato.

Chaeyoung, sólo le decía: sí, tienes razón, te apoyo y sinónimos, a todo lo que él balbuceaba. Era una buena chica, aunque se veía como una chica ruda; con la piel llena de tatuajes, vestida informal y sin clase, era la imagen de cualquier vaga que te encontrabas en las esquinas, fumando y drogándose. No era el tipo de mujer que cualquier madre y hermana mayor desearían para su pequeño hijo o hermano, pero era amable, más amable y respetuosa que cualquier chica con clase que conocí. Y créanme, conocí a varias, que sólo por vestir elegantes, se creían la octava maravilla.

Mi día libre, la pasé con mi hermano en la casa, mirando películas y hablando de todo y nada, mi madre nos consintió, trató mi resaca y la de mi hermano, siendo la de él más fuerte, como si fuéramos unos niños pequeños enfermos.

Mamá nos dejó mirar televisión en la pantalla grande, no pidió que nos cambiáramos la pijama en todo el día, y no pidió que ayudáramos con los quehaceres de la casa. Fue un fin de semana tranquilo, sólo mi hermano, yo, nuestros celulares y la pantalla grande. 

Quédate con él [Adaptación Minayeon/ 2na]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora