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— Linda, no llores. ¿Si? Ahora te llevaré a mi casa — Le avisó encendiendo el auto.

El pelinegro empezó a conducir y miraba de reojo a la rubia, quien iba llorando en silencio mirando por la ventana del auto. Jughead no sabía qué clase de cosas le hicieron o cuanto había sufrido, pero con solo mirarla a los ojos se veía que estaba llena de miedo e inseguridad. Eso no es lo que se debería ver en los ojos de una persona y eso lo hacía sentir terrible.

Jughead aclaró su garganta. — ¿Habían mas chicas de tu edad?— Preguntó.

Betty lo miró y negó. — To-todas tenían más de veinte años —

— ¿Pero por qué te escogieron a ti? No es justo. No tienes edad para eso. Tú no quieres esa vida, ¿Verdad?— Preguntó el chico aún conduciendo.

— No, ellos me capturaron en contra de... de mi voluntad después de matar a mis padres — Dijo limpiándose las lágrimas.

— Eso no es justo— Se quejó el ojiazul y luego le echo una mirada rápida. — Pero estarás bien. Te lo aseguro —

Cuando Jughead llegó a su mansión, Betty abrió bien grandes los ojos al ver el enorme portón que estaban atravesando y al ver también aquella mansión que para ella era como un castillo.

Jughead estacionó el auto frente a su mansión y salió del auto. Betty también salió mirando todo a su alrededor, asombrada. La realidad es que nunca había visto un lugar así.

— Bienvenida a mi casa. O una de ellas mejor dicho— Dijo Jughead divertido.

— Esto parece un castillo — Murmuró la rubia en voz baja.

Jughead se acercó a ella y puso su mano en su mejilla. — No llores más. ¿Okey? Vamos adentro. Sígueme —

Betty asintió y tímidamente caminó detrás de él y lo siguió mientras éste entraba a la mansión. Ella no paraba de mirar todo, asombrada. El lugar era enorme. Una enorme sala con varios sofás y una gran pantalla plana en medio, las largas y grandes escaleras que conducen a un pasillo con muchas puertas y algunos cuadros que le llamaron mucho la atención, un pasillo que conduce a la cocina y desde ahí se podía ver lo enorme que era. Habían varios pasillos y entradas que ella no sabía a donde iban. Fácilmente se perdería en una casa como ésta.

Y todo eso sin mencionar el gran e iluminado jardín con una fuente grande frente a la casa y la piscina que está en el jardín trasero y el jacuzzi que está en el balcón, que era tan grande que no parecía un balcón, y las terrazas en diferentes lugares de la mansión. Definitivamente nunca había visto un lugar como éste.

— ¿Tienes hambre?— Le preguntó el ojiazul, sacándola de su trance. — Debes tener hambre. Ven—

Betty lo siguió y él la guió hasta la cocina, en donde estaba cocinando una mujer de unos cuarenta años. La cocina era exageradamente grande y larga.

— Lucía — La saludó Jughead apoyándose en la encimera.

— Oh, hola Jughead — Respondió ella y luego miró a Betty. — Y hola... tú eres...

Jughead habló antes de que Betty lo hiciera. — Ella es Betty Cooper. Es mi...— Hizo una pausa pensando en qué decir. — Es una amiga que se quedará conmigo por el momento — Mintió. — Betty, ella es Lucía. Es mi empleada y vieja amiga— Las presentó.

— Mucho gusto, Betty— Respondió la mayor dándole la mano.

— Lo mismo digo — Contestó la ojiverde en voz baja dándole la mano tímidamente.

— ¿Que haces?— Le preguntó el pelinegro a su empleada.

— Macarrones con queso. Ya casi están. En un momento se los sirvo— Avisó.

— Ven— Le dijo Jughead a Betty tomándola de la mano y guiándola a una larga mesa.

Ambos tomaron asiento en aquella mesa, uno al lado de otro y en cuestión de minutos ya ambos estaban cenando juntos mientras tomaban refresco.

— No hablas mucho. ¿Verdad?— Preguntó Jughead tomándose un trago de refresco.

Ésta negó también tomando de su refresco y solo lo miró, confundida. No entendía por qué él la trataba tan bien y sin aparentar querer solo sexo con ella.

— Lucía, prepara una habitación para Betty — Ordenó el chico sin dejar de mirar a la ojiverde.

Ésta asintió y primero se llevó los platos y los vasos de la mesa  para luego hacer lo que Jughead le pidió.

— ¿Se puede saber dónde vivías antes de... ya sabes— Preguntó Jughead mirándola.

— Nueva York — Respondió con la mirada baja.

— Oye...— La llamó tomándola del mentón, haciéndola mirarlo a los ojos. — Prometo que no te haré daño y mucho menos nada que no quieras. No tengas miedo —

Ella le sonrió levemente y él hizo lo mismo sin dejar de mirarla.

— Con permiso— Habló Lucía acercándose. — La habitación de la señorita Cooper ya está lista— Avisó.

— Eres la mejor — Respondió Jughead poniéndose de pie y tomando la mano de Betty. — Vamos—

La rubia se puso de pie y lo siguió, y éste la guió hasta la habitación que le prepararon. Era tan grande y espaciosa que podría ser una casa.

— ¿Te gusta?— Preguntó Jughead desde la puerta de aquella habitación.

Ella lo miró y asintió con una pequeña sonrisa.

— Ponte cómoda linda— Dijo el pelinegro guiñándole un ojo para retirarse de ahí, dejándola sola.

Betty suspiró y se dejó caer en la cama, mirando el techo. Había mucho que procesar, pero sólo podía pensar en por qué el hombre que la compró la trataba tan bien.

— Debes estar cansada — Aseguró Jughead apareciendo en la puerta de la habitación con una camiseta larga en mano y caminando hacia ella, tendiéndole la camiseta. — Si quieres ve a tomar un baño y ponte esto para que descanses. Mañana te llevo de compras— Avisó guiñándole un ojo.

Betty tomó aquella camiseta y se quedó mirándolo. Jughead también se le quedó mirando hasta que reaccionó.

— Bueno, entonces... descansa. Hoy fue un día largo y debes dormir — Dijo Jughead saliendo de la habitación hasta que se detuvo y se giró a mirarla otra vez. — Y si necesitas algo me dices o puedes ir a buscarme a mi habitación o donde sea que yo esté. No importa la hora. ¿Bien?—

Betty asintió y lo vio salir de la habitación. Se puso de pie y fue a cerrar la puerta para luego ir a tomarse un baño. Luego se vistió con aquella camiseta que le había dado el chico. Le quedaba hasta las rodillas.

Se miró al enorme espejo que estaba al lado de la mesita de noche y se peinó un poco, pensando en todo lo que le había pasado hoy. En lo amable que es ese chico con ella. Se tiró a la cama aún con estos pensamientos dando vueltas en su cabeza y quedó profundamente dormida.


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Samy ❤️

Rescatar Tu Corazón •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora