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Un mes después, Jughead seguía investigando si a Betty le quedaba algún familiar con el que ella se pudiera quedar, pero no encontraba nada en absoluto. Nisiquiera información de ella y eso era algo demasiado extraño. Mientras tanto ella seguía con él y aunque aún era tímida y callada, ahora le tenia un poco más de confianza y él seguía siendo igual de atento con ella. Él sabía que en este momento él era la única persona en la que Betty confía por el momento.

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Betty estaba aburrida en su habitación frente al espejo. Tomó aire y se dispuso a ver qué estaba haciendo Jughead en su oficina. Caminó hasta la oficina del chico y la vio vacía. Suspiró dándose cuenta de que había olvidado que Jughead no estaba.

Antes de dar la vuelta e irse, miró una hoja de papel que estaba en el piso fuera de la oficina. La tomó y después de pensar por un momento llevó aquella hoja de papel a su cuarto.

Busco en los cajones de la mesita de noche y celebro en silencio cuando encontró un lápiz. Se sentó frente a la mesita y empezó a hacer un dibujo. Ella amaba dibujar y era su escape cuando estaba estresada o no se sentía bien, pero en estos últimos tiempos no había podido hacerlo. Seguía dibujando, perdiéndose en lo que estaba haciendo en esa hoja de papel.

— Hey, es hermoso lo que estás haciendo en esa hoja— Admitió Jughead apareciendo detrás de ella, asustándola.

— ¡Jug!— Exclamó Betty poniéndose de pie rápidamente y dejando caer el lápiz.

— Oye, tranquila. Ni que estuvieras haciendo algo malo, pequeña. Ese dibujo está hermoso. ¿Por qué no me dijiste que dibujabas?— Preguntó Jughead poniendo una mano en su mejilla.

— Es que... yo... no pensé que fuera importante — Respondió la ojiverde.

— ¿Como que no? Es hermoso. Tienes talento para eso. — Hizo un silencio, mirándola— Tengo algo para ti—

Betty alzó una ceja y Jughead le guiñó un ojo. Salió de la habitación pero regresó de inmediato con una caja que hizo que Betty abriera los ojos como platos.

— Aqui tienes— Dijo Jughead pasándole aquella caja a la rubia. Era un celular.

— Pero... yo... no. No puedo aceptarlo— Se negó devolviéndole la caja.

— ¿Pero por qué no? Ya te lo compré. Tómalo. Lo necesitas— Insistió devolviéndole la caja. — Y creo que debí comprártelo antes. Vamos por favor...

— Está bien — Aceptó tomando la caja y abriéndola, sacando de ella uno de los mismos celulares que tenía el pelinegro. — Gracias — Le sonrió.

Jughead sonrió y tomó aire. — Y tengo otra cosa para ti. No se si te gusten ese tipo de cosas pero quise atreverme. Lo vi y me acorde de ti—

Betty lo miró, extrañada y Jughead volvió a salir de la habitación y entró enseguida con algo que hizo que la rubia soltara un pequeño grito. Jughead traía un oso panda de peluche tan grande que apenas podía traerlo el.

— Este amigo me dio ternura y por eso me acorde de ti. Pensé que querrías compañía— Bromeó dejando aquel enorme oso sobre la cama de la chica. — ¿Te gusta?—

— Jug, es hermoso. Gracias — Besó su mejilla y lo miró con una sonrisa.

Jughead sonrió tontamente por el beso de la ojiverde hasta que reaccionó, saliendo de su trance. — Bueno... yo... te dejo para que termines tu dibujo. Voy a estar en mi oficina pero cuando termines vas y me lo muestras. Te esta quedando muy bien —

Rescatar Tu Corazón •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora