Jughead Jones es un joven millonario que decide salvar a Betty Cooper de una mala vida, pero que sin darse cuenta, ambos se rescatan el uno al otro.
Jughead la miró, confundido. - ¿Que estás haciendo? - Preguntó.
Ella se puso aún más nerviosa. - ¿...
Se separaron y otra vez establecieron contacto visual, regalándose una sonrisa traviesa.
— Ahora te pertenezco. Hazme tuya, papi— Pidió la rubia.
Jughead la miró y sonrió, pero estaba algo inseguro al respecto. La deseaba. Deseaba explorar todo su cuerpo más que a nada, pero al mismo tiempo tenía miedo. Miedo de lastimarla o hacerla sentirse incómoda.
— ¿De verdad quieres hacer esto? ¿Te sientes preparada para esto?— Preguntó el pelinegro acariciando su mejilla.
Betty asintió sin dejar de mirarlo. — Si quiero papi. Te deseo más que a nada— Admitió.
— También te deseo, nena. Pero no quiero lastimarte o incomodarte. Por eso necesito saber si de verdad te sientes lista para hacer esto. Si no quieres no hay ningún problema —
— Pero yo si quiero Juggie. Estoy lista para entregarme a ti, papi— Aseguró.
— En ese caso entonces si podemos hacerlo. Pero si no estás cómoda o algo te molesta o quizá te duele, solo dime y voy a parar de inmediato — Dijo el ojiazul acariciando el rostro de la chica.
— ¿Duele?— Preguntó la rubia.
— Veras... la primera vez duele un poco al principio pero después no— Explicó el chico.
— Perdón... es que será mi primera vez. Estoy muy nerviosa y no tengo ni idea de lo que tengo que hacer. Perdóname si no cumplo tus expectativas, papi — Expresó, apenada.
— Tranquila pequeña. Todos tuvimos nuestra primera vez. Tú solo confía en mi. ¿Aún lo quieres hacer? Si ya no quieres no pasa nada—
— Si quiero Juggie — Aseguró.
Jughead sonrió con malicia y atrapó los labios de la chica. Ella seguía sentada a horcajadas sobre él y se aferró al cabello del chico, mientras éste la tenía tomada de la cintura, ambos devorándose en un lujurioso y salvaje beso.
Después de besar sus labios con total deseo, Jughead bajó sus besos al cuello de Betty y ella inclinó su cabeza para darle mejor acceso. Y la verdad era que lo estaba disfrutando mucho. Disfrutaba sentir como Jughead besaba y succionaba su cuello.
Él la besaba y también lo disfrutaba. Hace tiempo que estaba esperando pacientemente este momento, pero tampoco quería apresurarse o incomodarla. Quería que este momento no terminara.
Jughead dejó de besarla y la miró a los ojos. — ¿Quieres que siga?— Preguntó en voz baja.
Betty asintió y Jughead empezó a desabotonarse la camisa con ayuda de la rubia. Terminó de quitarse la camisa, dejándola a un lado en la cama, y volvió a besar el cuello de Betty. Sus respiraciones empezaron a ser irregulares y el deseo que se tenían el uno al otro solo incrementaba.
Jughead se separó y puso sus manos sobre la remera de Betty. — ¿Me permites?—
— Deja de pedir permiso y solo hazme tuya papi— Suplicó.
El ojiazul sonrió pícaramente y le sacó la remera. Volvió a besar su cuello y bajó sus besos hasta por encima de sus pechos. Puso sus manos sobre la espalda de Betty y retiró su sostén, tirándolo al piso.
Se detuvo para observar sus pechos y los miró con una sonrisa traviesa en su rostro. Levantó su mirada para mirarla a ella y ésta estaba muy sonrojada.
— Eres perfecta — Aseguró Jughead empezando a besar los pechos de la rubia. — Me encantas, nena—
Betty sonrió mientras soltaba algunos jadeos. Los besos de Jughead en sus pechos se sentían muy bien para ella. Él se llevó uno de sus pechos a la boca mientras apretaba cuidadosamente el otro con una mano. Ambos lo disfrutaban y él quería seguir saboreándola un rato más, besando y succionando sus pechos a su antojo mientras ella soltaba pequeños gemidos.
Y sin saber cómo, en un rápido movimiento, éstos dos ya estaban en la cama. Él sobre ella sin dejar caer todo su peso mientras seguía besando sus pechos y empezó a bajar sus besos hasta su abdomen, deteniéndose ahí para volver a mirarla a los ojos.
Puso sus manos sobre los pantalones de la ojiverde, pero antes la miró. — ¿Continúo?— Preguntó.
Betty asintió y estaba tan sonrojada que parecía que explotaría. Se sentía un poco avergonzada con su cuerpo sin mencionar algunas marcas de golpes que tenía en las piernas. Marcas que tardarían en desaparecer.
Él notó los nervios en su rostro y volvió a mirarla. — ¿Segura de que quieres que siga? Puedo parar si no estás cómoda con esto—
— Por favor continúa papi— Suplicó.
Jughead asintió y entonces retiró los pantalones de la rubia, dejándola solamente en bragas. Ahí fue cuando verdaderamente se dio cuenta de las marcas que la chica tenía en las piernas. Sintió aún más impotencia, pero empezó a acariciar suavemente aquellas marcas para luego llevar su mano a la feminidad de la rubia e introducir cuidadosamente dos de sus dedos.
Empezó a mover sus dedos cuidadosamente dentro de ella mientras también besaba su cuello nuevamente y a ésta se le escapaban gemidos. Él continuó haciéndolo hasta que casi la sintió correrse, pero se separó y sacó un condón de su bolsillo.
— Nena, te lo voy a repetir una última vez. Si te duele mucho o te sientes incómoda solo avísame y voy a detenerme. ¿Entendido?— Preguntó.
Betty asintió, algo agitada aún, y entonces el chico se quitó los pantalones y su ropa interior para colocarse el condón en su miembro erecto y volver hacia Betty. El también estaba muy nervioso, temiendo hacerle daño a la rubia. Y ella, al ver el tamaño del miembro del chico, solo tragó saliva y también estaba nerviosa.
Jughead se puso encima de ella y le abrió un poco más las piernas con mucho cuidado. Betty enredó sus piernas alrededor de la cintura del chico y lentamente él se deslizó dentro de ella, ambos soltando un gemido, solo que él de la rubia pareció un gemido de dolor.
Él la miró, asustado. — ¿Estás bien? ¿Me detengo? ¿Te duele?— Preguntó el ojiazul.
— Si...sigue papi...— Le pidió.
Jughead tomó aire y entró completamente en ella, quedándose quieto para que se fuera acostumbrando al tamaño, y eventualmente empezó a embestirla lentamente al principio y luego fue yendo más rápido. Ella se aferraba a su espalda desnuda mientras sus gemidos se mezclaban con los de él. Al principio le dolió, pero justo ahora se sentía demasiado bien para ella, perdiéndose en el placer junto a él.
No pararon hasta llegar juntos a su orgasmo, y esa fue la primera vez que la rubia experimentó tal sensación, y le habría encantado, principalmente porque lo hizo con el.
Jughead salió de ella y se deshizo del condón, dejándolo en un recipiente de basura, y regresó con la rubia, cubriéndose los dos con las sábanas. Él la abrazó y la pegó más a él, besando su cabeza.
— ¿Como te sientes?— Le preguntó Jughead en voz baja. — ¿No fui muy brusco? ¿Te dolió mucho?—
— Fue increíble, papi. Estoy bien. Solo dolió un poco al principio pero fue asombroso— Admitió mientras lo abrazaba. — Te amo—
Jughead sonrió y besó su cabeza. — También te amo nena—
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Ahí está pervertidas 😌 habrá más capítulos como este 😈