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La rubia abrió los ojos y se dio cuenta de que ya había llegado un nuevo día. Se sentó sobre la cama y no vio a Jughead a su lado. Sintió un leve dolor entre las piernas y recordó lo de anoche. Al recordarlo se sonrojó y una sonrisa se formó en su rostro.

— Buenos Días nena. Perdón, no quise despertarte— Habló Jughead apoyado sobre el marco de la puerta, sin camisa, y notó la expresión de dolor que la rubia tenía. — ¿Que tienes? ¿Todo bien? ¿Te lastime? Ya sabes... lo de anoche —

Ésta negó cubriendo su cuerpo desnudo con las sábanas. — Estoy bien. Y lo de anoche... fue increíble — Admitió y bajó la mirada, sonrojándose.

Jughead sonrió y se acercó a ella, sentándose al borde de la cama a su lado. — ¿Sabes que? Hoy es domingo. Yo no tengo trabajo, tú no tienes clases y tenemos la casa solo para nosotros dos.

Betty sonrió. — Me gusta eso—

— Entonces voy a hacer el desayuno. Y lo haré yo mismo. Te espero abajo nena— Avisó dejando un beso en su frente para salir de la habitación.

Betty sonrió tontamente para luego pararse de la cama e ir a tomar un baño. Después de vestirse bajó hasta la cocina y lo que vio la hizo sonreír una vez más.

Jughead estaba aún sin camisa, de espaldas hacia ella, preparando panqueques.

De repente la respiración de la ojiverde se descontroló mientras lo miraba y solo podía pensar en cómo se podía ver tan sexy cuando simplemente estaba cocinando.

El pelinegro se giró a mirarla y sonrió. — Pude sentir como me comías con la mirada—

Betty se sonrojó y bajó la mirada, empezando a jugar con sus dedos.

— Ven aquí — La llamó el chico.

— Se te van a quemar— Avisó Betty caminando hacia el.

— Eso no va a pasar— Aseguró Jughead tomándola de la cintura y pegándola a él, uniendo sus labios.

Ella correspondió y empezaron a besarse lentamente y con ternura, y en un impulso Jughead la cargó y la subió a la encimera mientras aún la besaba y se colocó entre sus piernas.

— Mejor paremos o se formará un gran problema entre mis pantalones — Murmuró Jughead contra su oído.

Betty se sonrojó y soltó una risa coqueta, pero un olor a quemado la hizo reaccionar. — ¡Los panqueques!— Avisó.

— Maldición...— Respondió Jughead separándose de ella y regresando hacia los panqueques, sacándolos del sartén.

— Te lo dije papi— Reprochó la rubia cruzando los brazos.

— No se quemaron tanto mi amor — Aseguró el chico mientras servía los panqueques en dos platos y les ponía miel de maple encima.

Betty no le quitaba la mirada de encima. Le encantaba cuando el chico estaba sin camisa.

Pronto ya los dos estaban desayunando juntos en la mesa mientras se regalaban miradas y sonrisas coquetas.

— ¿Ves? No quedaron tan mal— Presumió el ojiazul llevándose un pedazo de panqueque a la boca.

— Un poquito quemados... pero no están nada mal — Admitió la rubia.

— ¿Y ahora qué quieres hacer, nena?— Preguntó Jughead.

— ¿Vemos una película?— Propuso la rubia.

— Por supuesto — Aceptó el pelinegro.

— ¿Puedo elegirla yo?—

Rescatar Tu Corazón •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora