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Después de salir de aquel edificio en construcción, Jughead entró a su auto y condujo hasta Riverdale High para recoger a Betty.

Cuando se estacionó frente a la secundaria, salió de su auto y se apoyó en el, esperando a Betty, ya que faltaban pocos minutos para que ella saliera.

Y mientras esperaba a Betty, miró a su alrededor y vio a alguien que lo hizo quedarse extrañado. Vio a su mejor amigo Archie Andrews esperando dentro de su auto con la ventanilla abierta.

Jughead estaba a punto de ir hacia él para hacerle preguntas, pero en ese mismo momento sonó el timbre de la secundaria indicando que ya era hora de la salida de los estudiantes.

El pelinegro observó cómo Betty se despedía de sus amigos para luego caminar hacia el, pero no traía buena cara.

— Nena— Habló Jughead dando dos pasos más cerca de ella y abrazándola. — ¿Como te fue?—

— Bien— Contestó la rubia separándose del abrazo, cortante.

Jughead alzó una ceja, mirándola. — Conozco esa carita. ¿Que ocurre? ¿Te pasó algo? ¿Alguien te hizo algo?— Preguntó.

Betty negó y le sonrió falsamente. — Hoy tuvimos muchas clases y estoy muy cansada. ¿Podemos irnos a casa ya?—

— Claro. Vamonos pequeña — Respondió el ojiazul abriéndole la puerta del auto.

Betty entró al auto y luego entró Jughead. Lo encendió para empezar a conducir mientras la miraba de reojo.

Betty se quedó mirando por la ventana, otra vez sumergiéndose en sus pensamientos.

Flashback.

Desencadenaron a Betty y un hombre la llevaba tomada del brazo fuertemente, casi arrastrándola.

— Por favor ya suélteme— Suplicó la rubia mientras lloraba. — Me está lastimando, por favor...

— Cállate — Exigió el hombre deteniéndose frente a una puerta y abriéndola. — Ahora entra ahí y más te vale que no salgas— Advirtió empujándola hacia esa habitación.

Betty entró a aquella habitación y se encontró con mujeres que se veían mayores que ella, las cuales estaban maquillándose y peinándose frente a los espejos y algunas se giraron a mirarla.

— ¿Que hace esta niña aqui?— Preguntó una de las mujeres.

— ¿Te perdiste pequeña?— Preguntó la otra, divertida.

— Yo... yo... yo no quiero estar aquí — Confesó Betty rompiendo en llanto.

— Pero ya estás. Y ahora tendrás que hacer lo que don Fernando y la señora Lola digan— Aseguró la mujer mientras se aplicaba labial.

— Pero con ese cuerpo no creo que tengas mucho éxito— Opinó la otra mirando a la menor de arriba a abajo. — Estás muy pasadita de peso. Mira... eres linda pero debes ser más delgada —

— ¡Basta!— Intervino otra mujer poniéndose frente a Betty. — Qué malditas perras son todas ustedes. En lugar de ser groseras y meterle esa basura en la cabeza deberían ayudarla—

— Agh, Merlina, que pesada. La niña está algo gorda y solo le estamos dando un consejo para que le guste a los hombres —

— Cállate Perla— Exigió Merlina volteándose a mirar a Betty, quien lloraba en silencio. — Ven conmigo. No hables con estas zorras— Le dijo tomándola de la mano.

Rescatar Tu Corazón •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora