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Las mellizas despertaron gracias a la luz del sol entrando por el ventanal.

Melissa se sentó y estiró mientras que Lisa apenas podía abrir los ojos.

-Lisa.

-¿Si?

-La casa está viva.

-No digas estupideces, ya se que casi morimos pero ¿una casa viva? 

-Tiene consciencia, ayer la sentí.

Su melliza la miró seriamente.

-¿No es broma?

-No.

Escucharon voces del otro lado de la puerta, por lo que Lisa se puso de pie y a paso lento se acercó escuchando un poco mejor.

-Están cantando.

-¿Qué?

-Lo que dije.

Al cabo de una hora ambas se encontraban sentadas en la gran mesa junto a la familia. Su desayuno se vió interrumpido cuando la matriarca decidió dirigirse a ellas.

-¿Podemos hacerles algunas preguntas?

-Claro.

-¿Cual es su edad?

-Tenemos 23

Algo que todos en la mesa notaron era que "Alexa" hablaba más que su gemela, solía hablar por las dos.

-¿Tienen alguna familia?

-No. 

Alma decidió dejar de preguntar, el resto de la información la iría conociendo después.

En cuanto el desayuno terminó, todos se pusieron de acuerdo en realizar sus tareas.

-Yo iré a sanar gente al pueblo.

-Yo iré a revisar los cultivos, se acerca la época de sequía y quizá necesiten lluvia.

-Iré a hablar con el padre acerca de la misa del domingo, quería hacer algo especial.

Mientras tanto las jóvenes solo miraban a cada integrante de la familia hablar, mientras más hablaban más incrementaban su curiosidad, ¿Julieta era doctora? ¿Qué tenía que ver Pepa con la lluvia?

-Bruno.

El mencionado, que ya se escabullía a su habitación pegó un saltito y detuvo su andar para mirar a su madre, se hacía una idea de lo que quería pedir.

-¿Podrías llevar a las chicas a comprar ropa y zapatos? Eres el único que no tiene nada que hacer.

Bruno solo se limitó a asentir mientras soltaba un suspiro, le daba algo de miedo llevarlas él. Miranda parecía incómoda cerca suya, cosa bastante comprensible si tomaban en cuenta su aspecto tan desordenado. Con Alexa no parecía haber mucho problema pero no quería incomodarla, habían pasado por algo muy malo y el incomodarles solo haría su estancia en casita algo un tanto amargo.

Su madre le entregó el dinero y se limitó a esperar a que las chicas estuviesen listas, no fue cuestión de tiempo para que así fuera.

-Tengan, por si se lastiman.

Julieta le entregó al mayor una bolsa de papel con unas arepas dentro, Bruno agradeció y sin más se marchó junto a las chicas.

-Entonces... Alexa y Miranda.

-¿Si?

Aunque Melissa respondió solo miraba todo el pueblo con especial atención, al igual que Lisa.

Por sus miradas, el mayor no pudo evitar sonreír un poco y comenzar a mostrarles más a detalle el lugar de camino a la tienda de ropa.

-Y aquí es la tienda de ropa.

Abrió la puerta y con una mano les hizo seña de entrar, gesto que las menores agradecieron antes de abrirse paso al lugar.

Miraron todo con cierta admiración, todos esos vestidos eran tan...tradicionales. Eran bonitos.

-¡Bruno!

El mencionado volteó mirando a la dueña del lugar.

-Doña mati, ¿Qué tal?

-Me gustaría que vieras mi futu-

Se interrumpió a si misma al ver a las jóvenes eligiendo faldas y blusas.

-Supongo que son nuevas en el pueblo.

Melissa permaneció con la mirada en la ropa mientras su hermana si miró a la amable señora, sonrió casualmente.

-Si, Bruno nos está enseñando como es poco a poco. Nos va gustando mucho.

-Eso es bueno, si.

Palmeó un poco el hombro del peli negro antes de seguir con su camino fuera de la tienda.

-Véame a las 4, ¿si?

-Claro.

Cuando la mujer se marchó, Melissa ya con un vestido en mano miró a Bruno y se acercó a él manteniendo cierta distancia. Su curiosidad podía más que su actual miedo por los hombres.

-Disculpa, ¿Tienes algún puesto de adivinación o algo?

-No como tal.

-¿Eres una especie de brujo?

-No, no. Es debido a mi don.

Las mellizas guardaron un sepulcral silencio que se vio interrumpido únicamente por el toser de la empleada en el mostrador.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora