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Melissa despertó gracias a un constante y molesto sonido el cual provenía de la ventana.

Se sentó mientras tallaba uno de sus ojos y miraba a su alrededor, se sonrojó levemente y sonrió cuando pudo recordar su situación actual. Miró a la ventana notando como la luz del amanecer apenas y se hacía presente, podía adivinar que eran las 5 o 6 de la mañana. Se sobresaltó al notar como un tucán tocaba la ventana de forma constante con el pico mientras la miraba, pudo reconocer al instante que llevaba su rosa blanca en una pata.

Se puso de pie y recogió su bata, se la puso y seguidamente se dirigió a abrir la ventana dejando que el animal entrase y se posara en uno de sus hombros.

"Debes tener hambre, gracias por traerla"

"Si tengo."

Tomó la rosa blanca y la dejó en el buró, miró a Bruno dormir y sonrió enternecida. Besó su frente y salió de forma silenciosa bajando rápidamente pero tratando de mantener cierta suavidad en sus pasos, no quería que el animal en su hombro perdiera el equilibrio.

Se dirigió a la cocina donde comenzó a buscar fruta, en cuanto la encontró picó un poco y lo dejó en un tazón. El tucán rápidamente bajó de su hombro a la barra y comenzó a comer. 

-Dejaré abierta una ventana de la sala, en cuanto termines puedes ir o invitar a tus amigos aquí, no lo sé.

"Por cierto, los jaguares quieren saber si quieres el cuerpo, y que harán con las cosas que tenía"

-Ya debe estar desintoxicado así que pueden comerlo, las cosas pueden enterrarlas tan profundo como puedan, no las quiero.

"Bien, gracias."

-A ti.

Acarició la cabeza del animal para después ir de regreso a su habitación. Una vez ahí se quitó la bata y entró al baño, no soportaba sentir su cuerpo pegajoso.

Pasada una hora se encontraba en la cocina buscando entre las estanterías algunas hierbas secas. Recordaba de forma perfecta los ingredientes que usaba su padre para un té, le tomó años darse cuenta de su utilidad. 

Soltó una suave risa cuando pudo recordar las palabras que siempre solía escuchar cuando preguntaba para qué era.

"Para que no tengas mas hermanitos, tres son suficientes"

Comenzó a hervir el agua en cuanto encontró flores de belladona, cicuta y adelfa secas. En cuanto el agua hirvió le dejó caer las flores y la dejó reposar en una taza.

Se sentó en el comedor y apoyó su rostro en su mano, comenzó a pensar en qué haría exactamente al ver a Bruno despertar, lo más seguro es que haya perdido interés en ella sea de forma momentánea o no, así que no sabía exactamente que debía decir o como debía actuar. 

Decidió no seguir pensando en ello y en su lugar beber el té, si dejaba pasar más tiempo era menor eficaz. Comenzó a beberlo de forma lenta y con sorbos pequeños, si daba tragos se iba a quemar.

Cerró los ojos disfrutando de como el agua caliente bajaba por su garganta, era perfecto para una mañana así de fresca.

Solo pudo notar que había perdido la noción del tiempo y se había sumergido demasiado en su momento cuando sintió unos labios posarse en su mejilla seguido de un "buenos días" murmurado en su oído.

Abrió los ojos y pestañeó un par de veces procesando lo que acababa de pasar, miró a su lado el como Bruno sonreía. Al parecer no había perdido el interés en ella, ¿había aumentado? quizá.

-Buen día bonito.

Acarició su cabello húmedo y suspiró, siempre se secaba fatal el cabello.

-Debes dedicarle más tiempo a tu secado de cabello.

-¿Para qué? El aire lo seca por mí.

Suspiró resignada ya que de cierta forma tenía razón, siempre terminaba seco y bonito.

-¿Sabes? A veces extraño sentir la arena en tu cabello.

-¿Si? Puedo buscar un poco y echarme encima.

Comenzó a reír mientras el mayor tomaba asiento a su lado y la miraba enternecido, estaba bromeando pero si se lo pedía si iba a tirarse arena encima.

-No, así estás bien. ¿Vas a desayunar?

-Yo preparo el desayuno, debes estar exhausta.

-Bueno, sí pero no es la gran cosa, puedo hacerlo. Es más, hagámoslo juntos.

-Muy bien bonita dama, lo haremos juntos.

-Termino mi té y comenzamos, dame un segundo.

Bruno se limitó a asentir y mirarla con atención, se sintió un poco avergonzado cuando se dio cuenta de que gracias la clase de vestidos que solía usar la chica las marcas eran visibles.

Melissa sonrió sin saber exactamente por qué se sentía tan orgullosa de el hecho de que habían marcas en el cuello de Bruno que eran visibles, además el hecho de saber que las que ella tenía también lo eran solo podía aumentar más ese sentimiento. Aunque ese mismo sentimiento la avergonzaba, ¿orgullosa de marcas en la piel? le parecía algo tonto pero no podía evitarlo.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora