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La familia Madrigal estaba reunida finalmente, claro que faltaban las niñas pero esa no era una conversación en la que ellas podrían participar.

Julieta miraba a Bruno con preocupación, Pepa lo miraba con cierto enojo y curiosidad. Por su parte Félix y Agustín lo miraban igual que Julieta.

-Como ya saben, tenemos un asunto pendiente por resolver. ¿Cierto?

Todos asintieron con la cabeza casi al unísono mientras guardaban silencio expectantes a que Bruno fuese quien iniciara.

-Lo siento.

Se mostraron sorprendidos al ver como quien iniciaba era Alma, y disculpándose. Eso no era algo que se viera todos los días. 

Por su parte Bruno no quería o más bien no podía hablar, las palabras se quedaban atoradas en su garganta en forma de nudo. Los nervios se mezclaban con su tristeza pero a su vez se opacaban por la sorpresa de que su madre se había disculpado.

-Me obsesioné tanto con la magia que acabé destruyéndola. No fue Bruno, ni nadie más que yo. No tuve en consideración los sentimientos de nadie y solo quería que todos nos vieran perfectos y fuertes.

-No, madre.

A pesar de que tenía muchos sentimientos dentro de sí mismo, sorprendentemente su voz había salido firme. Nadie además de ellos dos necesitaba hablar en ese momento, al fin y al cabo ellos habían sido los principales detonantes de todo ese desastre.

-Fue un error de ambos, mío por callar mis sentimientos y tuyo por habernos presionado tanto.

-Pero hijo, la culpa recae en mí. Incluso puedo entender si alguno de ustedes me odia.

-Madre, no te odio. No creo que tengas la culpa, solo cometiste el error de obsesionarte. Y hasta eso puedo entender, eras una mujer que había pasado por algo muy intenso y de la nada recibes algo tan especial y mágico literalmente. No se los demás pero yo quizá habría actuado igual en tu lugar. Solo querías la perfección, aunque tomaste un mal camino no te juzgo.

-Bueno, él tiene razón.

-Creo que yo lo habría hecho peor, lo que hizo mamá no fue tan malo.

Limitándose a solo ese par de oraciones las hermanas apoyaron a su tercero, sabían que de cierta forma tenía razón.

Alma sintió las lágrimas acumularse en sus ojos amenazando con salir en cualquier momento. Se puso de pie y abrazó a Bruno el cual correspondió mientras suspiraba sintiendo como si un enorme peso se le hubiese quitado de encima, quien hubiese pensado que un problema de años tenía una solución tan sencilla.

Permanecieron así un rato mientras lograban escuchar suspiros de los demás en signo de alivio, una enorme tensión se había disipado con solo ese abrazo. Al separarse la mayor retomó su asiento mientras carraspeaba la garganta.

-Pepa, ¿sigues molesta por lo de la boda?

-No en realidad, estaba molesta por lo de la casa y los dones. Pero estoy mejor, gracias por mostrarme otra forma de verlo.

-Bueno, tuvieron que enseñarme antes a mí. 

-A veces creo que mi cuñada es mayor que todos nosotros.

Julieta mostró un gesto de sorpresa y se llevó una mano a la boca, acababa de recordar que su madre no sabía nada de lo que había entre Bruno y Melissa. Su sorpresa aumentó cuando vio que esta no reaccionaba ante la palabra "cuñada". En cualquier otro momento se habría puesto a preguntar todo muy alterada e incluso se hubiera molestado por no estar al tanto, pero estaba tranquila, contenta incluso.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora