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Melissa despertó de forma repentina y se sentó en la cama mientras respiraba agitada. Sudor frío recorría su frente.

Se miró a sí misma con atención mientras pasaba una mano por su cuerpo, verificando que siguiera intacta. Miró a su lado notando que lágrimas empapaban el rostro y almohada de Lisa mientras ésta dormía.

-¿Hermanita?

Escuchó un suave murmullo de la contraria, pronunciando la palabra "mamá". Suspiró sabiendo que no podía modificar su sueño, eso solo la iba a perjudicar más.

Se puso de pie tratando de ser silenciosa y con el mismo cuidado salió de la habitación para ir a la cocina. Estaba consciente de que después de una pesadilla como esa ya no iba a dormir tranquila por un par de días.

Ya en la cocina buscó ingredientes para prepararse un café, casita movió los mosaicos de la barra de forma que la tasa estuvo junto a sus manos antes de intentar buscarla.

-Gracias.

Terminando de preparar el café escuchó un sonido justo fuera de la cocina, era como si alguien hubiese caído. Tomó de forma silenciosa un cuchillo, lo escondió tras su espalda y se asomó.

Levantó ambas cejas y se arrepintió un poco de haber tomado el cuchillo al ver a Bruno levantándose y sacudiéndose la ropa.

-¿Bruno?

El mencionado la miró y se mostró sorprendido, no esperaba verla a altas horas de la noche.

-¿Si? Hey, ¿qué haces por aquí a estas horas?

-Eso debería preguntar yo.

Entró de nuevo a la cocina seguida del mayor y se sentó frente a la barra. Empujó con sus dedos la tasa de café en dirección a Bruno.

-¿Café?

-Si, si. Gracias.

Tomó la tasa y en ese momento Melissa pudo notar que llevaba las manos un tanto heridas y con rastros de tierra. Ni hablar de su cabello, literalmente tenía hojas y ramas enredadas en sus rizos.

Dejó el cuchillo en su lugar y pudo escuchar como Bruno casi se ahogaba con el café al notarlo.

-¿Qué?

-¿Llevabas un cuchillo?

-¿Y si eras un ladrón o algo así?

-Sé que tengo pinta de uno pero no hacía falta.

La castaña rodó los ojos mientras se preparaba otra taza de café.

-Creo que Julieta dejó algunas arepas por acá.

Comenzó a buscar en el refrigerador hasta toparse un plato con algunas arepas. Lo sacó y se lo entregó a Bruno quien comenzó a comerlas así.

-¿No las vas a calentar?

-No, me da miedo que pierdan el efecto.

Mientras daba sorbos al café, Melissa le hizo una seña con la mano al contrario de que la siguiera, cosa que hizo sin cuestionar.

Se sentaron en el pasto del jardín trasero mientras una dirigía su mirada a la luna y el contrario dirigía su mirada a la chica.

-¿Ya puedo saber qué haces despierta?

-Solo tuve un mal sueño, ¿sabes qué es más raro? llegar a las tres de la mañana con hojas, ramas y tierra en el cabello.

-Salí a caminar pero me caí, quizá me quedé un poco más de tiempo en el suelo de lo que debería.

-Tu cabello es muy lindo como para que lo maltrates así.

Comenzó a retirar las hojas y ramas del cabello ajeno mientras Bruno se quedaba quieto, no era común que alguien tocara su cabello y no sabía si en ese momento le gustaba o lo incomodaba.

Melissa aprovechó a acariciarlo un poco, desde que lo había visto tenía unas enormes ganas de enredar sus dedos en su cabello y jugar con él. Se sorprendió y alejó la mano cuando se dió cuenta de que tenía arena.

-Tiene arena, arena.

Tras un breve silencio, la curiosidad pudo más con ella.

-¿Acaso no te bañas?

-Si me baño, pero mi habitación consigue que me caiga arena encima todo el tiempo.

-Ahora que recuerdo. Cuando llegamos me llamaste "Melissa". ¿Qué...?

En el momento que escuchó esa duda, Bruno sintió los nervios apoderarse de él.

-Es una historia un poco graciosa, jeje. 

Melissa se limitó a levantar una ceja mientras dejaba la tasa en el suelo y se cruzaba de brazos, se hacía una idea de lo que había ocurrido pero quería oírlo de forma directa.

-Cuando te desmayaste Lisa te llamó "Melissa" y después confirmó que eran sus nombres reales.

-Lisa... Lisa.

La castaña murmuraba el nombre de su hermana con una clara irritación, no le molestaba del todo que Bruno lo supiera, le molestaba el como lo había revelado tan fácil. ¿Y si lo hubiera sabido alguien más?

-Estuve de acuerdo en no mencionarlo a nadie más, pero ¿por qué ocultar sus nombres?

-Cuando llegamos aquí estaba asustada y no quería que ningún tipo de información nuestra fuera revelada, no confío muy fácil en la gente. Sin ofender o algo.

-Entiendo.

Ambos se recostaron en el suelo mientras miraban hacia la luna con sus mentes en blanco.

-Bruno.

-¿Si?

-Hablame de ti, cuentame un poco más de tu vida. No lo sé, ¿que te gusta? ¿qué cosas odias?

Al oír un pequeño "¿hm?" como simple respuesta, cerró los ojos comprendiendo la confusión del contrario.

-Somos amigos pero casi no sabemos nada del otro, me gustaría saber más de ti.

-Cuando tenía veinte casi quemo el pueblo entero.

-¿Qué?

-Tiré una vela que quemó un mantel, ese mantel quemó una cortina, esa cortina quemó unas plantas que estaban muy cerca, y esas plantas quemaron parte del árbol navideño que habían puesto en el centro del pueblo, desde entonces en cada evento de ese tipo voy por las calles menos decoradas.

-Qué efecto dominó tan caótico, ojalá yo hubiera quemado así mi casa.

-¿Ojalá?

-Ignora eso.


Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora