31

356 51 1
                                    

-Parece que alguien tuvo una noche interesante.

Melissa rodó los ojos ante las palabras de su hermana. Estaba prácticamente luchando por no caer dormida mientras unas ojeras se asomaban bajo sus ojos.

Ambas mellizas estaban de pie frente a la zona donde iba a situarse su nueva casa, la mayor de las dos llevaba una canasta con algunas cosas dentro y una maleta con sus cosas personales.

-No dormí muy bien, con cada pequeño movimiento me despertaba.

-Movimiento, eh

-¡Oye!

-Ya, ya. Lo siento.

Lisa se quitó el choker al mismo tiempo que sus marcas negras desaparecían y sus ojos brillaban cual joyas. Dejó los planos de la casa en el suelo dejando que su hermana los mirase un momento.

-Los dibujé con muebles para ahorrarme el trabajo. ¿Trajiste las cosas?

-¿Estás segura de ello? Me asusta que usarlo a este nivel te afecte, nunca lo has hecho.

-No me voy a echar para atrás en este momento. 

Melissa suspiró y sacó las cosas de la canasta dejándolas encima de los planos. Un vaso con mezcla de cemento, un ladrillo, un pedazo de cristal, un pequeño bloque de madera y una teja. 

Una vez aseguradas de que tenían todo suspiraron y la mayor retrocedió un par de pasos dejando a su hermana junto a los planos.

-¿Crees que unas gotas sean suficientes?

-Me parece que es relativo al tamaño del objeto.

Lisa asintió y sacó una navaja de uno de los bolsillos del vestido y miró a su hermana. Solo una seña bastó para que la contraria se alejase más. 

Suspiró con nerviosismo y tomó la navaja abriendo una profunda herida en la palma de su mano, la puso sobre los planos dejando que la sangre caiga y los manche junto a los demás objetos.

Melissa se vio obligada a cerrar los ojos al sentir como el polvo se levantaba y solo podía alcanzar a escuchar ruido, no podía saber bien que ocurría ya que jamás había visto a su hermana crear algo tan grande y con objetos.

Abrió los ojos y solo pudo alcanzar a notar una teja acomodarse en el techo por su propia cuenta.

-¿Lisa?

Escuchó pasos apresurados desde el interior de la casa y a los pocos segundos la mencionada abrió sonriendo. Sin embargo Melissa se asustó al verla pálida y con su nariz sangrando, había sido demasiado para ella y lo sabía.

-Échale un vistazo, iré a lavarme la herida.

-¿Cual échale? ven aquí niña estúpida, por cosas así es que eres adoptada.

La tomó con suavidad de la muñeca y la atrajo hacia ella mientras carraspeaba un poco.

-¿Soy adoptada?

-Si, acuérdate que tu mamá te tiró a la basura y la mía te recogió.

-No me acuerdo.

-Si, te lo juro.

Lisa guardó silencio al escuchar a su hermana tararear una canción, no necesitaba siquiera una letra. 

-No te sientas sola, ya que como las estrellas estamos brillando. No desaparezcas por que tu existencia es importante.

Sonrió al escuchar lo que su hermana cantaba, conocía la canción. La misma que su madre usaba para ellas.

Melissa se detuvo cuando notó la herida en la mano cerrarse y la nariz dejar de sangrar, pasó un dedo por encima de la cicatriz de forma que esta se borró.

-Ahora solo hace falta que duermas y comas algo, así vas a recuperarte por completo. 

-¿Si?

-Ya no hago milagros, hace poco rompí mi propio limite.

-Pude sentirlo.

-Ve a tu habitación, la que sea. Te llevaré comida a la cama.

-Pero no tenemos despensa.

-Habrá que ir por ella.








Bruno despertó algo desorientado, en cuanto recobró el sentido se asustó y se sentó de golpe. Miró a su alrededor y suspiró decepcionado pero aliviado a la vez.

Aliviado por que Melissa no estaba, decepcionado por el mismo motivo. Recordaba bien haberla abrazado para dormir, no sabía como verla a los ojos después de algo tan vergonzoso, ni siquiera había preguntado si ella quería dormir con él. Solo lo había hecho y ya.

Suspiró y se puso de pie, necesitaría más que una arepa para poder con la resaca.

Al cabo de una hora estaba en la cocina comiendo empanadas, era tarde así que todos estaban ocupados. Estaba un poco triste por no haber podido despertar antes para despedirse de las mellizas, aunque estaba seguro de que después las vería no era lo mismo.

Cerró los ojos pensativo, al tener una idea sonrió y abrió nuevamente los ojos. Terminó la empanada y regresó prácticamente corriendo a su habitación, era algo brillante y él lo sabía.

Una vez en su habitación miró sus escaleras.

-Creo que si son bastantes.

Comenzó a subirlas con optimismo, a mitad de camino su velocidad había disminuido. Miró en su hombro a una de las ratas hacer señas burlescas.

-Claro, como tú no tienes que subirlas. Búrlate de Bruno.

Al final jadeaba de cansancio, se sentó mientras recobraba el aliento. Una vez se sintió mejor se puso de pie nuevamente y se dirigió a su santuario. 

Ya en el santuario buscó entre la arena los pedazos de la predicción que le había hecho a Melissa, de solo recordarlo sentía nauseas y una profunda ira invadirlo. La chica conocía al tipo, y por lo que sabía no era alguien del pueblo.

Sacudió la cabeza, nunca había intentado cambiar un futuro ya visto. Pero tenía una leve esperanza de conseguirlo esta vez.

Tomó varios fragmentos y salió del santuario, una vez de pie frente a las escaleras miró hacia abajo teniendo por un momento el deseo de aventarse directamente al suelo.

-Bien, aquí vamos.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora