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Lisa estaba de pie a mitad de la sala mientras suspiraba sosteniendo unas hojas de papel en sus manos, Melissa solo miraba las hojas con curiosidad. Estas últimas conformaban una lista de cosas que habían que comprar y ordenar para tener todo listo en la fiesta de Luisa.

-¿Tanto?

-Primero debemos traer muestras de cada cosa en la lista y las elegidas serán las que vamos a comprar.

-La señora Alma dijo que lo discutirían todos juntos y le darían preferencia a la festejada. Entonces, ¿debemos traer todo en un solo día?

-Bueno, hay que traer todas las muestras y ya nos irán llegando las cosas a lo largo de los días.

La mayor tomó dos hojas dejándole otras dos a su hermana, comenzando a leerla sin preocuparse demasiado por conseguir las cosas. El pueblo no era tan grande así que no sería difícil.

-Cambiando, ¿ya encontraste un lugar?

-No, pero sigo en ello. Quizá lo más adecuado es que sea a las afueras del pueblo.

Melissa recordó la visión de Bruno y frunció el ceño al sentir un escalofrío recorrer su espalda, si algo así iba a ocurrir lo mejor era no ser vistas.

-Sí, busca un terreno despejado para no tener que talar árboles, y sin dueño.

-No creo que muchas zonas de fuera tengan dueños.

-Es solo precaución extra.

-Entonces yo voy por esto y tu por ello, ¿no?

-Si, si. Te veo en unas horas.

Mientras la de cabello corto miraba a su hermana marcharse mordió su labio inferior de forma pensativa, tenía que ir por todo en la lista y quería invitar a Bruno a ir con ella. Pero por todo lo que el pueblo habla de él sin siquiera considerar si estaba presente o no sabía que sería incomodo.

Se marchó de la casa en dirección al pueblo mientras revisaba nuevamente la lista en el camino. Había lugares que aún desconocía pero sabía que solo era cuestión de preguntar.

Se detuvo en seco mirando alrededor notando que estaba en el centro del pueblo, no parecían ser muy groseros con las personas desconocidas pero el simple hecho de hablar con algún extraño para pedir indicaciones o ayuda de cualquier tipo la aterraba. Los nervios no le permitían siquiera acercarse a alguien de forma voluntaria.

Divisó una fila de personas aparentemente heridas y otras con alguna parte del cuerpo rota.

Se acercó un poco hasta notar como en una mesa Julieta estaba repartiendo comida, era básicamente atención medica.

Antes de poder dar otro paso para poder preguntarle a ella acerca de los lugares que desconocía, divisó junto a ella un par de personas, un chico alto de cabello negro y lacio junto a una chica un poco más baja con las mismas características del chico, al parecer eran hermanos.

Las expresiones de Julieta dejaban en claro que el chico parecía decir algo importante, así que mejor se decidió a no interrumpir.

Dio media vuelta y con solo dar un par de pasos sintió un leve tirón en su vestido, cuando se giró nuevamente vio a la chica tomándola con suavidad de una manga de su vestido.

La aparente menor miraba a Melissa como si hubiese encontrado una joya de extremo valor, cosa que alertó un poco a esta última, ¿la conocía? ¿sabía exactamente por qué estaba ahí?

-¿Podrías soltarme? No me gusta que me toquen.

-Lo siento, lo siento.

A pesar de soltarla, la siguió admirando y cuando la de cabello castaño se decidió a seguir su camino, fue seguida por la desconocida.

-Parece algo perdida, ¿quiere que la ayude? conozco el pueblo como la palma de mi mano.

Melissa la miró con duda y desconfianza marcada en sus ojos y expresión, sin embargo aceptó y le mostró las listas, si iba a caer en una trampa era mejor hacerlo rápido.

Sin embargo se sorprendió al notar como la chica realmente estaba mostrándole dónde conseguir las muestras de cada cosa en la lista, estaba facilitando su trabajo.

La mayor sostenía dos cajas en sus brazos apiladas una sobre la otra, de forma que tapaba su vista y solo podía mirar sus pies para no tropezar y caer rompiendo alguna cosa delicada.

Detuvo su andar cuando vio una rata posarse frente a ella mirando en dirección contraria mientras la señalaba, era obvio lo que estaba pasando pero Melissa no pudo procesarlo a tiempo. Casi tiró las cajas cuando escuchó la voz de Bruno.

-¿Meli?

-¿Si? Dios, me asustas.

-No, no. Deja que te ayude con eso.

-No, puedo yo so-

Antes de terminar la oración, Bruno ya estaba sosteniendo las cajas por ella.

-Una de las ratas me dijo que necesitabas ayuda, parece que hablaba de esto.

-¿Hablas con ellas?

-Más o menos, usan señas.

El mayor se percató de la presencia de la chica peli negra la cual los miraba con la emoción de una niña pequeña, cosa que lo extrañó un poco. ¿Qué era tan emocionante?

-¿Un gusto?

-Ah, si si. Un gusto, estaba guiando a su amiga por las tiendas. Parece no conocer mucho.

La chica miró sobre el hombro de Melissa y pareció asustarse un poco.

-Bien, fue un gusto pero tengo que irme. Nos veremos después, espero podamos ser cercanas.

Besó la mejilla de la mayor mientras le entregaba las hojas, antes de que la contraria pudiese reaccionar y empujarla miró el como la menor corría hacia su hermano.

El chico dio un tirón al cabello de su hermana y se la llevó casi a rastras, se notaba bastante molesto.

-¿La conocías?

-Absolutamente no, me asusté cuando me besó la mejilla. ¿De donde saca tanta confianza?

-Uhm... ¿Qué hace falta de la lista?

Melissa miró nuevamente las hojas y levantó una ceja.

-Unas cinco cosas, no mucho.

Mientras caminaban en dirección a la siguiente tienda se formó un silencio entre ambos, por su parte Bruno tenía un pequeño debate mental entre si preguntar por una duda que tenía desde que vio a Melissa con la otra chica, y la menor solo pensaba en el por qué no había podido leer la mente de la chica, lo había intentado pero falló.

-Meli. ¿No te molesta que te llame así, cierto?

-No, no. 

-Bien, la cosa es, bueno, no quiero ser molesto o algo pero, el caso. ¿Por qué no me pediste ayuda a mí?

-No quería incomodarte, quería pedirte ayuda pero lo que no quería es que sigas escuchando como la gente del pueblo sigue hablando. No parecen molestarse en parar incluso si estás ahí. Es molesto, lo odio. No puedo imaginar como lo pasas tú.

-Estoy algo acostumbrado, y es más fácil si sé que estoy haciendo algo bueno.

-Entonces si tengo cosas que hacer en el pueblo, ¿vas a ayudarme?

-Por supuesto, encantado de hacerlo.

-Es un trato, no puedes retractarte.


Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora