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Melissa estaba terminando de limpiar la casita Madrigal, le había pedido a su hermana quedarse en casa por al menos tres días, ese era el primero.

Durante toda la mañana había sentido una mirada sobre ella, sabía muy bien que era de la única persona a la cual no le había leído los pensamientos. Tomó asiento al pie de las escaleras mirando atentamente para fijarse en si había faltado algo, sonrió satisfecha al ver que todo estaba terminado.

-¿Necesitas algo, Brunito? No me has hablado en todo el día, solo estás ahí mirándome y escondiéndote.

-¿Tan obvio soy?

-Más que eso diría que estoy muy pendiente de ti.

Lo miró acercarse a ella y sentarse a su lado.

-Lo siento por lo del otro día.

-¿El qué? No hiciste nada malo.

-Ya sabes, me dormí contigo sin preguntar si querías y bueno...

La menor levantó una ceja al no escuchar lo último. 

-No me molestó dormir contigo, hay que repetir. Pero eso último no lo escuché.

Bruno se sonrojó levemente y cerró los ojos con fuerza, admitir lo que había hecho en voz alta lo avergonzaba de sobre manera.

-Ya sabes, eso de...

-¿Eso de qué?

-Ya sabes, eso.

-No recuerdo algo más por lo que debas disculparte.

-¡Las nalgadas!

Melissa se echó a reír en cuanto escuchó eso. Le parecía adorable lo cuidadoso que era con ella, era demasiado bueno para ser real.

-¿Eso? No pasa nada, también hay que repetir.

Notó como el sonrojo del mayor solo empeoraba, pero sonreía levemente. Le gustaba la idea de la misma forma que a ella.

-¿Eso crees?

-Por supuesto, ahora mismo si quieres.

-Si, digo, no. Ahora no.

-¿Por qué?

-¿Podemos salir?

-Ya terminé, así que sí. Vamos.

-Perfecto.

Ambos se pusieron de pie y se tomaron de las manos, gracias a ello es que la castaña pudo notar el nerviosismo del contrario, algo tenía planeado y era evidente.

Comenzaron su caminata mientras Melissa iba pensando en como estaría su hermana y Bruno buscaba como iniciar una conversación. Mientras que para una el silencio era cómodo, para el otro era un poco abrumador.

Entre todos los pensamientos e intentos fallidos llegaron al sitio que ya consideraban especial, la cueva. Tomaron asiento donde siempre y la menor se dedicó a mirar con atención al mayor.

-Bueno, yo. Esto es más difícil de lo que creí, jeje.

-Adelante, tómate tu tiempo.

-Preparé esto para ti pero me aterra que no lo quieras, no quiero que te sientas presionada o atada de alguna forma. 

-No me asustes.

-No, no. Lo siento, yo, ah, ya voy, ya voy.

Rebuscó entre su ropa hasta sacar algo en su puño cerrado.

-Anoche lo hice para ti, tuve un par de errores y espero haber adivinado bien la medida.

Abrió la mano mostrando un anillo verde brillante que se notaba era hecho a mano. Melissa palideció al verlo.

-No, ¿qué? ¿como?

-¡No es una propuesta de matrimonio! Bueno, si quieres que lo sea lo será, pero en un inicio no y, bueno, no .

La menor se llevó una mano al pecho y suspiró aliviada mientras pensaba rápidamente en que quería que significara el anillo. Sonrió una vez se decidió y extendió la mano derecha dejando que Bruno le pusiera el anillo y al final besara su mano.

-¿De qué está hecho?

-Es un pequeño secreto.

-Bien, ahora no puedes dejarme.

-¿Ah?

-Desde este momento estamos casados, ¿entiendes?

Miró con atención el anillo dándose cuenta de que si le quedaba bien.

-¿Casados?

-No te daré el divorcio.

Dirigió su mirada al mayor notando como la miraba con ojos brillantes, estaba emocionado. Se sorprendió cuando la besó de forma repentina, obviamente correspondió al beso pudiendo sentir como reía un poco entre este mismo. Al separarse juntaron sus frentes mientras entrelazaban sus dedos.

-¿No es muy pronto para casarnos? Digo, llevamos un mes saliendo y te aterra la idea del matrimonio.

-¿Como sabes lo que me aterra?

-Palideciste con solo ver el anillo.

-Ya estoy casada, no me aterra.

-Cierto, muy cierto.

-No me parece pronto, ya verás como seguiremos juntos. Ya te dije que no te daré el divorcio, ni intentes enamorarte de otra.

-Muy bien señora. ¿A donde iremos de luna de miel?

-No lo sé, ¿al rio? 

-Suena bien, me gusta la idea.

-Al rio será entonces. ¡Ah! Hoy podemos dormir en mi casa, tienes que verla. 

-No sabía de una casa a las afueras.

-Después sabrás de donde vino.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora