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-Bruno, necesito que más tarde vayas por unas cosas al pueblo. No son muchas así que no creo que te causen problema.

Las mellizas dejaron de comer por un momento para mirarse entre sí, con solo escuchar aquello tenían un mal presentimiento.

"Empezamos mal el día"

"Solo es un presentimiento, relájate"

 -Señora Alma, si no le molesta podemos ir nosotras. 

-No, no. Mi hijo no tiene nada que hacer y además ustedes ya tienen suficiente con limpiar toda la casa cada día.

Los demás presentes en la mesa escuchaban atentamente sin dejar de lado su desayuno, la voz de Miranda había sonado un tanto preocupada.

-Pero-

-Está bien.

Melissa miró a Bruno sonreír, aunque le pareció bonito no pudo evitar preocuparse un poco más. 

-Puedo hacerlo, no es la gran cosa.

Por su parte, las hermanas Madrigal se miraron entre sí, a su madre y al final su mirada recayó sobre Miranda y Bruno. Algo había entre esos dos, sabían que la menor no hablaba a menos que fuera necesario y por la forma en que los ojos de su hermano brillaron al escucharla hablar no fue nada normal. 

Al terminar el desayuno Pepa tomó la mano de su hermano y lo llevó al patio delantero de la casa.

-¿Qué pasa? Debes tener cosas que hacer.

-Pueden esperar un poco, esto me importa más.

Bruno se asustó un poco por el tono y miradas de su hermana, sabía que algo iba a preguntar y por desgracia podía hacerse una idea del qué.

-¿Si?

-Bruno, ¿te gusta una de las mellizas?

Los colores se le subieron al rostro en cuanto escuchó esa pregunta, no tenía sentido negarlo si incluso salía con ella. No sabía exactamente si debía decirle todo o no a su hermana, no había hablado de eso con Melissa y no quería molestarla diciendo algo que quizá a ella no le gustaría, quizá ella quería mantener todo en secreto y podía entender que así fuera. ¿Quién querría presumir el estar saliendo con él?

Asintió con la cabeza y se aferró a Pepa en cuanto esta comenzó a agitarlo con emoción, no quería caerse.

-No puedo creerlo, no puedo. Te gusta alguien, a nuestro Brunito le gusta alguien.

Le tomó un par de segundos recobrar la compostura, se había mareado un poco con tanto movimiento. Miró a su hermana la cual estaba emocionada.

-¿Tan sorprendente es?

-¡Claro que lo es! Ya verás, te ayudaremos a conquistarla.

-¿Ayudaremos?

-Julieta quiere saber, además necesitaremos la ayuda de un hombre tan romántico como mi esposo, ¿o no?

-No creo que haga falta, así estoy bien.

-No Bruno, ella tiene que fijarse en mi guapo hermano.

Rascó su nuca algo indeciso, llegados a ese punto no podría negarse. 

Mientras tanto las mellizas ya estaban en su trabajo, lo consideraban un buen ejercicio después de comer.

-Acompaña a Bruno mientras yo termino de limpiar las ventanas, cuando llegues tú te encargas de limpiar la habitación.

-¿Yo?

-Yo la limpié ayer, hoy es tu turno.

-Bien, bien. No tardo.

-Más te vale no hacerlo, llevo muchos días sola.

La mayor de las hermanas rodó los ojos y salió de la casa, había visto a Bruno ir en la misma dirección con su hermana.

-No Bruno, ella tiene que fijarse en mi guapo hermano.

Se detuvo en seco al escuchar esa oración, ¿Quién debía fijarse en Bruno? frunció el ceño sin saber exactamente que hacer. Se dio a si misma una palmada en el rostro al darse cuenta de que quizá hablaban de ella, lo cual solo la dejaba con una duda. ¿Su familia no sabía nada? 

Decidió seguir avanzando hasta llegar donde estaban los hermanos, saludó a Pepa con un simple movimiento de manos y se limito a mirar a Bruno.

-Oh vaya, que tarde se hizo. ¡Nos vemos!

Tras esa terrible actuación y aún peor excusa, la Madrigal se retiró ahora sí a realizar sus deberes.

-Creo que tenemos que hablar, ¿me equivoco?

Al escuchar aquello, Bruno se asustó y fue algo muy evidente. ¿Los había escuchado? No quería que Melissa mal interpretara sus palabras, además el simple hecho de saber que quería hablar lo aterraba, ¿ya se había aburrido de él?

-Dime.

Melissa suspiró al escuchar su titubeo y ver el miedo en todo su ser, entendía que podía asustar cuando usaba ciertos tonos pero no entendía por que Bruno estaba tan asustado, no había dicho nada malo y siempre que hablaba con él usaba un tono suave y gentil.

-¿Tus hermanas no lo saben?

-No se cuanto escuchaste, pero te juro que no le dije nada a nadie, no te molestes, por favor, no dije nada, no, nada.

Jaló un poco el cabello del mayor al escuchar sus balbuceos los cuales fueron reemplazados por un quejido, entonces el miedo era que se molestase.

-¿Quién dijo que estoy molesta?

-¿No estás molesta?

-No, realmente no me molesta si decides decirle algo a tu familia. Lisa ya lo sabe al menos.

-¿Si? Realmente creí que podía molestarte que yo dijese algo.

-Creí que ya lo sabían.

-No, no.

La castaña podía adivinar por qué Bruno tenía miedo de revelar algo, sus problemas de autoestima lo llevaban muchas veces a asumir cosas que realmente no son ciertas.

-Dilo cuando te sientas listo, a mi me tiene sin cuidado si lo saben ellos y todo el pueblo. 

-¿De verdad no te molesta?

-¿Necesitas que me pare en medio de la plaza a gritar que salgo contigo?

-No, no.

El peli negro sabía que aunque fuera una broma Melissa era capaz de hacerlo sin problema, no quería que su mala fama también recayera sobre ella.

-En fin, vine a acompañarte a buscar las cosas. 

-¿Si?

-Si, si. 

Lo tomó de la mano a la vez que comenzaban a caminar en dirección al pueblo.

-Mira, le añadí bolsillos a mi vestido.

-¿En serio? ¿Y que llevas en ellos?

-Eso es un secreto mi señor, después te lo mostraré.

Se sintió aliviada cuando finalmente vio a Bruno reír un poco, le era suficiente para estar de buen humor el resto del día.

-Entonces, ¿Qué iremos a buscar?

Bruno se detuvo en seco provocando que la contraria hiciera lo mismo, finalmente se daba cuenta de ese enorme detalle.

-Meli.

-¿Si?

-Mi mamá no me dio la lista.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora