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Uno, dos toques fueron los que las mellizas escucharon en la puerta mientras que ellas se encontraban sentadas en la cama.

Era algo muy raro ya que nadie solía ir a su habitación.

-Adelante.

Se confundieron un poco más al ver como la puerta se entre abría y Bruno apenas asomaba los ojos y parte del cabello.

-¿Si?

-¿Están bien?

Al notar las miradas de confusión supo que no tuvo otra alternativa más que explicarse.

-Dolores dijo que Alexa sonó alterada y luego escuchó algo de esfuerzo.

-Ah, no. No pasó nada, solo un pequeño sangrado nasal.

Melissa alejó el pañuelo tratando de demostrar que la hemorragia había parado, para su desgracia estaba equivocada. 

El de cabello rizado se sobresaltó al ver como la nariz de la chica sangraba, no parecía estar golpeada.

-Espera, espera. Iré por algo a la cocina.

Mientras Bruno se iba, las mellizas se miraron entre sí de forma un tanto seria. ¿Por qué a ellas no se les había ocurrido?

-Parece que aún solemos olvidar donde estamos.

-Espera un segundo. ¿Dolores está en casa?

"Sintió un leve dolor de oídos en la mañana, se asustó y se mantiene en su habitación, parece que les pone la suficiente atención como para oírlas"

Melissa comenzó a mirar a su alrededor algo asustada mientras Lisa la miraba confundida.

-¿Hermana?

-No, nada. El cansancio debe hacerme oír cosas.

Miró al mayor entrando con una arepa y una tasa de leche tibia.

-No sabía exactamente que querías, así que opte por un poco de leche y miel. ¿Así está bien?

Mientras la de cabello corto ladeaba un poco la cabeza, su hermana pudo captar al instante la situación y la ternura que estaba experimentando la contraria, se acercó a Bruno y palmeó sus hombros de forma suave para que no tirase nada.

-Claro que está bien, a mi hermana le fascinan esa clase de cosas. Iré a ver a la pequeña, es muy amable.

Antes de poder escuchar alguna respuesta, salió de la habitación mientras en camino a la habitación de Dolores realizaba un pequeño "baile" de "victoria".

Con un solo movimiento de manos, Melissa invitó al mayor a sentarse junto a ella, invitación que el contrario aceptó tímidamente.

-Gracias.

La menor entrecerró un poco los ojos al darse cuenta de que habían dicho lo mismo casi al mismo tiempo.

-¿Gracias de qué? Lo debería decir yo, eres muy atento.

-Bueno, acabas de dejar que me siente en tu cama.

-Es lo menos que puedo hacer por ahora.

Melissa comenzó a comer la arepa mientras Bruno sostenía la tasa con leche. Entre más bocados daba, más rápido desaparecía la hemorragia. 

"Primero creas una conexión conmigo y después dices que soy producto del cansancio. No se que tan ofendido sentirme ahora."

Por la sorpresa de escuchar esa voz nuevamente, la castaña comenzó a ahogarse con la arepa. Preocupado, el mayor comenzó a dar palmadas en su espalda con una mano mientras con la otra le acercaba más la tasa.

-Aquí, bebe.

-Gracias, otra vez.

Bebió un poco de leche y suspiró aliviada por el dulce y el calor juntos en su boca y garganta.

-¿Estás mejor?

-Si, mucho mejor.

Terminó la arepa y pensó en una forma de hacerle saber al contrario que estaba agradecida por todo lo que había hecho por ella hasta ahora. 

No se le ocurrió nada mejor que acariciar su cabeza, enredando sus dedos en su cabello y jugando con este mismo. Sorprendentemente la arena lejos de ser molesta le daba cierto toque de encanto.

O quizá solo era ella no queriendo ver algo malo o incomodo en el contrario.

Bruno solo pudo avergonzarse y bajar la mirada algo sorprendido, si con la vez anterior no había podido confirmar algo, esta vez si que lo hizo. Si, le gustaba que la chica le acaricie la cabeza o juegue con su cabello, incluso quería hacer lo mismo con ella.

Melissa alejó rápidamente la mano temiendo haberlo incomodado.

-Lo siento, es solo que quizá me gusta tu cabello.

-No, no. Está bien, puedes hacerlo cada vez que quieras.

-¿Qué?

Al darse cuenta de que lo dijo en lugar de pensarlo, Bruno se sonrojó un poco y cerró los ojos un par de segundos antes de levantar la mirada y darse cuenta de que la menor estaba en el mismo estado que él.

-Ya sabes, eso, ah, bueno yo. Mi cabello, acariciar mi cabello y todo eso.

La castaña asintió con la cabeza mientras seguía bebiendo la leche ahora fría, necesitaba distraerse con ello antes de terminar más roja que un tomate. Se avergonzaba aún más de haberse enternecido por el balbuceo ajeno.

-Me tengo que ir, ya sabes. Bañar a las ratas y todo, jeje.

Solo bastó que Melissa asintiera con la cabeza para que el mayor saliera prácticamente corriendo de la habitación.

-Solo te dejó tocar su cabello, no exageres, no exageres.

Aunque repetía aquello para sí misma, no podía evitar "exagerar" su estado actual. No era común que ella quisiera tocar a alguien de cualquier forma física.

Mientras tanto, en camino a su habitación Bruno palmeó su frente recordando que en realidad quería preguntar por qué a la chica le sangraba así la nariz.

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora