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El comedor no era el mejor lugar para seguir la conversación, así que decidieron seguirla en la sala. Bruno estaba sentado en el sillón mientras Melissa estaba recostada en este mismo con la cabeza en las piernas del contrario, tenía los ojos cerrados mientras disfrutaba el como jugaba con su cabello.

-Entonces haces todo eso.

-Si, uh. Las habilidades suelen ser hereditarias, yo las heredé de mi bisabuelo y Lisa heredó las suyas de nuestra madre, aunque ella creaba de la completa nada.

Sonrió levemente al sentir como la curiosidad del mayor aumentó al escuchar la palabra "madre".

-En nuestra especie las mujeres solemos ser físicamente más fuertes que los hombres, eso es algo que mis padres reflejaban muy bien. Recuerdo que mi madre siempre cargaba a mi padre, a veces para evitar algo y a veces por puro capricho. Solo quería verlo avergonzado.

Su sonrisa pasó a ser de nostalgia pura y eso se hizo aún más notorio cuando abrió los ojos.

-Cada noche antes de dormir solíamos salir al jardín de la casa, y mientras mi hermana y yo jugábamos con las luciérnagas o lo que sea, ellos se acurrucaban juntos a conversar y decirse cosas demasiado lindas, una vez los escuché y pude sentir la diabetes entrando a mi sistema.

Bruno soltó una corta risa al imaginar a una Melissa pequeña asqueada. Su risa fue acompañada por una de la menor, quién diría que iba a terminar en una situación romántica y no se asquearía.

-Siempre que nos lastimábamos papá solía cantar para cerrar las heridas, pero si era algo grave era mamá quien lo hacía. Recuerdo el como solían darnos consejos muy diferentes, mientras ella decía "encuentra a alguien que te ame y te complemente", él decía "no encuentres a nadie, se mi princesa por siempre y no crezcas". Siempre discutían por cual consejo era mejor.

La castaña pasó una mano por su rostro tratando de encontrar las palabras adecuadas para no terminar insultando todo y a todos.

-Lastimosamente a ninguno de los dos les gustaba asesinar humanos, tenían la fiel creencia de que si no atacaban no había necesidad de violencia. Y por haberse tardado en decidir que debían hacerlo para sobrevivir, murieron. 

El mayor tragó en seco tratando de asimilar la forma tan seria y cortante con la que terminó de narrar.

-¿Si?

-Terminamos en una subasta del mercado negro y ahí conocí a Henry. En un inicio quería re vendernos al doble del precio que nos compró, pero por accidente descubrió lo que somos y nos conservó a los tres.

-Espera, ¿tres?

-Tenía un hermano menor, tenía apenas un año de edad.

Bruno recordó que Melissa reprochó la muerte de un hermano. Frunció el ceño con una mezcla de emociones nada agradables en su interior, aunque no entendía como la menor podía contarlo tan tranquila.

-Nos pedía llamarlo papá, obviamente nos negamos. Pasó un mes y decidí escapar junto a mis hermanos, en la ciudad pedimos ayuda y una amable señora pareció ayudarnos. Sin embargo nos llevó de regreso a la mansión, o más bien prisión. Henry me miró a mi, y dijo que por ser la mayor toda la culpa era mía, entonces lo hizo. Golpeó a mi hermano hasta cansarse, y solo se cansó cuando su corazón se detuvo.

La castaña suspiró y cerró nuevamente los ojos tratando de contener la ira que sentía cada vez que recordaba todo eso, Henry ya estaba muerto y ya no podía torturarlo más.

-No pude hacer nada, ¿Qué harían unas niñas de trece años contra un tipo de veinticinco? Ni siquiera llorando y suplicando se detuvo. Cuando cumplí veinte intentamos escapar otra vez, era necia en verdad. Llegamos a un pueblo a las afueras de la ciudad, resulta que no había tal pueblo, la gran mayoría eran conocidos y empleados de Henry. En cuanto nos regresamos el nos metió en jaulas enormes de metal y nos obligaba a cantar todos los días en público, todo el día y cobraba cantidades abrumadoras de dinero. Golpeó a Lisa y dijo que si intentaba esa estupidez otra vez no me haría nada a mí, pero a Lisa le haría lo mismo que a mi hermano.
Llegó un punto en el que mi hermana no pudo más, comenzó a toser sangre y a perder la voz. Cada vez que intentaba cantar se desmayaba, era demasiado para ella, Henry dijo que una sirena incapaz de cantar le era inútil, así que intentó asesinarla. Le dije que haría lo que fuera con tal de mantenerla viva conmigo, entonces tuvo su horrenda idea del matrimonio. Así tendríamos hijos y los podría utilizar tanto como quisiera. Acepté sin pensarlo mucho, el terror del momento supongo.

Melissa decidió tomarse un momento antes de seguir hablando, encima de que nunca había hablado tanto estaba revelando cosas con las que era muy sensible, así que era natural tomarse un par de pausas. Además Bruno debía procesarlo, y por su silencio sabía que le estaba costando.

Pasados un par de minutos decidió continuar, no tenía el valor para abrir los ojos así que no podía adivinar el como se encontraba el contrario.

-Una noche antes de la boda lo escuché hablar con alguien, dijo que una vez casado conmigo iba a asesinar a mi hermana, por que ya le sería completamente inútil. Escapamos y esta vez si llegamos lejos, fue un poco difícil ya que estábamos del otro lado del maldito mundo, pero vaya que valió la pena. Robé algunas joyas de ese estúpido y gracias a ello pude pagar a unos tipos que iban de fiesta en un yate, vieron diamantes y aceptaron llevarnos lejos, después fue cosa de caminar y caminar.

-¿Así nada mas? ¿sin comer o beber? 

-Somos muy resistentes, aunque cuatro horas antes de llegar nos topamos un pueblo vecino y ahí pudimos comer y beber algo, aunque no contaba con que mi comida tenía droga.

Bruno suspiró mientras cerraba los ojos, fruncía el ceño y llevaba una mano a su rostro, su miedo fue confirmado por la misma chica segundos después.

-Desperté sangrando y con un señor vistiéndose, cuando lo acusé su esposa dijo que era mentira pura, que yo lo había seducido por mi ropa ya que su esposo era un hombre bueno y de familia. Nos corrieron a pedradas y por eso estaba tan paranoica cuando llegué al pueblo.

-Dios, Melissa. No...

No encontraba las palabras exactas, estaba en un shock muy profundo. Ya entendía por completo por qué ella actuaba así, de donde venían sus cicatrices y por qué disfrutó tanto haber asesinado a Henry. En su lugar quizá también lo habría disfrutado.

-No hace falta que digas algo, en estos meses he podido superarlo. Me falta mejorar algunas cosas como mi miedo inconsciente pero eso será con el tiempo. Con escucharme es suficiente.

La castaña suspiró, realmente sentía como si un enorme peso se le iba de encima. Podría ser más sincera con el mayor y con el tiempo sus miedos realmente podrían esfumarse. 

Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora