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-Bien, me voy. ¿De verdad estarás bien sola?

-Ayer estuve sola y estuve bien.

-No sé que tanto considerando como te encontré.

Melissa rodó los ojos al recordar como Lisa la había encontrado enrollada en las sábanas con el rostro completamente rojo escondido entre las almohadas.

-Estaré mejor que ayer. Además tengo planes.

-¡Traición! ¡Traicionera! Esperas a que me vaya y haces fiesta, eres muy cruel María Antonieta.

-Si si, ya lárgate a buscarnos casa.

Entre risas la menor de las mellizas salió de la casa Madrigal mientras Melissa se encargaba de hacer los arreglos para comer fuera. El día anterior le había dicho a Bruno que saldrían todos los días, y pensaba cumplirlo.

Buscaba en la cocina las porciones de comida que Julieta solía dejarles en la barra o en algún gabinete. Cuando logró encontrarlas se dedicó a buscar una canasta y algunas cosas más.

No pudo evitar brincar y tirar una tasa que fue atrapada exitosamente por una losa de la casa.

-¿Melissa?

-Creo que ya es una costumbre asustarme así.

Giró para observar al mayor mirarla confundido en la entrada de la cocina con una rata posada en uno de sus hombros y otra en sus manos las cuales saludaron agitando una de sus patitas, saludo que fue correspondido por la menor.

-Creí que hoy irías con Lisa.

-Te dije que cada día haríamos algo diferente, podría ir con mi hermana pero quiero que haga amigos, con mi cara tan sombría no es posible. Por alguna razón la gente cree que los quiero asesinar o algo.

Bruno podía entender el por qué de esos pensamientos, Melissa realmente miraba a todos como si quisiera asesinarlos y quien sabe cuantas cosas, su mirada sin brillo no ayudaba mucho en realidad. Aunque a él le gustaban esa clase de cosas tétricas.

-¿Y hoy que haremos?

-Comeremos afuera, ¿o prefieres aquí dentro?

-No, no. Todos los días almuerzo aquí, vayamos por ahí.

La chica volvió a girarse para terminar de preparar la canasta y poder irse, fuera de querer convivir más con el mayor comenzaba a tener hambre y en un momento como ese para ella comer era de vital importancia.

Una vez terminada Bruno fue el más rápido de los dos y logró tomar la canasta mientras comenzaba a caminar, Melissa estuvo ahí quieta unos segundos hasta que logró reaccionar y comenzó  seguirlo corriendo un poco hasta que lo alcanzó y pudo igualar su paso.

-Estuve pensando en la cueva de la última vez, ¿Qué te parece?

-Muy bien, espero que recuerdes el camino.

-Claro que lo recuerdo, simplemente no lo he memorizado.

La chica estuvo un poco arrepentida de usar vestido, no quería que ese también fuera roto por las ramas.

Al cabo de unos minutos pudo divisar el inicio del camino, sin embargo hubo un pequeño gran detalle que la confundió y la hizo pensar que estaban yendo en mal dirección.

-No hay ramas por doquier.

-No, ya no las hay.

Y era cierto, las ramas ya no estaban, en su lugar el camino estaba limpio y no parecía tener piedras siquiera.

-Que suerte, era terrible pasar por ahí en vestido.

-Lo sé.

Mientras iban pasando por el camino Melissa iba notando como las ramas estaban simplemente tiradas al rededor y algunas incluso tenían cortes limpios, sin embargo decidió no mencionar nada hasta no estar segura de lo que comenzaba a sospechar.

Al llegar al lugar, Bruno dejó la canasta en el centro y comenzó a sacar las cosas para ordenar todo y poder comenzar a comer, la chica se giró dándole la espalda mientras miraba a su alrededor.

La cueva tenía varias velas alrededor, lo más curioso es que parecían no haber sido usadas ni una vez. Podía notar lo estables que eran, incluso había algo de leña en un rincón.

-Bruno.

-¿Si?

-Las velas, el camino. ¿Tú lo hiciste?

-Oh, no no. No podría hacer algo así sin terminar muerto de cansancio o algo herido, todo eso fue obra de Hernando.

La menor finalmente se volteó a mirarlo confundiéndose más al verlo con la capucha de la ruana puesta.

-¿Y quién es Her-...?

-¡Soy Hernando y no le temo a nada!

Melissa llevó una de sus manos a su boca cubriéndola mientras trataba de contener su risa la cual solo quería aumentar con cada segundo que pasaba.

Bruno se quitó la capucha mientras sonreía un tanto enternecido por ver a la menor tratando de no reírse.

-En realidad soy yo.

-Uh, ¿si? casi-casi no me doy cuenta.

-Siempre pensé que mi segundo don era actuar.

-Claro, se te da muy bien, creí que te habías ido, casi me asusto.

El mayor siguió ordenando las cosas mientras sonreía satisfecho por poder entender las bromas de la castaña aunque parezca decirlas en serio, además casi logra verla reír. Lo consideraba un gran logro.

-¡Listo!

Melissa miró las ratas sentadas dentro de la cesta con un pequeño plato en medio con una arepa partida en varias partes pequeñas y a su lado una manta extendida con todo servido.

-Gracias señor.

Se sentó frente al mayor mientras este la miraba simulando un disgusto demasiado exagerado.

-¿Señor? No se que tan ofendido sentirme ahora.

Solo ahí la menor pudo confirmar que realmente se parece a su padre.

-Con que seas un año mayor te considero señor.

-No puede hacerme eso señorita, me hace sentir viejo.

-Quizá lo está.

-¡Hey!

Los ojos de Bruno brillaron un segundo mientras se dedicaba a admirar con detenimiento a la castaña, ¿por qué? finalmente la estaba viendo reír, fue algo fugaz y momentáneo. Pero la había visto reír.

Al notar como el mayor la miraba, Melissa carraspeó la garganta mientras  se acomodaba un mechón de cabello tras la oreja.

-¿Qué?

-Nada, te ríes muy bonito.

La menor tratando de ocultar sus emociones mordió una arepa, la masticó y tragó a una velocidad preocupante.

-Oh vaya, hoy Julieta se lució, son de queso. 

Bruno soltó una risa leve mientras la escuchaba, tomó una arepa y comenzaron a comer mientras conversaban de lo que fuese, si le hacía un cumplido otra vez a Melissa estaba seguro de que iba a sentir pena y no iba a mirarlo el resto del almuerzo. Claro que no quería eso.

Mientras todo eso ocurría, las ratas se habían sentado al borde de la canasta con su respectivo pedacito de arepa mientras miraban todo, de alguna forma les emocionaba tener alguien más con quien convivir y que hiciera a Bruno un poco menos sombrío y triste.




Siren (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora