Capítulo 4

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—El examen estuvo fácil, Axel. No sé de qué te quejas —comento mientras almorzamos luego de la evaluación de química que tuvimos.

Axel se enfurruña, lo que me hace reír. —Claro, habló Marie Curie. Yo soy un animal para la química, Amelia, entiéndelo.

—No soy Marie Curie, solo me gusta la química —devuelvo. Es la única materia que le pueden colocar números y yo seré feliz.

—He ahí el dilema, a mí no me gusta. Es horrible. Ni siquiera sé por qué la vemos.

Ya sé mi argumento perfecto. —Por la misma razón que las matemáticas están en nuestro pensum de estudio. Para fastidiarnos la existencia.

Chocamos el puño. —La verdad más pura, amiga mía.

Él roba parte de mi sándwich y yo le hurto sus papas fritas. —Qué par estamos hechos, tú odias la matemática y yo aborrezco la química. Somos como el dúo dinámico, pero bruto —continua con voz sombría—. Y deja de comerte mis papas.

—Tú deja de comerte mi sándwich.

Me mira como si lo hubiese insultado, pero he descubierto que Axel es dramático siempre, lo que me hace reír. —Qué malvada eres, pequeña. Pero descuida, me vengaré, no será hoy, no será mañana. Pero lo haré.

—Si eres exagerado. —me rio como nunca y agradezco a la vida poder conocer a estas nuevas personas que me iluminan con su luz. Nunca pensé que me pasaría—. Estoy feliz de estar aquí, Axel.

—Yo estoy muy feliz que tú estés aquí, Amelia.

***

Lost stars de Adam Levine suena por los altavoces de mi teléfono. Es la canción que tiene de alarma mi celular. Un error garrafal que consiguió que soñara con ella, lo cual no era su función, sino la de despertarme sin matarme de un susto.

Me levanto y veo la hora, casi me da un infarto porque faltan treinta minutos para mi primera clase del día y yo de idiota me quedé dormida.

"Estúpida"

Podría faltar, pero es de asistencia obligatoria. Además, es la materia de mis angustias, por lo que cada punto cuenta.

Maldita sea.

Me baño rápidamente y me visto con lo primero que encuentro en el armario rogando que convine y no que me aparezca con un zapato azul y uno verde.

Meto todo a duras penas mis cosas en la mochila rogando que no se quede nada como mi calculadora o la bata de laboratorio. Solo faltan diez minutos para la clase y la facultad queda a veinte caminando. Qué estrés.

Cuando estoy en la entrada del departamento veo a Axel que está saliendo al mismo tiempo del suyo. Es como si un halo de luz lo iluminase siendo la respuesta de todos mis males. Se podría convertir en mi ángel vengador. Espero que se apiade de mí y me lleve en su máquina mortal.

—¡Axel! —lo llamo. Genial, debo parecer una loca.

Él voltea y me mira con esa sonrisa que lo delata. Su cabello está un poco más despeinado de lo normal. ¿Su novia se quedó anoche con él? ¿Sera por eso?

"Concéntrate, Lía"

Aunque aún no la conozco todavía. Siento que cuando pase eso, algo cambiará.

—Amelia, buenos días —vuelve a sonreír y esa sonrisa me afecta horriblemente.

—Hola Axel ¿vas para la facultad? —trato de parecer tranquila, aunque ya he hecho el ridículo y le pregunté lo obvio.

Hasta que el sol vuelva a sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora