Capítulo 13

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Un año y medio después.

—Axel, déjame estudiar —le grito enojada porque me está fastidiando.

—No. —me quita el libro de la mesa—. Hoy es tu cumpleaños y debes disfrutar.

—Sí, pero no voy a disfrutar el cero que voy a sacar en el examen de Neurociencia.

—Por un día que no estudies no vas a reprobar. Llevas trasnochándote desde que empezó el semestre —argumenta y no podía replicar contra eso, era verdad. No había cambiado nada en este tiempo.

—Ya deja el fastidio. —le quito el libro y lo abro en la página que lo dejé.

—No. —ahora él toma el libro y lo mete en su propia mochila—. Te lo devolveré mañana. Es tu cumpleaños y vamos a sacar provecho. No todos los días se cumplen dieciocho.

Bufé por completo enojada. —Sí. Ni tampoco diecinueve, ni veinte. Es un cumpleaños normal. —él me mira filoso por un segundo, pero no tarda en reír.

—Deja tu aburrimiento y vámonos.

Han pasado ya dos años desde que conozco a Axel. Se ha convertido en mi mejor amigo. A él le cuento cosas tontas y no se burla de mí. Soy la única que lo aconseja bien cuando quiere hacer alguna estupidez. Y el apoyo o complemento del otro.

Y aunque sé muchos de los secretos de Axel, hay algunos que no revela y yo no lo presiono para que no se sienta mal. Solo sé que él está muy solo y que su única familia es su tía. Nunca habla de sus padres o hermana y esa conversación del pasado aún eso se mantiene en mi mente. Él dijo que tenía una hermana, pero no ha vuelto mencionarla. Solo esa vez. Nunca lo he escuchado hablar de su familia. Es extraño.

Y todavía sigo enamorada de él.

Y él sigue con su novia.

Ella y yo seguimos tratándonos, pero hay una animosidad en medio. Ella me detesta y sé que sabe que tengo sentimientos hacia él. Trato de ocultarlo, pero creo que eso se nota a raudales. Y de verdad que he intentado que eso no siguiera, algunos chicos han intentado hablarme, pero no puedo, no desconecto.

Por lo que sigo sin tener mi primer novio y ya puestos, mi primer beso.

Salimos de la biblioteca para irnos a casa, él vendió su motocicleta y ahora tiene el auto de su tía. Esto último porque esta enfermó aún más y no quiso que su sobrino condujera una "máquina mortal". Así que después de mucha insistencia lo convenció de que dejara ese modo de transporte, cosa que agradecía.

Su tía es una mujer cariñosa y dulce y me trata súper bien, siempre me cuidaba y me daba mucho dolor todo por lo que estaba pasando. Su cáncer había vuelto con fuerza y eso era demasiado doloroso. Axel no hablaba de ello, pero sabía que eso lo hacía sufrir.

Ella me había adoptado prácticamente. Siempre me pedía que fuera a verla e incluso iba días en dónde él no estaba. Solo nosotras dos.

Llegamos a nuestro piso y Axel se volteó hacia mí. —Recuerda que esta noche nos vamos de fiesta. —Él juega con un mechón de mi cabello—. Hay que celebrar por lo grande tu mayoría de edad.

—Está bien —abro la puerta de mi departamento—. Wii —digo con falsa emoción.

—Tu ánimo me llega al alma. —pone una mano en su pecho con el dramatismo de siempre—. Ponte hermosa, no es por es porque no lo seas, es porque... —está tartamudeando, lo que me hace sonreír. Se veía tierno todo inseguro.

—Ya te entendí, Ax. Hoy toca chapa y pintura. —me despido y paso a mi casa.

Al cerrar la puerta me recuesto sobre ella, cada día se estaba haciendo más difícil no contarle sobre mis sentimientos, cada día me estaba rompiendo de a poco por no poder separar nuestra amistad del amor que sentía por él. Esto era horrible.

Hasta que el sol vuelva a sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora