La mañana siguiente me desperté temprano cuando todavía todo mundo dormía. Había tomado una decisión mucho antes de la conversación que tuve con Matías, así que decidida a dar un cambio radical, me levanté de la cama y me vestí con un leggins, sudadera y deportivas.
Iba a salir a trotar.
Había bajado de peso con la cuestión ocurrida en los meses pasados, pero había empezado a comer con normalidad y si quería sentirme plena como deseaba en día de mi graduación, debería empezar ya a hacer algo por mí.
La idea surgió de la excursión con Matt, yo no tenía nada de resistencia física y para alguien que se supone que debe ser un ejemplo de la salud por ser médico y toda la cosa, yo no era muy saludable que digamos.
Nunca he sido una persona delgada, estaba en el índice de masa corporal, pero rayando en un poquito de kilos de más. Si he tenido problemas con mi autoestima, por eso muchas veces me sentido como indigna por así decirlo. Y sé que debo querer mi cuerpo, pero ser saludable también es una forma de hacerlo.
Y así es como poco a poco está nueva yo se iba formando. Quería sentirme bien en cada parte de mí, desde lo emocional hasta lo físico. Primera y únicamente por mí.
Fui a la cocina para tomar una manzana y al hacerlo me encontré con Erick que estaba sentado en el desayunador, parecía preocupado. Y con lo que me enteré ayer, quise ahondar más.
—¿Qué ocurre?
Se sobresaltó al escuchar mi voz. —Hola Lía.
—Hola. —le di un abrazo y encajé mi cabeza en el hueco de su cuello como cuando era pequeña—. ¿Está todo bien?
Asintió. —Haydee no pasó muy buena noche. Vomitó mucho, hace rato fue que se durmió. estoy preocupado por ella.
Mierda, le estaban dando paradas esas náuseas. —¿Por qué no me despertaste para revisarla?
—Me lo prohibió. Dijo que se iría en un taxi si me atrevía a despertarte. Y sabes que es capaz.
—Seguro se le pasará, déjala descansar y dale líquidos. Galletas salidas y te pueden servir para hacerla sentirse mejor.
—¿No puedes recomendarme algún medicamento para las náuseas?
Podía, pero me preocupaba el bebé. Las náuseas de ella eran muy fuertes por sus pocas semana de embarazo, pasaría dentro de unos meses.
—No, hazme caso en lo que te dije.
—¿Qué haces despierta tan temprano?
—Voy a salir a trotar.
Se rio. —¿Trotar? ¿Tú?
—Claro que sí, imbécil.
—Lía, eres la persona menos deportiva que conozco. En un ataque zombi, serías a la primera a la que atrapan. —le di un sopapo por detrás de la cabeza—. Oye, eso duele.
—Claro que puedo empezar. Si antes no lo hacía era por la universidad.
—Y lo dejaras al primer mes. —me di la vuelta para dejarlo con su ignorancia—. Lía no. Espera. Lo siento.
—Si puedo hacerlo.
—No digo que no, es que nunca te he visto en algo como eso.
—Porque no lo he intentado, pero si me dejo llevar por sus palabras no lo haré.
—Lo siento, de verdad. No quería hacerte sentir mal. —se acercó a darme un abrazo y le dejé porque sabía que lo sentía—. Déjame acompañarte el día de hoy.
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Hasta que el sol vuelva a sonreír
Teen Fiction¿Cuál es el cliché más grande de todos los tiempos? Enamorarte de tu mejor amigo. Soy Amelia y tenía una existencia normal, sin nada resaltante en ella. La típica historia, no podía negarlo. Mi vida social era casi nula, el cero a la izquierda. Has...