Su boca se movía con tiento sobre la mía, tocaba con suavidad mis labios sin aventurarse demasiado, solo eran roces que me hacían querer tenerlo más cerca de mí.
Coloqué mis manos sobre su pecho y eso pareció aumentar la intensidad del momento, por lo que sentí sus manos en mi cintura poniéndome más próxima a él.
Él sabía a vino y lo sentí probar poco a poco y con más profundidad mi boca. Su aroma masculino era mucho más fuerte ahora que se encontraba más cerca de mí. Y como se sentía en mi boca era un recuerdo que nunca podría olvidar. Ambos emanábamos calor a gran escala.
No había rudeza, ni sentimientos oscuros en él. Solo una ternura que estaba tocando cada parte sensible de mi alma.
Poco a poco nuestros pulmones comenzaron a pedir oxígeno y nos alejamos. Pero mi mirada no se despegó de la suya. El silencio era cómodo entre los dos.
El beso con Matías fue hermoso. Y lo mejor fue, que no pensé en nada más, solo en la dulzura y suavidad de sus labios. No pensé en nada médico, solo quise sentirlo. Fue tierno, puro muy hermoso. Él mantuvo sus labios sobre los míos, pero no fue más allá. Fue Perfecto.
Su sonrisa es plena y muy bonita. Sus ojos grises brillan con una intensidad que nunca había visto. Parecen la misma plata fundida.
Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano. —Amelia, fue mejor de lo que soñé —susurra con voz ronca pegando su frente a la mía.
Me sonrojé. —Me gustó.
Las veces que imaginé cómo sería besarlo se quedaron cortas. Nada me preparó para sentir cómo se fusionaban nuestros labios. La sensación era como tocar una nube de algodón. Suave, cálida.
Parece dudoso, como si quisiera preguntar algo pero que no sabe como yo me lo tomaría. —¿Puedo volver a besarte? —pregunta un poco indeciso. Es adorable verlo así.
Yo solo asiento. Y esa era la única respuesta que necesitaba. Porque me gustó mucho.
Él me acercó otra vez y volvió a tomar mi boca. Como el primero no fue más allá de lo que yo podía hacer, yo no era una experta. Su beso comenzó a cambiar de intensidad y cerró los ojos al sentirme.
Sostuvo con ambas manos mis mejillas y yo sentí el latido de su corazón en las mías. Estaba acelerado al igual que el mío, mostrándome que no era la única que estaba sorprendida de este momento.
Cuando el separa de mis labios, me quejo. En mi humilde opinión, terminó muy pronto. —Un paso a la vez, ángel.
—Pero, Matt.
Negó. —Todo a tu tiempo —dejando un simple besito me toma de la mano y vamos de nuevo hacia dónde está mi familia.
Mis amigas se tuvieron que ir porque las fueron a buscar y yo me senté en la mesa al lado de Matt. Haydee me dio una mirada y yo sentí que todo el mundo sabía lo que yo estaba haciendo en esa terraza. Pero no me arrepentía, supongo que así debía sentirse un beso especial. Como algo bonito, lindo e inolvidable.
No sabía qué hacer, hasta hacía una hora yo había dicho que Matt para mí era solo un amigo y que no me gustaba. Pero ya vi como salió eso, porque sí, si lo hacía, pero me negaba. Como dijo Sofía, no quiere decir que esté enamorada.
Y aquí es cuando yo me ponía nerviosa, porque no quería dañar a Matt. Pero no sabía cómo afrontar la conversación que venía.
—Relájate, Mel —susurró en mi oído.
—Para ti es fácil, yo siento que todo mundo lo sabe.
Se rio. —Claro que no. —me dio un pequeño y suave apretón en mi mano—. Luego hablaremos de esto. Disfruta tu noche que te lo mereces.
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Hasta que el sol vuelva a sonreír
Novela Juvenil¿Cuál es el cliché más grande de todos los tiempos? Enamorarte de tu mejor amigo. Soy Amelia y tenía una existencia normal, sin nada resaltante en ella. La típica historia, no podía negarlo. Mi vida social era casi nula, el cero a la izquierda. Has...