—Lía.
Él no puede estar aquí. No ahora. No entiendo. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es que llegó a mi casa? Todo estaba bien y de momento esto ocurre. Me siento perdida.
— ¿Qué haces aquí? —musito. Casi no me sale la voz.
—Vine a verte. Debemos hablar —da unos pasos hacia mí y yo hago lo contrario, intento alejarme de él.
—No te quiero aquí —le espeto negando con la cabeza.
Yo empezaba a sanar, empezaba entender que mi mundo no giraba en torno a él y justo ahora aparece. Tenía que ser una jodida broma.
—Debemos hablar —repite.
—No, yo no tengo nada que hablar contigo. Ya todo está dicho —intento darme la vuelta, él toma mi brazo y no me deja irme—. Axel, no.
—Claro que sí. Debemos dejar nuestra relación en claro.
De verdad que intenté ser un ser más maduro, pero solo pude reírme. ¿Qué demonios decía? Yo no lograba entender.
—No Axel. Entre nosotros no hay nada de qué hablar. Entre nosotros no hay relación alguna. Te volviste loco.
—Si hay mucho tema para hablar. Si hay algo entre los dos y no lo puedes negar —se acerca mucho más a mí—. Amelia, perdóname.
Sus palabras calan en lo más profundo de mí ser. Su disculpa llega a las heridas que tengo causadas por este amor que no fue correspondido por tanto tiempo. Pero lejos de sentirse como una cura parecía más bien que le echaban sal a esa llaga que estaba cruda y sin sanar.
Y yo quería decirle que sí, que lo seguía queriendo. Pero pienso en todos estos años, en las veces que él hizo las cosas mal entre su novia y yo sé que no puedo seguir así. No es sano. Pero duele, duele porque le quiero.
Pero no debo ceder. Él me ha hecho daño, involuntariamente pero daño al fin. Me ha lastimado de la peor forma, porque aunque yo sabía que él tenía novia, el hecho de decir que me ama y rechazarme luego de ello, eso fue mi fondo. Y no utilizaré en mí, la tonta frase "El fin justifica los medios" Tuvo una novia la cual estaba destrozada porque él estaba "enamorado de mí".
—Déjame, Axel. —quito su mano de mi brazo intentando mantenerme y no caer en ello.
—Amelia. Yo amo. —He empezado a odiar esas palabras. Ellas me lastiman más que su disculpa tardía.
—Yo a ti no —suelto enfadada
—No te creo. Lo dijiste hace unos días. No puedes dejar de amarme tan rápido. —me mira con dolor.
Sabe que miento y es lo que más coraje me da. Porque me gustaría decirle que todo pasó, que esos sentimientos que yo tenía se acabaron en el momento en que me le declaré y no fue satisfactoria la respuesta. Pero no, seguía anclada en estos estúpidos sentimientos que quería que me dejaran en paz algún maldito día.
—No te mentiré. Te quiero. Pero no puedo estar contigo —lágrimas salen de mis ojos. Le dije las mismas palabras que hace unos días él me lanzó—. Yo no puedo aguantar más esto.
—Amelia, ya no me casaré. Podemos intentarlo. Olvidaremos esto. Será un nuevo comienzo para los dos.
Sonaba tan maravilloso, tan bonito. Pero yo sabía que no era así. Sabía cómo seria todo, empezamos muy mal y sé que la forma en que nos queríamos no era la mejor. Por algo se decía que lo que empieza mal, termina mal.
Porque tengo miedo, miedo de que otra vez me rompa el corazón. Yo estos días que he estado aquí con mi familia han resultado catárticos, luego de no tener que esconder más mi amor se liberó un peso dentro de mí. No quería volver a sentirme de la forma en la que llegué. Con mi corazón tan roto que se sentía irreparable de cualquier forma.
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Hasta que el sol vuelva a sonreír
Novela Juvenil¿Cuál es el cliché más grande de todos los tiempos? Enamorarte de tu mejor amigo. Soy Amelia y tenía una existencia normal, sin nada resaltante en ella. La típica historia, no podía negarlo. Mi vida social era casi nula, el cero a la izquierda. Has...