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Pov Jennie

No podía creer lo que mis padres me estaban haciendo, obligándome a entrar a una academia militar, no lo entendía ya que no lo necesitaba. Y no me habían dejado otra opción una vez congelaron mis tarjetas de crédito y cancelaron mi semestre en la universidad.

Frustrada me bajé del auto, por lo menos habían tenido la decencia de prestarme uno de sus conductores quien me ayuda a a bajar mis maletas. Una vez descargadas mis cosas, me dirigí con paso digno a la portería donde se encontraba una oficial uniformada.

-Buenas tardes- saludó políticamente- ¿en qué le puedo colaborar?

Saqué el papel que mis padres me habían entregado, al parecer ellos conocían a la Coronel encargada de esta academia, se suponía que ella estaba esperándome para completar mi inscripción... o eso creía mis padres que iba a hacer.

-Estoy buscando a la Coronel Jung Whee in- le entregué el papel- me está esperando.

La mujer asintió, me registró en la entrada y me indicó amablemente el camino.

No tenía ninguna intención de quedarme en este lugar, iba a hacer todo lo posible para que esa mujer me enviara directo a casa y me rogara no volver a poner un pie en esta academia. Sonreí maliciosamente mientras recorría los pasillos del edificio, eran demasiados silenciosos, solo interrumpidos por el ruido que hacían mis tacones al chocar con la impecable baldosa.

Las paredes blancas, el suelo blanco ¿esto es una academia o un maldito hospital?, de vez en cuando divisaba a mujeres caminando con uniformes sin detenerse a mirar nada a su alrededor, hice una mueca de fastidio pensando en que mis padres querían convertirme en uno de esos robots.

¿Qué había de malo conmigo? Nada, porque soy perfecta. Lástima que mis padres sean demasiado ciegos para notarlo.

Por fin llegué a la oficina, una enorme puerta de madera doble me recibió. Toqué esperando respuesta, que no se demoró mucho, entré después de escuchar la voz femenina que me indicaba hacerlo, le di una leve reverencia y esperé a que hablara.

-¿Jennie Kim?- preguntó observándome fijamente.

Asentí dándole una de mis mejores sonrisas.

-¿Jennie Kim?- volvió a preguntar seriamente.

Fruncí el ceño- Si, creí haber asentido anteriormente- levanté una ceja desafiante.

-Ya veo porque tus padres te enviaron -dijo sin dejar de mirarme a los ojos.

-¿A sí?- pregunté incrédula- ¿podría explicármelo? Porque yo no veo motivo razonable para estar aquí.

-Señorita Kim, estoy siendo indulgente porque conozco a su madre desde que éramos niñas- se recostó en la enorme silla- pero si usted se va a quedar aquí, tiene que aprender ciertas normas.

Le sonreí- Yo no tengo intención de quedarme y es obvio que usted tampoco me quiere aquí- caminé hasta una de las sillas de su escritorio y me senté cruzando las piernas- así que, ¿por qué no nos hace esto más fácil a las dos y llama a mis padres para que vengan por mí?

-Señorita Kim, veo que usted no ha entendido la situación en la que se encuentra- se acomodó en su silla apoyando los codos en el escritorio y el mentón en sus dedos entrelazados- usted es, a partir de ahora, uno de mis soldados; sus padres me dieron total autoridad sobre usted y podré imponerle cualquier castigo que considere pertinente. Le aconsejo que empiece a aprender normas básicas de etiqueta, si va por ahí faltándole el respeto a sus camaradas no va a ser fácil su estadía aquí.

𝐌𝐢 𝐒𝐚𝐫𝐠𝐞𝐧𝐭𝐨〃𝐉𝐞𝐧𝐬𝐨𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora