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Pov Jennie

Corría por los pasillos de un viejo edificio abandonado, podía sentir las pisadas de mis perseguidores a la espalda, estaban tan cerca. El miedo que sentía hacía estragos en mis piernas, tropecé cayendo dolorosamente en varios cristales rotos, la sangre fluía increíblemente rápido por las heridas de mis rodillas. Me llevé las manos a la boca para contener los sollozos de dolor.

Los pasos se sentían cada vez más cerca, me arrastré debajo de una mesa desgastada con la esperanza de que no me vieran. Dos pares de pies se detuvieron en el charco de mi sangre y empezaron a caminar hacia donde me encontraba. Apreté fuerte mis manos en mi boca, no no no no.

-Hola preciosa- dijo una voz profunda y ronca- no tienes por qué temernos- canturreo mientras se agachaba bajo la mesa- no queremos hacerte nada malo...- metió la mano agarrándome uno de mis pies, no pude contener los gritos y sollozos suplicando para que me dejara...

Desperté sudando, también podía sentir las lágrimas que bajaban por mi rostro, al intentar limpiarlas sentí un horrible dolor en la mejilla izquierda y en el labio. Claro, la salvaje de Manoban me había golpeado, busqué el reloj, 3:45 am. Genial, me había despertado otra vez esa estúpida pesadilla, empujé fuertemente esos pensamientos indeseados que amenazaban con salir rasgándome el pecho. Sabía que ya no iba a ser capaz de dormir, así que decidí cambiarme, noté que tenía el feo pijama militar, seguramente Chou me lo había puesto después de ser humillada y desmayarme.

Busqué silenciosamente en el baúl, no quería despertar a nadie ni que me golpearan otra vez, honestamente no tenía humor para hablar con nadie. Después de esa pesadilla sabía que iba a estar bastante irritable el resto del día. Saqué el uniforme que tenía ayer para hacer ejercicio que no utilicé y decidí salir a correr un poco, cosa que no hacía muy seguido, pero necesitaba aire y despejar mi mente.

Llegué al patio recordando el camino de ayer y empecé a correr después de hacer un par de estiramientos, necesitaba sacar esa pesadilla de mi mente. Antes de darme cuenta el sol había empezado a teñir de azul claro el cielo. Sonaron unas molestas trompetas, que supuse era la señal para levantarse, me dirigí lentamente hacia el camarote.

Al entrar todas me miraron, si estaban sorprendidas de verme lenvantada antes que ellas no lo demostraron, observé el reloj, 5:05 am, interesante, había corrido más de lo que esperaba.

-Kim, ¿Dónde estabas?- Manoban se había acercado para cortarme el paso hacia mi cama.

-No importa donde estaba siempre y cuando esté aquí a tiempo, ¿o sí?- la rodee para llegar a mi cama, di un vistazo y vi que todas estaban utilizando un uniforme que consistía en una falda negra con una blusa verde, boina y corbata, decidí imitarlas y sacar el uniforme adecuado.

-Kim, te juro que si estabas haciendo algo que nos pueda meter en problemas...- Manoban volvía a estar detrás de mí, respirándome en el cuello.

-Manoban- dije sin mirarla, mientras me quitaba la camisa- no le interesa lo que haga siempre y cuando no las meta en problemas, te puedo asegurar que no estaba haciendo nada malo- me giré para mirarla, pero no había ira en sus ojos, de repente un pensamiento me golpeó mi mente, ¿habría visto las cicatrices? Si lo hizo no dijo nada.

Se fue sin decir más, me terminé de vestir en silencio hasta que Manoban nos ordenó salir, nos dirigimos ordenadamente hacia el comedor para tomar el desayuno, como era de esperarse ninguna se sentó conmigo. Afortunadamente tuve una mesa para mi sola, comí tranquilamente hasta que una mujer de ojos grandes, cabello negro, mejillas abultadas y sonrisa amable se sentó con su bandeja a mi lado.

𝐌𝐢 𝐒𝐚𝐫𝐠𝐞𝐧𝐭𝐨〃𝐉𝐞𝐧𝐬𝐨𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora