CAPÍTULO 07

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Macy despertó con lentitud, girando sobre su lecho

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Macy despertó con lentitud, girando sobre su lecho. La fuerte luz del sol comenzaba a lastimarle los ojos, y ella trató de cubrir su rostro con las manos. Bostezó un par de veces, antes de caer en cuenta de la verdad. Si se suponía que estaba en su cabaña, ¿cómo era posible que el sol la molestara?

Macy se sentó de golpe, despertándose por completo. Se sobresaltó al notar el pasto bajo suyo, e intentó enfocar la vista para escanear el lugar en que se encontraba. No se explicaba cómo llegó a mitad del bosque, ni por qué le dolía tanto el cuello. En ese instante, todo estuvo confuso dentro de su mente. 

La joven trató de acordarse qué fue lo que ocurrió, y por qué continuaba con ropa de calle. La cabeza le daba vueltas, y no podía pensar con claridad. El último recuerdo vívido que tenía, era estar en su cabaña cuando la tormenta comenzó. Justo en el momento que Dylan la llamó con el collar. 

—Dylan —susurró. 

Un dolor punzante en las sienes la azotó al terminar de pronunciar su nombre, haciendo que todo regrese a ella. Los recuerdos llegaban a su mente como ráfagas; uno seguido de otro y a gran velocidad. Macy cerró los ojos unos instantes, tratando de asimilar la información. Breves memorias de los días que estuvo en el colegio aparecieron fugaces; sin embargo, no les prestó atención. No cuando tenía algo más importante en lo cual concentrarse. 

Escenas de lo que ocurrió en el momento que peleó con Jason Stevens volvieron a su cabeza, golpeándola de forma incesante. Esa noche, ella acababa de regresar al campamento a mitad de la tormenta, y el patio se encontraba desolado. No comprendía qué ocurría, y tuvo miedo cuando una silueta se le acercó en la penumbra. 

Macy recordó con exactitud cómo fue que el señor Stevens la encontró, y comenzó a jalarla del brazo. Él estaba demasiado molesto, y no se detenía por más que ella oponía resistencia. Jason estaba cegado por la furia en ese instante. 

—¿Qué le ocurre, señorita Brancchiatto? —El hombre gritó sin soltarla—. ¿Por qué se internó en el bosque cuando sabe que eso está prohibido?

—¡Suélteme! —Macy luchó contra él—. Me está lastimando. 

—No la voy a soltar, porque ahora me va a escuchar —Jason gruñó, jalándola una vez más—. Por su culpa tuvimos que interrumpir las actividades, y perdimos más de una hora buscándola. —bufó—. Es por eso que está castigada. —sentenció—. A partir de mañana, se levantará a las cinco y ayudará a las cocineras con su trabajo. Su desobediencia no se quedará así. 

Macy lo empujó con fuerza, logrando soltarse de su agarre. Estaba indignada, y no podía creer que él hubiera sido capaz de tratarla de esa forma. Ella se plantó en el pasto, poniéndose firme. No le daría la satisfacción de gritarla, ni castigarla por algo que no fue su culpa. Deseaba castigarlo. 

Macy sintió una energía comenzar a recorrerla en ese momento, inundando cada célula de su ser. No se explicaba cómo, pero algo comenzaba a poseerla, haciéndola sentir poderosa. Ella sonrió, creyendo que nadie sería capaz de volver a levantarle la voz.

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora