CAPÍTULO 13

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Macy salió hecha  una furia de la escuela, avanzando lo más rápido que pudo

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Macy salió hecha  una furia de la escuela, avanzando lo más rápido que pudo. Era la primera vez que iba a detención, y creyó que esas fueron las dos horas más largas de su vida. La cabeza continuaba dándole vueltas, y los mareos se intensificaban más a cada instante. Ella necesitaba beber sangre; aunque sea un par de gotas para recuperar energías. No aguantaría mucho tiempo así. 

Macy llamó a su madre desde el teléfono de Jazmine, explicándole que llegaría tarde. Le dijo que almorzaría en casa de su amiga, y se quedaría con ella para terminar las tareas del primer día. Lilith la mataría si descubría la verdad, y terminaría regañándola. Era demasiado estricta. 

James fue el primero en irse, sin siquiera despedirse de ella. Tomó su mochila, abandonando el aula apenas sonó el timbre. Él pasó las dos horas de detención enviando mensajes en su celular, con una expresión molesta. Le dio la impresión que estaba peleando con alguien, y ella se preguntó quién podría ser. Sospechaba que le ocultaba algo. 

Macy apresuró el paso, ansiando llegar a la calle. Tomaría un taxi hasta su casa, y buscaría algo de sangre en el camino. Estaba tan hambrienta, que la sangre de pollo comenzaba a verse como algo apetitoso. Era lo único que podría ayudarla. 

Una mano fuerte la sostuvo por la muñeca, impidiendo que avanzara. Dylan la giró con un rápido movimiento, quedando frente suyo. La soltó segundos después, cruzándose de brazos. 

—Ven conmigo. —Ordenó, serio—. Salvatore nos espera para almorzar. 

—Yo no iré a ningún lado contigo —Macy negó, indignada—. No puedes obligarme a regresar al castillo.

—No tenemos tiempo para tus berrinches. —Él la jaló del brazo—. Las órdenes de Salvatore se acatan, no se discuten. 

—Pero yo no tengo intención de obedecerlo. —Macy lo golpeó, seria—. Y tú no me harás cambiar de opinión. 

Dylan apretó los labios, comenzando a perder la paciencia. Ella seguía comportándose como una niña malcriada, y ya no la soportaba. 

—Salvatore te está esperando —repitió, irritado—. Él confía en ti, le hiciste una promesa. 

—Pues dile que si sabe contar, que no cuente conmigo. —Ella se burló, despidiéndose—. Estoy harta de él, y de ti también. Olvídense de mí. 

Macy no esperó respuesta, y continuó su camino. Llevaba días queriendo decirle eso, y finalmente lo logró. Seguía creyendo que Salvatore fue quien planeó todo, y no pretendía ayudarlo. Ya no le importaba la supuesta profecía del oráculo. Si querían una nueva reina, tendrían que buscarla en otro lado. 

Dylan gruñó bajo, plantándose frente a ella. Aunque su padre le ordenó tratarla bien, se sintió tentado a alzarla y arrojarla dentro de su auto. Era lo más práctico que se le ocurrió, y lo más rápido también. Macy no comprendía con palabras. 

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora