Macy es la heredera al trono de los vampiros. El problema, es que ella todavía no lo sabe.
Durante un campamento de verano, Macy descubre que los vampiros son reales; y ahora es una de ellos. Teniendo que lidiar con su nueva naturaleza, y el impuls...
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Macy despertó en una cama, sobresaltada. Se movió entre las sábanas, luchando por destaparse. Le costó identificar en dónde estaba, y casi no reconocía nada a su alrededor. Hizo brillar sus ojos, intentando aclarar su visión. Todo era confuso.
Macy ahogó un grito, cubriendo su boca con ambas manos. Estaba en su habitación. Alguien la había llevado de vuelta a su casa.
Ella estiró una mano para encender su lámpara de noche, buscando comprender lo que ocurrió. Le dolía la cabeza, y todo se mezclaba en su mente. Ya no sabía qué era real, qué era mentira, y qué era producto de su imaginación. Quizás, todo lo que pasó en las últimas horas solo fue parte de una pesadilla. Tal vez, la cacería aún no comenzaba.
Macy avanzó lentamente hasta su espejo, examinando su ropa. Traía puesto un jean y una polera azul. No recordaba haberse cambiado, y el miedo volvió a embargarla. Las cosas se volvían más extrañas, y ya no sabía en qué creer.
Un fuerte estruendo la sacó de sus pensamientos; similar al de un cristal rompiéndose. Notó que provenía del primer piso de su casa, y se apresuró a colocarse un par de zapatillas. No imaginaba quién podría estar ahí, y se escabulló; ocultándose tras la escalera. El eco de varias voces discutiendo se mezclaba con los golpes; como si hubiera iniciado una pelea.
Macy divisó a Dylan en medio de la sala; y Lilith y Alastair estaban junto a él. Todo fue real. Ellos sí se conocían.
—¿Cómo se te ocurrió casarte con mi hija, maldito bastado? —Lilith continuó reclamando entre gritos, arrojándole un segundo jarrón en la cabeza—. Esto no era parte del trato.
—¡Fue Salvatore quien me ordenó hacerlo! —Dylan gritó, esquivando el golpe—. Él me dijo que mordiera a tu hija por segunda vez.
—¡No blasfemes! —Lilith respondió enardecida, mostrando los colmillos—. El abuelo jamás haría algo como eso. Salvatore es de los primeros defensores de la pureza de la sangre; no es posible que haya permitido algo una unión tan asquerosa como esta.
Dylan rio, retrocediendo un paso. Vio la televisión de pantalla plana romperse debido al golpe del jarrón, y se cruzó de brazos. Había odiado a Lilith desde el día que la conoció.
—Aunque no lo creas, fue mi padre quien me ordenó casarme con Macy. —Dylan repitió, burlón—. ¿Acaso crees que querría emparentarme con alguien como tú por voluntad propia?
Lilith tomó un florero macedonio que atesoraba como centro de mesa, arrojándolo contra el muchacho. Detestaba la voz de Dylan, y su expresión de autosuficiencia. Pero, más que nada, odiaba enterarse que estaba casado con su hija. Ella tenía planes para el momento en que Macy asumiera como Aka Zaba. Y ahora todo se arruinaba debido a ese matrimonio.
—Eres un maldito recogido que solo se ha aprovechado de nosotros desde que nos conociste. —Lilith lo insultó, lanzándole el control del televisor—. No has hecho más que engatusar a mi abuelo, y aprovecharte de mi hija. Pero yo sé lo que eres, Merrick. A mí no me vas a engañar...