PRÓLOGO

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Salvatore cayó de espaldas sobre la mesa del recibidor, rompiéndola en el acto

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Salvatore cayó de espaldas sobre la mesa del recibidor, rompiéndola en el acto. Trató de levantarse con rapidez, pero no pudo. Su cuerpo estaba cansado y herido; y ya no podía sanar como antes.  Sus células se regeneraban lentamente, y el dolor tardaba días en desaparecer. Acababa de cumplir cuatrocientos cincuenta años; sin embargo, sabía que jamás llegaría a los quinientos. Su fin estaba cerca.

─¿Qué pasa, Salvatore? ─Se burló Perso, deteniéndose frente a él─. ¿Te darás por vencido tan rápido?

Salvatore observó a su oponente con desdén, intentando sentarse. 
─Teníamos un trato─. Balbuceó, apenas respirando─. Ni siquiera sé cómo lograste entrar aquí. 

─¿Cuándo aprenderás a no confiar en mí? ─Cuestionó con sorna─. Tengo más aliados de los que crees, viejo...

Una lanza impactó en el suelo, muy cerca de Perso, interrumpiéndolo. Las puertas del salón se abrieron con fuerza, dejando pasar a un joven alto, de cabello negro. Él ingresó con paso firme,  y una expresión molesta; liderando a la guardia real. 

─La próxima te atravesará el corazón─. Amenazó, viendo al hombre a los ojos─. Lárgate antes que decida romper el último sello de este pacto. 

─Hazlo, y todas las criaturas del Triángulo saldrán a cazarlos─. Perso soltó una carcajada, avanzando hacia el muchacho─. Para ser el perro guardián de Salvatore, pareciera que no sabes nada de la realidad, Dylan. 

Dylan gruñó, mostrando sus largos colmillos blancos. El celeste de sus ojos brillaba, y no se sentía capaz de contenerse por más tiempo. Empezó a mover la lanza entre sus dedos, haciendo un ademán para que los guardias tomen su posición. Él estaba dispuesto a matar a Perso con sus propias manos. 

─Dylan, basta─. Salvatore consiguió levantarse, colocando una mano en su hombro─. Yo no desataré esta guerra, ni permitiré que se ensucie el nombre de mi especie─. Aseveró─. Los vampiros hemos sido los protectores del pacto por siglos. No caeré en tus provocaciones. 

Perso sacudió los hombros, sintiendo sus alas desplegarse. Las batió con fuerza, soltando un largo y agudo chillido. Su cuerpo terminó de transformarse, llenándose de pelos y plumas. Una larga cola de león apareció, antes que él se irguiera en su sitio; asentando las patas. Lo que más le gustaba de su forma real, eran sus más de tres metros de altura. Los vampiros se veían insignificantes a su lado. 

─Volveré por ti, Salvatore─. Amenazó, retrocediendo hasta la ventana─. No te queda mucho tiempo.

Perso quebró el vidrio con su cuerpo, atravesándolo. Dylan lo vio alejarse en el aire, blandiendo la lanza una vez más. Pensó en arrojarla, pero oír un leve quejido lo hizo regresar a la realidad. Se apresuró a tomar a Salvatore en sus brazos antes que pudiera caer, y trató de hacerlo reaccionar. Desde el primer ataque de Perso, tres meses atrás, él se había desmayado en incontables ocasiones. 

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora