Macy es la heredera al trono de los vampiros. El problema, es que ella todavía no lo sabe.
Durante un campamento de verano, Macy descubre que los vampiros son reales; y ahora es una de ellos. Teniendo que lidiar con su nueva naturaleza, y el impuls...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Te irás al Bosque de los Pirindoquios! —Ordenó Salvatore, elevando la voz—. Y no aceptaré un no por respuesta. Ya no toleraré más altanerías de parte tuya.
Dylan tosió, retorciéndose en la cama. Le dolía cada músculo del cuerpo, y los doctores apenas terminaron de coserlo. Cuando fue a encarar a Quentin, jamás imaginó que las cosas se volverían en su contra. Él estaba dispuesto a matarlo, pero terminó siendo el perdedor.
—No iré a ningún lado, Salvatore—. Protestó, luchando por levantarse—. Mi lugar es aquí, defendiéndote. Me necesitas.
—Después del escándalo que armaste hoy, me queda claro que no puedes cuidar ni de ti mismo—. El anciano lo regañó, sentándose en el sillón de la habitación—. Agradece que Theo avisó a los doctores y te trajo hasta aquí. Sino, continuarías desangrándote en el patio.
Dylan gruñó bajo, observando el vendaje de su abdomen mancharse de sangre. Maldijo con fuerza, sin creer lo débil que se encontraba. Los puntos acababan de abrirse, y pensó echarse un poco de alcohol por encima para cicatrizar más rápido. Era la primera vez que lo herían de esa manera.
—Lo de hoy fue un error—. Titubeó, estirándose para tomar la copa de sangre que le dejaron—. Acabaré con Quentin la próxima vez que lo vea. Esto no volverá a ocurrir.
—No volverá a ocurrir, porque pasarás las siguientes cuatro semanas en los Pirindoquios—. Salvatore repitió—. Ya hablé con Floressta, y te están preparando un lugar. Las ninfas te esperan.
—Pues que me esperen sentadas, porque paradas se van a cansar—. Refunfuñó, irritado—. No me iré de aquí.
Salvatore se cruzó de brazos, comenzando a perder la paciencia. Su hijo se quejaba constantemente de lo terca que era Macy, pero no se daba cuenta que él era igual. Ambos eran muy similares y, quizás, por eso se llevaban tan mal.
—No te estoy preguntando, te estoy ordenando—. Salvatore engrosó la voz, molesto—. Irás con las hermanas Naturaliss, te recuperarás de la paliza que Quentin te dio, y volverás cuando estés más relajado.
Dylan negó, haciendo una mueca de dolor. El cerebro le rebotaba cada vez que movía la cabeza, y creyó que volvería a desmayarse en cualquier momento. Despertó mientras lo zurcían, y luchó por no perder el conocimiento de nuevo. Los doctores no usaron anestesia.
—No me puedo ir, padre. —Dylan tosió, ahogándose—. Hay un traidor en el castillo. No puedo dejarte desprotegido. No ahora.
Salvatore soltó una risa amarga, iracundo. Le parecía increíble que Dylan se atreviera a mencionar al traidor después de la indiscreción que cometió. Las cosas ya estaban tensas en el castillo, y él solo lo empeoró.
—Todavía no te das cuenta de lo que hiciste, ¿verdad? —Salvatore se inclinó hacia adelante, indignado—. Con el escándalo que armaste frente a toda la guardia real, acabas de poner en alerta al verdadero traidor. Quienquiera que esté del lado de Perso, va a tener más cuidado de ahora en adelante.