CAPÍTULO 40

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El olor a hospital se expandía por los blancos pasillos, inundando las fosas nasales de Macy

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El olor a hospital se expandía por los blancos pasillos, inundando las fosas nasales de Macy. Ella hizo una mueca, y se frotó la nariz con el dorso de la mano. Aunque el aroma le fastidiaba, Macy no se dejó inmutar. Necesitaba ver a James. 

Dylan caminaba tras ella, tratando de seguirle el paso. Los pasos se le volvieron a abrir, y su ropa continuaba manchándose de sangre. Él intentaba contener el dolor, pero se volvía peor con cada zancada que daba. Sentía que se desmayaría en cualquier instante. 

—Macy, espérame, por favor. —pidió, cansado. 

—Deberías hacer que un doctor te revise. —Macy respondió con indiferencia. —Tengo que ver a James antes que él vuelva a perder el conocimiento. 

Dylan alcanzó a tomarla por el brazo, obligándola a detenerse. La hizo girar con un rápido movimiento, viéndola a los ojos. 

—Macy, siento que me muero. —Él habló bajo. —¿Es que no te importa cómo estoy?

Macy entreabrió los labios para contestarle, pero un ruido la distrajo. Ella volteó, viendo una puerta abrirse. Matthew salió con prisa de una habitación, y se quitó el cubrebocas. 

—Salí apenas los escuché. —Matt habló rápido. —El grifo sigue despierto, pero puede hablar muy poco. No les recomiendo presionarlo.

—¿Cómo sigue? —Macy consultó preocupada, acercándose más a él. —¿Lo estabilizaron con la sangre?

—Por el momento, Iskandar está tranquilo, pero el problema es el neutralizador. —Matt bajó la voz. —No se lo hemos podido quitar, y eso impide que su cuerpo sane. Es un milagro que siga con vida. 

Macy apretó los labios, intentando hallar una solución. No podía permitir que James muriera. 

—¿Por qué no han podido quitarlo? —Ella musitó. 

—Hay alguna especie de hechizo en el neutralizador. —Matthew relamió sus labios. —Hemos intentado de todo, pero nada funciona. Solo nos queda esperar a que Ethan se recupere, y ver si él puede romperlo. 

—¿Y si Ethan tampoco puede? —Macy preguntó, recordando todas las veces que escuchó decir que Ethan era un pésimo hechicero. 

—El grifo morirá. —Matthew afirmó. —El único modo de prolongar su vida, es con transfusiones diarias. De lo contrario, ni siquiera podría llegar vivo hasta mañana.

Macy se apresuró a ingresar a la habitación de James, y sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas apenas lo vio. Él tenía la mayor parte del cuerpo vendado, y su rostro estaba lleno de cortes y raspones pequeños. Varios cables y sondas salían de su cuerpo, y lo conectaban a máquinas que ella ni siquiera sabía cómo se llamaban. 

Macy dio un paso hacia adelante, todavía consternada por el estado del muchacho. Era la primera vez que veía a alguien tan herido, y tuvo lástima de él. Aunque ella sabía que el grifo era malo, le dolía observarlo en esa condición.

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora