CAPÍTULO 23

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Macy se ajuntó el cinturón de seguridad, inquieta

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Macy se ajuntó el cinturón de seguridad, inquieta. Aunque planeó quedarse el resto de la tarde echada, no quiso que Dylan fuera solo al local. A pesar que tuvo que hacer un berrinche, consiguió que él acepte su compañía. Una sensación extraña la ponía alerta, y no sabía qué era. 

—¿Y me vas a dejar aquí? —Ella hizo puchero, jalándolo por el brazo—. No quiero quedarme sola.

Dylan se sentó a los pies de la cama, mordiéndose la lengua para no decirle lo que realmente pensaba. Sabía que Macy continuaba afectada por todo lo que vivió en las últimas veinticuatro horas, pero empezaba a cansarse de su actitud. Ella se comportaba como una niña.

—Macy, aunque estemos casados, yo sigo siendo el protector. —Dylan suavizó la voz, dándole la mano—. Tengo que atender esto; es mi trabajo. Regresaré pronto.

Macy negó, nerviosa.El mal presentimiento continuaba creciendo dentro de ella, y comenzó a tener escalofríos. No quería quedarse sola, ni con nadie del castillo. Se sentía en peligro, y supo que solo estaría bien al lado de Dylan.

—Déjame acompañarte. —Macy pidió, estirándose para tomar sus zapatillas—. No me dejes sola, por favor.

Dylan asintió, rendido. No quería más peleas, y supuso que sería bueno para Macy comenzar a enterarse de lo que ocurría. Ella tendría que encargarse de la mayoría de incidentes cuando asumiera como Aka Zaba.

El viaje fue largo, y ninguno de los dos pronunció palabra. Macy subió el volumen de la música para ahogar el silencio incómodo, y observó por la ventana. Los paisajes se veían diferentes a la luz del día, y descubrió que la discoteca se encontraba más lejos de lo que creyó. Revisó su celular unos minutos, asombrándose por todas las llamadas perdidas que tenía. Todas eran de diferentes números, y resolvió no hacerles caso. Ella no solía responder números desconocidos, y volvió a poner el móvil en silencio.

Dylan aparcó en la parte de atrás, sin corriendo hasta la puerta. Ingresó de golpe, manchándose las suelas de los zapatos. El piso del almacén estaba cubierto de sangre, y los cuerpos destripados y desmembrados de dos hombres adornaban casi todo el lugar. El olor que desprendían era horrible, y se agachó para verlos mejor. No eran vampiros, sino lobos.

Macy avanzó a paso lento, conteniendo las náuseas debido al hedor. Evitó mirar directamente los cuerpos, deseando salir corriendo de ahí. Los ojos se le llenaron de lágrimas, y maldijo el instante en que decidió acompañarlo. Quizás, era por eso que tenía un mal presentimiento.

—Esto es malo. —Dylan apretó los puños—. Esto es jodidamente malo.

—Lo sé... —Macy susurró—. Los mataron de formas horribles.

—No me refiero a eso. —Dylan volteó hacia ella, cruzándose de brazos—. Si los grifos continúan atacando a los lobos, nuestra alianza con ellos se termina. Cuando la guerra se desate, ya no tendremos aliados.

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora