Macy es la heredera al trono de los vampiros. El problema, es que ella todavía no lo sabe.
Durante un campamento de verano, Macy descubre que los vampiros son reales; y ahora es una de ellos. Teniendo que lidiar con su nueva naturaleza, y el impuls...
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Ethan llegó al estacionamiento quince minutos antes de las ocho, nervioso. A pesar que había conjurado hechizos de la verdad en más de una ocasión, los recuerdos de lo ocurrido con Darice seguían mezclándose en su mente. Haberle contado la verdad a Macy solo hizo que la culpa por su error recrudeciera dentro suyo. Hacía mucho que ya no pensaba en eso.
Dylan bajó un par de minutos después, desactivando la alarma de su auto. Percibió la ansiedad de Ethan desde que ingresó al estacionamiento, pero prefirió no decirle nada. No estaba de ánimos para iniciar una conversación con él, ni pretender que le importaba lo que le ocurría.
Dylan se acomodó en su asiento, viendo que Ethan continuaba inmóvil en la parte de afuera.
—¿Subirás ya o estás esperando una invitación? —Preguntó, abrochándose el cinturón. —Se nos hace tarde.
Ethan demoró un par de segundos en comprender lo que Dylan le dijo, todavía sumido en sus pensamientos. Él sabía que su misión era sencilla, pero la inseguridad se apoderaba de él. Aunque los bufeos no eran criaturas peligrosas cuando estaban fuera del agua, temía que se le fuera a escapar.
Dylan empezó a manejar, encendiendo el aire acondicionado. Aceleró lo más que pudo para entrar en la autopista, pero se detuvo en un semáforo. Él sabía que el turno de su amigo terminaba a las diez, y que tendría hasta eso para el interrogatorio. Mientras más rápido llegasen, más tiempo podrían hablar con el bufeo.
Dylan aprovechó que el semáforo demoraba en cambiar para tomar un archivador que dejó en el asiento trasero, y se lo dio a Ethan. Él reanudó la marchan sin voltear hacia su amigo.
—Zyair me lo prestó ayer. Te sugiero que lo revises. —Dylan habló en tono neutro. —Es el expediente del sospechoso.
Ethan asintió, sin emitir sonido. Creyó que leer le ayudaría a despejar su mente, y a aliviar la tensión que sentía. Pasó las hojas con cuidado, escaneando la información escrita.
—Íkam Asamat Müller, catorce de febrero del ochenta y ocho; nacido en Loreto, Perú. —leyó en voz baja, trabándose. —Es un nombre extraño.
—Eso no es lo único extraño. —Dylan respondió, manteniendo la vista fija en el frente. —No hay registros migratorios, ni denuncias previas, tampoco tiene visa o pasaporte; apenas si le encontraron una identificación que venció hace seis años. Es como si hubiera aparecido de la nada.
—¿Será posible que haya llegado nadando hasta aquí?
Dylan rio bajo, sacudiendo la cabeza. Además de que sería físicamente imposible para un delfín nadar una distancia tan grande, ellos vivían extremadamente lejos de cualquier costa. Ni siquiera habían ríos cerca.
—Es más probable que haya venido volando. —repuso con sorna. —No encuentro otra explicación para que nadie sepa nada sobre él; y tampoco creo que sea coincidencia que, de todas las personas a las que pudo matar, terminó asesinando a los excompañeros de Macy.