CAPÍTULO 35

694 62 16
                                    

—¡FIRMES! —Gritó Dylan, caminando entre los guardias

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡FIRMES! —Gritó Dylan, caminando entre los guardias. —¡ATAQUEN!

El sonido de las lanzas, chocando una contra otra, inundó el patio. El joven agrupó a todos los guardias del castillo en parejas, enfrentándolos en combates simultáneos. Los entrenamientos se volvieron más fuertes y constantes, y se contrataron más de doscientos guardias nuevos. Desde que los hombres de Perso mataron al bufeo, sabían que el ataque de los grifos era inminente. 

Dos encapuchados altos, acompañados de un perro rottweiler, interceptaron el camión en que Zyair logró sacar a Íkam de la comisaría. El ataque fue rápido, y duró menos de diez minutos. Cuando el resto de policías lograron detener el vehículo, solo encontraron los cuerpos degollados de los oficiales que custodiaban, y los restos de Íkam. El cerbero se comió más de la mitad de su cuerpo. 

Dylan llegó a la escena del crimen lo más rápido que pudo, y se mezcló entre los humanos que trataban de ver lo que ocurría. Alcanzó a escuchar que, al interior del camión, habían escrito la palabra traidor con sangre. Él se cruzó de brazos, tratando de pensar cómo los grifos se enteraron del traslado del bufeo. Zyair, Ethan y él eran los únicos que sabían que lo deportarían a Perú para que fuera juzgado allá. 

Dylan comenzó a desconfiar de Zyair, pero no le quedó más opción que cumplir con su promesa, y contratarlo como parte de la guardia real. No podía evidenciar que sospechaba de él, y continuó actuando como si nada sucediera. Debía pensar muy bien antes de actuar.

Macy se recostó en uno de los balcones del segundo piso, observando el entrenamiento por casi media hora. Extrañaba distraer a Dylan en su trabajo, y la nostalgia la azotó. Sin embargo, no se dejaría llevar por sus sentimientos otra vez. Ya no se permitiría sufrir por él. 

Macy continuó su camino, y desayunó con Salvatore. La comida fue bastante silenciosa, y ella no dejaba de pensar en la conversación que tuvo con Ethan días atrás. Sabía que los asesinatos de los tres estudiantes de su escuela fueron una amenaza para ella; pero ya no les tenía miedo. Lo que realmente le preocupaba, eran sus hermanos. Macy temía que los grifos los atacaran solo para lastimarla. 

La joven no había visto a Gadreel y Alyssa desde el día que se peleó con sus padres, y se rehusó a volver a aparecerse por su antiguo hogar. Entre sus peleas con Dylan, los asesinatos, y su entrenamiento, no había tenido oportunidad de visitarlos. Ella sabía que sus hermanos no tenían la culpa de los padres que les tocaron, y resolvió pasar el resto del día con ellos. Aprovecharía que era sábado, y ellos no tenían que salir a la escuela. 

—Salvatore, quisiera ir a ver a mis hermanos. —Macy anunció, casi como si le pidiera permiso. —Hace meses que no los visito, y quiero saber cómo están. 

—Tú eres libre de salir del castillo cuando lo necesites, Macy. —Él esbozó una sonrisa. —No es necesario que me des alguna explicación. 

Macy asintió, sintiendo sus mejillas sonrojarse. Lilith solía ser tan controladora con ella, que se le olvidaba que ya no debía pedir permiso para todo. 

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora