Cuatro guardias avanzaron a paso firme, golpeando sus lanzas contra el suelo. Las antorchas de los pasadizos se iban encendiendo a su paso, mostrando el camino que debían seguir. Los ancianos del Concejo les ordenaron escoltar al protector a su celda.
Dylan avanzaba entre ellos, con el pecho inflado y la frente en alto. No se dejaría intimidar por los guardias, y ni siquiera intentó enfrentarse a ellos. Fingió estar tranquilo, permaneciendo en silencio todo el recorrido. No estaba de humor para pelear.
—Esta es tu celda. —El primer guardia habló con voz potente, señalándola—. Permanecerás aquí hasta la hora de tu juicio.
Dylan asintió, aburrido.
—¿Planeas abrirla? —preguntó fastidiado—. ¿O pretendes que me teletransporte al interior?
El guardia no respondió, y sacó un juego de llaves de su bolsillo. Dylan avanzó en silencio, haciendo brillar sus ojos para ver en la oscuridad. Parpadeó un par de veces, notando que no estaba solo. Theo también estaba ahí.
Dylan se acercó a él, confundido. Recordó que fue a Theo a quién le encomendó morder a los humanos, y supuso que él estaba ahí por el mismo motivo.
—¿Hace cuánto estás ahí? —le preguntó.
—Un par de días. —Theo se encogió de hombros—. Mi juicio será mañana a las cuatro.
—El mío a las tres.
Dylan bufó, recostándose sobre los barrotes. Él sabía que las celdas estaban hechizadas, y sería imposible romperlas. Notó que dos de los guardias seguían custodiándolo, y rodó los ojos. Al menos, no le habían puesto un neutralizador.
La celda que le habían designado se encontraba en el tercer sótano del castillo, y no tenía luz eléctrica. Una sola antorcha lo iluminaba, y escuchó el chillido de varios ratones. No alcanzó a distinguirlos, pero tampoco quería hacerlo. El olor a podredumbre y humedad empezaba a traerle recuerdos.
Dylan se sentó en una de las bancas, cansado. Pensó en la primera vez que estuvo en el calabozo, y cómo lo encadenaron de pies y manos por miedo que fuera a escapar. Siete guardias lo custodiaron en esa ocasión, y la alarma sonó en el castillo por más de tres horas. Un siglo atrás, él fue considerado el criminal más peligroso que pudo existir en el mundo mágico.
Antes de su captura, Dylan mató a diez guardias sin ayuda de nadie. Ellos intentaron someterlo para apresarlo, pero él logró liberarse. Los decapitó con sus propias manos, ganando tiempo para huir. La guardia real tardó casi un mes en capturarlo.
Dylan se recostó en la pared, bufando. Sentía que la historia se repetía, pero no terminaba de entender muchas cosas. Habían pasado meses desde que ordenó la conversión de los humanos; no tenía sentido que lo encarcelasen en ese momento.
—No comprendo por qué me apresaron afuera del colegio de Macy. —Dylan habló para sí mismo, rompiendo el silencio—. Me ven a diario en el castillo. No era necesario armar un escándalo.
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Aka Zaba: Reina de Sangre
VampireMacy es la heredera al trono de los vampiros. El problema, es que ella todavía no lo sabe. Durante un campamento de verano, Macy descubre que los vampiros son reales; y ahora es una de ellos. Teniendo que lidiar con su nueva naturaleza, y el impuls...