CAPÍTULO 32

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Macy caminó lentamente por los pasillos del castillo, sintiendo que avanzaba sin rumbo fijo

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Macy caminó lentamente por los pasillos del castillo, sintiendo que avanzaba sin rumbo fijo. Escuchaba las voces de los guardias saludarla a lo lejos, pero no tenía fuerzas para responderles. Ella se sentía como un alma en pena, cuya única misión era deambular durante toda la eternidad. 

Hacía más de un mes que no hablaba con Dylan, y hasta dejó de cruzarse con él en el castillo. Dylan comenzó a hacer guardias permanentes en la atalaya principal, e incluso almorzaba ahí. Macy solía permanecer despierta sentada al pie de su habitación, esperando escuchar sus pasos al otro lado de la puerta, pero jamás fue así. Él no regresaba a dormir a su alcoba. 

Al inicio, ella quiso arreglar las cosas con Dylan. Lo buscaba para intentar conversar con él, pero jamás encontró la oportunidad para hacerlo. Dylan hacía lo posible por evitarla, y Macy se decepcionaba cada vez más de él. Aunque todavía lo amaba, ella se convenció a sí misma que lo mejor sería olvidarse de él. 

Macy intentaba mantener su mente ocupada la mayor parte del tiempo para no pensar en Dylan, pero se volvía más difícil con el pasar de los días. A pesar de dormir en cuartos separados, muchas cosas de su habitación le recordaban a él. Sin embargo, ella hacía lo posible por enfocarse en su nuevo entrenamiento, y en las lecciones con Salvatore. 

—La coronación será en dos meses. —El hombre anunció durante el desayuno. —El día de mi cumpleaños anunciaré mi retiro, y te coronaremos al día siguiente. Después de eso, yo podré morir en paz. 

—Ya no digas eso, Salvatore; por favor. —Macy susurró, viéndolo a los ojos. —Sé que no hay cura para lo que te pasó, pero eso no quiere decir que morirás después de dejarme a cargo. No me abandones tú también, por favor. —pidió, con un hilo de voz. —Eres el único familiar y amigo que me queda. 

Salvatore la miró con pena, y esbozó una sonrisa. La tomó de la mano, apretando su agarre. Él le había contado a Macy el plan que tenía de entregarse a Perso, y detener la guerra antes de que empiece. Pero prefería ya no recordárselo. Él sabía que ella haría lo posible por evitarlo, y prefirió dejar que Macy lo olvidara. Solo Dylan conocía lo que realmente estaba por ocurrir. 

—Todo estará bien, Macy. —Él intentó tranquilizarla. —Yo confío en ti. Sé que serás la reina que nuestro pueblo necesita. 

Macy sonrió, abrazándolo. Ella no quería continuar con aquella conversación, ni pensar en la muerte. Después de lo que ocurrió con sus amigos, le aterraba la idea de que alguien más falleciera. Las imágenes de los cuerpos en el patio de la escuela todavía la atormentaban cuando intentaba dormir, y no quería ni imaginar que Salvatore pudiera terminar en una situación similar. 

—Creo que Ethan ya me está esperando. —Ella buscó una excusa para terminar aquella conversación, viendo su reloj. —Será mejor que vaya a verlo. 

—Anda con él, yo estaré en mi oficina. —Salvatore se levantó también. —Nos vemos en el almuerzo. 

Macy esbozó una débil sonrisa, y salió del comedor principal. Pasó primero por su habitación, recogiendo un libro que Ethan le prestó. Ella avanzó hacia la oficina de Ethan con paso lento, sin ánimos para estudiar con él. No tenía ganas, ni interés, en aprender a dominar el resto de sus poderes.

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora