Capítulo 4

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- ¡Espera! Ponle eso - apuntó.

- Se ve asqueroso Jiwoo.

Aprovechó la distracción de su novia para embarrar crema batida en su rostro - ¡Jungeun!

- Owm, mi amor, te ves tan linda.

Jiwoo tomó el intento de pastel en sus manos y sin arrepentirse, lo restregó en su cara, causando sorpresa en la rubia.

- Oh, no - limpió sus ojos y pestañó - ¡Ven acá! - en un rápido movimiento, la tomó en sus brazos y comenzó a pegar su rostro con el de ella, ensuciandola en el proceso.

El vídeo se detuvo. La pantalla se volvió negra.

Jungeun tomó el control remoto y una nueva imágen apreció en el televisor, esta vez, las dos se encontraban en pijama recostadas en la cama, Jungeun la grababa mientras que Jiwoo intentaba leer un libro.

Minutos después, la pantalla se volvió negra nuevamente, dejando ver su reflejo. Con una lágrima bajando por su mejilla, tomó la botella y bebió directamente de ella. No sabía cuándo fue la última vez que se bañó, pero no era relevante. No habían noticias, otro día sin saber de Jiwoo, de su Jiwoo.

Un nuevo vídeo comenzó, y el ciclo continuó hasta quedarse dormida en medio de la sala donde solía sentarse junto a ella, siendo acompañada esta vez por botellas vacías y la ausencia de su perfume, con las mejillas sonrojadas y los ojos hinchados de tanto llorar.

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- Creo que esta es la última - dejó caer la madera. Chuu asintió.

- ¿La marea es alta nuevamente?

- Sí, pero pasará - Chuu apretó los labios preocupada - En casa, los febreros son horribles - comenzó, captando su atención - La nieve cae y mis pies se congelan - sonrió - El clima aquí es agradable la mayor parte del tiempo. Los habitantes suelen decir que los dioses nos regalan todo, llueve cuando tiene que llover y los mares se ponen violentos cuando es necesario - alzó los hombros.

Casa. Era una palabra desconocida para ella, pero en sus pocos días ahí y pese a la jóven edad de la doctora, Haseul era lo más cercano a una figura materna que todo el mundo podía estar.

- ¿Cómo llegaste aquí?

- Servicio social - se sentó en la entrada de la casa, palmeando a su lado, insitandola a sentarse también.

- ¿Fueron amables?

Negó - No en un inicio. Algunos pensaban que estaba loca, aún lo piensan. Decían que era una especie de curandera - recordó con los ojos entrecerrados mientras veía la mañana - Entonces, un pequeño fue gravemente herido y la medicina hizo su trabajo, fue así que me gané un poco de respeto.

- ¿Estás feliz de estar aquí?

- Es complicado, llevo aquí un año, pero sé el porqué de mi presencia. Estas personas me necesitaban - Chuu asintió escuchando - Ahora sé - habló de pronto - Que yo también los necesitaba a ellos de alguna manera.

- ¿Cómo... era tu vida antes de venir aquí? - preguntó con un nudo en la garganta.

- Nada que destacar, la escuela de medicina consume todo tu tiempo. Juzgaba porque no entendía, pero fui conociendo a cada integrante de este pequeño pueblo y amando cada espacio de la isla.

- ¿Extrañas a tu familia, tu casa real y...? -

- Chuu - interumpió - Sé que es difícil, pero sin darnos cuenta, hacemos decisiones cada segundo que le dan rumbo a nuestro destino. No podemos cambiar el pasado, pero si el futuro.

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