Capítulo 19

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- ¡Te lo dije! Ahora no podrás decir que no cumplo mis promesas.

Jungeun rodó los ojos mientras salía del local. Aquel día era sorprendentemente soleado por alguna extraña razón.

Jinsol le había prometido comprarle un cono gigante de vainilla después de mantenerse sobria durante una semana.

Jungeun no extrañó el alcohol en lo absoluto, incluso descubrió que beberlo solo era una mentira ante la disminución del dolor, pues su corazón seguía herido y su cabeza con una terrible migraña a la mañana siguiente.

La mayor de las amigas había estado más ocupada que de costumbre en el trabajo, pero finalmente era sábado y dispuesta a aprovechar los rayos del sol, cumplió su promesa, logrando que Jungeun saliera del apartamento.

- Es una cantidad enorme de azúcar Jinnie, desde la universidad que no comía esto.

- Oh vamos Jungie, la cerveza no es la bebida más dietética que existe - quiso ofenderse tras su comentario, pero así era Jeong Jinsol, directa y honesta incluso cuando no debía serlo. Jungeun odiaba admitirlo, pero le gustaba mucho su forma de ser. Sin embargo, la peculiar actitud de su mejor amiga, no era lo único que disfrutaba.

Días atrás, mientras terminaba de ver una serie en la estancia, Jungeun salió de su habitación molesta por el ruido que provenía de la sala, con el objetivo de hacerla callar porque tenía una junta importante al día siguiente. Ahí se encontró con una imagen que hace mucho tiempo no veía; Jinsol tenía el rostro sucio de salsa BBQ y sus dedos se encontraban en la misma situación intentando sostener las alitas que comía. Pero el desorden en su boca, no era nada comparado a la escandalosa risa que salía de ella. Jungeun, con su patética pijama de dinosaurios, cruzó los brazos y en silencio la apreció. Jinsol eran muy hermosa.

Se conocían desde jóvenes y con el paso de los años la mayor comenzó a preocuparse más por su aspecto, logrando que incluso siendo ella su mejor amiga, la viera sin maquillaje solo en limitadas ocasiones. Esa vez, su rostro estaba lavado, o lo estaba antes de que la comida lo invadiera, su cabello revuelto en una coleta y su ropa no era la más sexy. El corazón de Jungeun sintió una pulsada ante tan adorable escena.

- ¿Estás bien? - Jungeun salió de sus pensamientos - Tu helado está derritiéndose - apuntó.

Sonrió y se apresuró a chupar la gota que amenazaba caer sobre su zapato - Debiste comprar uno, odio comer sola.

La más alta sonrió - Creo que puedo quitartelo cuando lo deseé - le guiñó el ojo y continuó caminando, dejándola sin palabras.

Pestañó un par de veces y siguió sus pasos. Cruzaron la avenida y antes de continuar con el trayecto habitual, Jinsol cambió la ruta.

- Espera, encontré este atajo. El callejón nos evitará caminar algunas cuadras - sin protestar o negarse, Jungeun confío en su palabra y se adentro a él.

Era un pasillo largo, rodeado de dos enormes paredes. No se encontraba oscuro debido a la hora, pero si un poco más gris que la calle bajo el sol. Jinsol metió las manos dentro del bolsillo trasero de su pantalón y Jungeun sonrió, conocía su manía de hacerlo cuando algo merodeaba por su cabeza.

- ¿Qué? - preguntó sonriendo.

Jungeun bajó la mirada por un momento al ser descubierta mirándola - Nada.

Jinsol se detuvo, justo antes de salir del callejón. Entrecerró los ojos mirándola, sin creer en su respuesta.

- De verdad, nada - Repitió. No lo entendí complementamente, aunque tampoco se lo cuestionó a sí misma, pero un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas.

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