The heart knows, the mind don't

5 | Esmeralda y rubí, avellana y ambar

Una semana.

Había pasado una semana en que los intentos de acercarse a Gwyllion habían sido en vano. Los Slytherin eran más protectores de lo que pensaban.

-¿Qué mierda quieres, Potter? ¿Vas a intentar sobornarme acaso? -. Espetó Lucius Malfoy, James chasqueo la lengua y apretó los labios reteniendo todo el mar de insultos que quería soltar, cruzado de brazos suspiró y uso una voz lastimera y unos ojos de cachorro que solía usar cuando quería convencer a los profesores de darles la hora libre, Lucius casi se atraganta

-Vamos, Malfoy, por un momento dejemos de lado nuestras diferencias, esto no se trata de ti y de mí, sino de Gwyllion, me equivoqué y quiero disculparme con ella -. No lo admitiría nunca, pero por un segundo vio un destello de simpatía en los ojos grisáceos de el rubio, tampoco lo admitiría, pero eran unos lindos ojos, no un gris mercurio como el de su amigo, sino uno más claro, como humo desplazándose por el cielo.

-No tengo idea de lo que le hicieron, pero ella no quiere ver a ninguno de ustedes -. Dio media vuelta y volvió a entrar a su sala común, dejando a James con más culpa sobre sus hombros y sin palabras en la boca, se arrastró hasta la torre de Gryffindor a lamentarse con su mejor amigo.

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Martes por la mañana y seguían sin poder siquiera acercarse a dos metros de la Black menor, que siempre iba con su grupo de rebeldes maravilla, llamados así por su aversión a las reglas, pero también por ser de los mejores en toda la escuela, donde por cierto también entraban James y Sirius, pero ellos no querían tener nada que ver con ese grupo de Slytherin.

Al Gran Comedor siempre entraba acompañada de su mellizo a su derecha y Severus Snape a su izquierda, los tres con la barbilla en alto y un aire de superioridad, Gwyllion, hermosa como siempre con esa expresión malhumorada de madrugada, Severus, también como siempre, con su cabello largo rozando sus hombros y una expresión de "me da asco la gente", y Regulus Black, luciendo sus rizos azabaches, su rostro perfectamente estructurado y sus hermosos ojos grises, pero tan delgado y bajo para ser un hombre, que tenía un toque frágil, tres pares de cabezas negruzcas entrando coordinados al salón. Parados uno junto al otro llegan hasta su mesa con pasos largos, Gwyllion tiene que similarlos casi corriendo, se sientan, la fémina de espaldas al resto del comedor totalmente indiferente a los demás estudiantes y los otros dos frente a ella, juntos.

-Severus, ¿hiciste los deberes Transformaciones? -. Pregunta Gwyllion apenas se acomoda en su lugar

-Los hice, la verdadera pregunta debería ser, ¿tú los hiciste? -. Se hubiera reído por el puchero de indignación en su rostro, pero en cambio alzó una ceja .- No entiendo como tienes tantos problemas con Transformaciones

-Perdona, pero la perfección no es mí papel en la familia, ese es el papel de Reggie -. Regulus bufó escupiendo jugo, se limpió y fingió que no pasó nada, siguió comiendo

-Claro que no, yo estudio -. Se excusó levantando su copa de oro como si fuera un arma, Severus lo miró de reojo y su mejilla tembló, se acomodó el cabello hacia atrás pues empezaba a cubrir su visión.

-¿Me los puedes pasar, por favor? -. Volviendo al tema rápidamente, juntó sus manos y miró con ojos de cachorro al mayor

-Puedo ayudarte a hacerlos -. Ella bufó resignada y mordió un tomate agresivamente

-Gracias...

A sus espaldas se acercó Lucius, los saludó a los tres y se sentó junto a Gwyllion

-Al, adivina quien nuevamente intentó escabullirse en las mazmorras mientras dormías -. Rodó los ojos y dejó caer la cabeza en la mesa, después se quejó por el golpe