The heart knows, the mind don't

4 | Error=Experiencia

No podía estar bien

Nada podía estar bien.

Nada estaba bien.

—¡Potter!

Nada podía estar bien si Gwyllion Black lo fulminaba con la mirada y lo llamaba por su apellido, y no de esa forma amigable en que solía hacer, nada podía estar bien si Lily, su preciosa Lily, después de una perfecta cita, siquiera le dirigía la mirada, la había cagado y lo sabía, lo sabía pero no lo admitiría.

Uno, dos, tres.

Y ahí estaba ella, hermosa como siempre, pero enfurecida, lista para gruñir y morder si era necesario, con su varita en mano con la que apuntó al pelinegro murmurando uno de los muchos hechizos ya conocidos por este, que se vió en la obligación de empuñar su varita y desviar el hechizo, otro brillo destelló desde la punta de la varita tan rápido como el otro había chocado con la pared, esta vez el mayor chocó espaldas con la pared detrás suyo y se quejó en silencio, recomponiendose instantáneamente.

—¿Qué mierda tienes en la cabeza, James Potter! —. Soltó ella, bajando su varita .— ¡Por una vez, por una vez creí que habrías madurado tan siquiera un poco! Pero no, llego al Gran Comedor ¿y qué es lo que veo? ¡A ti y mi estúpido, estúpido hermano usando a Severus cómo saco para practicar hechizos! ¿No te bastaba el levicorpus? ¡No, claro que no! Sus bromas ya eran demasiado a veces, ¿pero tenían que llegar tan lejos! ¡Severus lleva dos malditos días en la enfermería!

—Podríamos haberle hecho mucho más, está dramatizando —. Respuesta equivocada

—¿Tienes el mínimo sentido de lo que es correcto o incorrecto! ¡Él ni siquiera les estaba haciendo nada! —. Gwyllion gritaba, Gwyllion ardía en furia, Gwyllion ya no soportaba a esos dos

—Gwyn, tienes que entenderme, Severus Snape no es más que un imbécil amargo, aburrido y arrogante, siempre tiene esa cara de creerse mejor que el resto, ¡en especial en Pociones! si presumiera más el castillo tendría que crecer para que cupiera su ego, es un idiota, Slytherin, egocéntrico —. Contrario a lo esperado, la expresión rabiosa de Alyn se suavizó, alzó una ceja mirando despectivamente el par de ojos avellana

—¿Un Slytherin?

—Sí, se le nota en la cara, es egoísta, falso, seguro que el seguirá a quien-tú-sabes, si no es que ya lo sigue, las Artes Oscuras corren en la sangre de cualquier asqueroso narcisista de esa casa —. Se notaba, se notaba a leguas cuanto odiaba James Potter la casa Slytherin, y más aún cuánto odiaba a Severus Snape, pero cometió un error, cometió un error y siquiera lo notó, estaba fuera de sus cabales y así él no fuera así, se trataba de justificar ante su mejor amiga, porque tanto por ella como por su amada Lily cambiaría todos sus defectos, porque no quería perderla, pero ya la estaba perdiendo, y ni siquiera lo había notado, seguía hablando y hablando.

—Entonces todos los Slytherin son malos, todos seguirán a Voldemort, todos tienen malas intenciones, son estafadores y peligrosos —. Repetía amargamente, su ceja enarcada temblaba cada que hablaba, cada una de sus palabras cargaba con melancolía y una profunda decepción, James por fin se había dado cuenta de su error .— Incluso yo, ¿no? Incluso Reggie

Porque los Slytherin y los Gryffindor no podían ser amigos, porque para la mayoría esa era una regla no escrita, porque cuatro Gryffindor no podían hacer amistad con una Slytherin.

—No, Gwyllion yo-

Porque tampoco podían hacer amistad cuatro hombres y una mujer sin que ignorantes sin vida comenzaran a rumorear.

—Tú solo odias a Snape porque no soportas la idea de que tu querida Lily tenga un amigo al que soporte más que a ti y con el que tú no logras congeniar —. No es cierto .— no soportas la idea de que alguien un poco diferente a ti tenga más atención de la chica que amas de lo que tienes tú —. Detente .— tu no odias a Lucius Malfoy —. Es verdad .— no odias específicamente a Slytherin —. Lo detesto .— odias a Severus Snape, y crees que odias todo lo que tenga que ver con él  —. Mientes, odio su casa porque crió magos oscuros, pero tú no eres así .— Puedes irte a la mierda, Potter —. Espera, no te vayas .— Creí que cambiarías, pero... otra vez me equivoqué, al parecer —. No llores .— No vuelvas a dirigirme la palabra