14| El aburrido día a día

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Era una tranquila mañana de sábado, aún no había amanecido por completo pero algunos alumnos ya estaban despiertos, ya sea porque tenían mucha energía, apenas se iban a sus habitaciones a dormir, o tenían un horrible dolor muscular y dolor de cabeza, como le pasaba a tres jóvenes en una habitación de Gryffindor.

El gramófono había empezado a reproducir música gracias al acto malvado de un ser sin corazón y Sirius estaba muriendo.

—Mooonyy..... apagalo... —. Remus ni siquiera se molestó en responder pues estaba deseando su muerte rápida tanto como su compañero, el Black no se conformó con el gruñido proveniente del lobo y comenzó a mover sus piernas casi pataleando.

—Sirius... no estés jodiendo, por favor... —. Murmuró Remus y con un rápido movimiento tomó una de las cobijas que siempre usaba y envolvió al animago hasta que parecía un rollito dejando ver sólo su cabello y ojos.

—Cierren la boca... quiero dormir —. Seguido de esto murmuró un "shh", Sirius calló de vuelta a su hermana y luego se arrastró hacia Remus buscando su calor corporal, parecía un gusano arrastrándose, Remus lo envolvió con sus brazos.

Y nadie siguió discutiendo, no tenían idea quien había encendido el gramófono pero no les importaba, tal vez había sido alguno de ellos sin siquiera darse cuenta.

Cuando James llegó a la habitación 2 horas más tarde, con otra ropa y prácticamente como nuevo, no pudo evitar soltar una carcajada cuando los vio, Gwyllion tirada en el suelo con un montón de mantas en todos lados menos cubriéndola, en una posición muy extraña, pobre, le dolerá la espalda, pensó Potter, Sirius, en la cama de Remus, envuelto en un cobija siendo abrazado por el licántropo, ambos cubiertos por otra cobija. Y la habitación, hecha.un.desastre. A Remus le daría algo cuando la viera.

Y así fue.

Ya hacía una hora que había amanecido, Remus, después de tomar una poción, obligó a los hermanos Black a ordenar la habitación mientras James tomaba un poco de café.

—Tú, malnacido —. Ahora que habían terminado, Sirius parecía molesto con él, lo apuntaba con el dedo índice
.— ¿Dónde carajos estuviste? En algún momento de la fiesta despareciste y no te volvimos a ver... ¡Hasta ahora! ¡Habla ya!

No respondió, no dio explicaciones, se encogió de hombros con una sonrisa

—¡Habla, Cuernudo!

—Tienen que bajar, no querrán perderse el almuerzo —. Eso bastó para que ambos Black bajaran de inmediato luchando por quien sería el primero en llegar, James y Remus los siguieron detrás.

—¿Dónde estuviste, James? —. Preguntó Remus, suavemente, con esa voz calmada suya.

—Luego te cuento

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—¿Iremos a algún lado?

—Ni hablar, mi cabeza quiere estallar, dormire hasta que llegue el próximo sábado

—Aún sin las secuelas de ayer dormirias hasta el próximo sábado

—¿Qué tú no deberías estar a dos mesas? —. La empujó con el hombro, ella, totalmente calmada, bebió de su té de limón, y después cortó un trozo de su rebanada de tarta de melaza

—James, si sales, ¿me harías el favor de traerme la caja de chocolates qué vimos la vez pasada?

—Claro, Remus —. Se levantó de su sitio .— Por ahora iré a la biblioteca, Lucius me prometió que me pasaría los apuntes de Pociones

Y se fue sin más.

—Ya volvió a su amistad con esa rubiecita —. Murmuró Sirius frunciendo el ceño y haciendo pucheros con los brazos cruzados.

—Él es feliz, dejalo estar —. Le reprendió Remus, tomó también una rebanada de tarta y se sirvió leche.

—Bueno, yo también debo irme —. Dijo Gwyllion y sin dar explicaciones se levantó de aquella mesa y salió por las enormes puertas de el comedor.

Un silencio sepulcral se instaló entre el lobo y el perro. Se sentían tímidos con la sola presencia de el otro, sin nadie más con ellos.

—Entonces... ¿ya hiciste el trabajo de Pociones?

—¿Me veo como alguien que haya hecho su tarea? —. Sirius ni siquiera le miraba

No puede ser que nuestro primer beso haya sido así, pensaba Sirius

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—¡Arriba, arriba, arriba! ¡Ya es hora de levantarse!

—No quiero salir de mi cama —. Murmuró con las mantas hasta la cabeza .— Fuera de ella el mundo es un lugar horrible...

—Reggie, no seas dramático, tienes que comer algo —. Dijo Severus con una bandeja, el chico sacó su mano de la cápsula de cobijas que lo cubrían
.— Sal, o no te daré nada

—El mundo es hermoso, Reg —. Había salido de su espacio seguro, tenía los ojos entrecerrados y el cabello hecho un nido de pájaros, miró a su melliza como diciendo "eres estúpida", su hermoso Severus le tendió la bandeja que tenía galletas con chispas de chocolate, panqueques y golosinas, y un vaso de leche a un lado.

—Ahora lo veo

Su hermana y amigo sólo lo observaban, hasta que ella suspiró y se levantó de la cama para husmear en la habitación.

—Nunca puedes estar quieta, ¿no es así? —. Comentó con sorna Severus, se sentó en la cama junto al menor cruzando los tobillos y los brazos detrás de su cabeza.

—¿Ustedes irán a Hogsmade? —. Evitó responder a Severus, pues era más una afirmación que una pregunta, Severus negó inmediatamente, Regulus seguía concentrado en comer.

—Eso nunca termina bien, prefiero quedarme aquí, el profesor Slughorn prometió prestarme el laboratorio unas horas, ¿Reg? —. Con una sonrisa, estiró el brazo hasta rodear los hombros del chico que se sobresaltó al contacto

—Oh, sí, sí, yo no planeaba ir

—Wow —. Gwyllion se había quedado quieta en el centro de la habitación
.— No es habitual ver a Sev sonreír... es aterrador

—Oh, silencio —. Regulus dejó caer la cabeza en el hombro de su amigo

Ella se encogió de hombros, se tiró a la cama más cercana con los brazos cruzados, Regulus y Severus mantenían su propia conversación con ella durmiendo en la cama ajena.

The heart knows, the mind don'tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora