The heart knows, the mind don't

Lily

Una primavera hermosa, deslumbrante, con su cabello rojizo, su hipnótica mirada verdosa y su pálida piel bellamente suave, delgada y de una estatura promedio, siempre con una postura recta, una sonrisa y una mirada tranquila.

A menos que los cuatro gamberros de la escuela se le planten en la cara, específicamente si se trata de James Potter. Con ese chucho Sirius Black y el demonio que crió, Gwyllion Black, y claro, la sombra de Potter, Peter Pettigrew.

Así como Lily Evans puede sonreirte y saludar cortésmente si te la topas, también puede hechizarte y colgarte del candelabro si la provocas.

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Esa noche que marcó una etapa de su vida realmente era algo confuso en sus recuerdos.

No sabía como sentirse, ¿y cómo iba a saberlo? si su amigo, casi novio, sin ser novio pues no eran oficiales, se había acostado con su supuesto "enemigo" días antes de esa noche y ella lo había descubierto en plena fiesta.

Cómo saber como sentirse si el mismo James Potter le había dicho que se sentía confundido respecto a sus sentimientos y ella sentía que no tenía derecho a sentirse mal por ello, ya había sucedido, ¿por qué creía que no pasaría de nuevo?, de hecho, ¿por qué creyó que algo cambió desde entonces?

Al fin y al cabo él era una persona como cualquier otra y tenía derecho a equivocarse, a estar confundido, así como ella tenía derecho a una noche de diversión, de soltarse, de peleas, dramas y alcohol, de baile, retos, y probarse a sí misma.

Nunca se había dado la oportunidad de conocer a profundidad a Gwyllion Black, pero esa noche cambió muchas cosas, se desahogó con ella, rieron, bailaron, bebieron hasta el amanecer, y algo más.

Aunque por la mañana tenía ese sentimiento amargo, esa sensación confusa y esas terribles ganas de romper su fachada de prefecta de una vez por todas. Tenía ese sentimiento, ese extraño sentimiento, que tardó en comprender que era decepción.

Decepción de si misma y todo lo que la rodeaba.

Nada era como ella había creído que era.