8 | El dulce sabor de la mentira

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La verdad es que no se arrepiente.

Siente que uno de sus deseos imposibles se ha logrado cumplir pero este vino acompañado de una mala consecuencia, toda su vida ha sido así, hace algo que quiere, sufre las consecuencias, se arrepiente, y no lo hace más, no desobedece más, no escucha más los deseos del corazón.

Ahora es lo mismo

Hizo lo que quiso, y ahora está sufriendo las consecuencias.

Probablemente después esté lamentándolo en la intimidad de su habitación pero por ahora tenía que resistir

O eso pensaba, pero la reacción que obtuvo fue completamente inesperada

Aún así no pudo evitarlo, no pudo dejar de escuchar la voz de su madre diciendo "toda mal acción tiene que ser castigada", había roto dos reglas al mismo tiempo, aunque ambas de distinto origen

1. Había besado a un hombre

2. Había besado a su mejor amigo

En el mundo, besar a tu mejor amigo o amiga solamente puede tener dos finales, el bueno y el malo, y por lo general es el malo. Eso se castigaba con un dolor emocional, al ser rechazado y ser alejado de la vida de una persona a quien realmente consideradas importante.

En su casa, en la honorable casa Black, cometer algo tan repugnante como besar o tener el mínimo acercamiento romántico con alguien de tu mismo sexo se castigaba con sangre, un dolor físico y emocional, empiezan por las amenazas, los degrades, y después por el maltrato, solo basta que hagan un movimiento para sufrir el castigo de el dolor ardiente, insoportable, en tu propia carne, como si desgarraran tu piel de adentro hacia afuera lentamente.

Pero, no se enterarían, ¿no?

No había manera

Una Ravenclaw, cabello rubio ondulado y ojos verdes, entró, con un enorme libro entre sus brazos, Regulus y Severus se separan, uno dándole la espalda a ambos, queriendo ocultarse del mundo entero, otro, continuando con la preparación de su poción

—Oh, lo siento si interrumpi algo, el profesor Slughorn me pidió que dejara esto aquí —. Deja el libro en un estante en el otro extremo del salón y sale del aula, dejando el aroma de su perfume aún en el aire

Después de que la chica haya dejado el salón, hay un silencio sepulcral en el que los dos Slytherin evaden sus miradas, se mantienen a una distancia segura.

Severus es el primero en hablar

—Regulus

Este no responde, acaricia el borde de la mesa y juega con los pliegues de su túnica, mueve los utensilios, remueve las semillas sobre la misma zona en la que estaban.

Nuevamente lo llama, y el Black suspira y le devuelve la mirada, respira profundamente jugando con sus propias manos.

—Reg, tú... sientes algo, por mí?

Traga saliva, le cuesta, baja la mirada y tras un largo minuto de silencio, responde.

—No, fue sólo un impulso —. Severus sabe que es mentira, pero no dice nada, lo conoce perfectamente, y aunque siente su corazón retorcerse con la pregunta, la pequeña posibilidad, ¿y si es verdad?, Regulus se siente mal, se siente culpable, siente como si hubiera cometido un crimen, quiere decirle que no, que mintió, que sí siente algo, que quiere ser algo más que ese amigo al que acudió cuando Lily le dejó en claro sus sentimientos y se sentía destrozado.

Pero escucha la voz de su madre

Ve la pequeña sonrisa desquiciada de su padre

—Lo siento, me equivoqué —. Se da la vuelta y sale prácticamente corriendo del salón, siente que se asfixia, siente una presión en su pecho y su garganta se cierra, sus ojos pican y su vista se nubla, está tan perdido en su propia agonía que no escucha a Severus, llamándolo, casi rogándole que vuelva.

The heart knows, the mind don'tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora