23 | Navidad en el aire

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Fin de curso significaba dos cosas.

Fiestas y reuniones familiares.

Uno de esos dos, los Black lo detestaban, el otro, Sirius lo amaba, Gwyllion en ocasiones, y Regulus no era gran fan de aquello, pero los anteriores mencionados lo obligaban a asistir.

Los alumnos de primer a tercer año no solían ser los revoltosos que iniciaban fiestas, rompían ventanas, incendiaban torres, inundaban la cocina de crema batida y ponían objetos puntiagudos en los asientos de los Slytherin, esos eran más que nada los de cuarto a séptimo año, pero cuando se trata de los merodeadores, no importa en que año estuvieran, siempre estaban involucrados en la organización de algún desastre.

—La última vez que hicimos una "pequeña reunión" en la torre, inundamos la sala común —. Remus, la voz de la razón, como siempre, pero en esta ocasión no es el único

—Si planean invitar a absolutamente todos en esta escuela, una sala común no será suficiente, tienen ideas descabelladas —. Regulus estaba sentado en una esquina, en el único pedazo de muro entre dos enormes ventanas, con las piernas cruzadas y las manos en las rodillas, Remus asintió de acuerdo con el chico, los otros cuatro hacían pucheros en silencio, bueno, tres, a Peter no le importaba todo eso

—Tengo una idea —. Lupin temió en cuanto reconoció el brillo en la mirada de Sirius, chocó mirada con James, que lentamente esbozó una sonrisa

—Sea lo que sea que estén pensando, no

—Estoy de acuerdo con Lupin, seguramente es una mala idea —. Dijo Regulus, quitándose los rizos que se le cruzaban en el campo de visión

—En lugar de tirarse miradas de complicidad, hablen —. Dijo Gwyllion, recargada en una pared junto a Remus

—El gran comedor

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—Sinceramente, no quiero ir a casa para navidad

—No vayas, quédate aquí, yo siempre me quedo aquí —. Lucius hace una mueca y suspira, asiente en silencio, accediendo a permanecer en el castillo

—Habrá una reunión familiar el día anterior a navidad, Andy y yo hemos hablado sobre quedarnos aquí esta vez, tal vez recibamos una reprimenda pero nada más grave —. Habló Narcissa suavemente, mientras se peinaba el cabello frente al espejo que estaba junto a la puerta, no tenía una expresión especifica en el rostro mientras lo decía, estaba tranquila

—Así que, nos quedaremos los tres aquí esta navidad, perfecto —. Parecía como si lo dijera sarcásticamente, pero no era así, aunque Severus disfrutaba la soledad, también le gustaba de vez en cuando estar con sus amigos, y por una vez, estaría bien no escuchar sus dramas familiares apenas regresen de vacaciones

Regulus entró repentinamente tras haber empujado la puerta, y vuelto a cerrarla de un portazo, se detuvo frente a Severus, que estaba recostado en su cama, con una taza de té en sus manos, se tiró a la cama con los brazos abiertos, boca abajo, el resto lo miró un par de segundos y después volvieron a la conversación con el dueño de la cama en la que estaba el menor de los Black

—Entonces, Sev, deberás compartirnos tu rutina diaria de vacaciones, así no nos aburriremos

—No esperes demasiado, Cissy —. Se burló Lucius, ignorando la mirada de Snape

—En realidad, aunque me cueste admitirlo, Lucius tiene razón, no hago mucho —. Se inclinó para revisar que el menor tumbado junto a él siguiera respirando .— Bueno, no hago nada distinto a lo que hago normalmente

—En ese caso, tenemos que pensar en algo —. Narcissa seguía frente al espejo, ahora colocándose una diadema de color negro y ajustando el lazo, también negro, alrededor de su cuello, en cuanto todo estuvo en su lugar, finalmente se dió la vuelta para mirar a sus dos amigos .— ¿Y? Piensen en algo

—¿Por qué tenemos que ser nosotros los que..

—¡Suficiente! —. Exclamó Regulus aún en su posición, su voz siendo casi inaudible por tener el rostro contra el colchón, se levantó y gateó para estar a la altura de Severus y así sentarse a su lado .— Yo tengo un par de ideas, pero probablemente infrinjan las reglas

—Y nosotros siempre seguimos las reglas —. Murmuró Lucius con una sonrisa socarrona, lo único que ganó con eso fue un almohadazo directamente en la cara

—De acuerdo, entonces escuchen

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Algunos podrían decir que era incómodo, pero no, ellos eran felices en su lugar, uno junto al otro, leyendo, o bueno, uno leyendo, el otro fingiendo que lee, nadie decía nada, sólo se enfocaban en disfrutar de la compañía del otro.

Sirius estaba a punto de caer en un sueño profundo cuando escuchó un sollozo a su lado, enseguida se alarmó y se levantó para verificar que su compañero estaba bien, y así era.

—¿Moony? ¿Qué pasa?

—¿Qué no estás leyendo? E - Ellos se sacrificaron el uno por el otro, sin saberlo actuaron en vano, no salvaron a nadie... —. Suspiró aliviado, al menos era un alivio que la razón de su "llanto",—llamándolo así ya que no había lágrimas, sólo unos ojos llorosos— fuera por una situación ficticia y no porque se sintiera mal; no dijo nada, sólo sonrió y se volvió a recostar, acariciándole el rostro en un vago intento de consuelo.

—Al menos murieron con la idea de que el amor de su vida estaba a salvo... —. Murmuró, Remus alejó la vista del libro para mirarlo a él, lucía como sorprendido de sus palabras, y ahora no supo que decir, con ese par de ojos de miel mirándolo fijamente

Tragó saliva, creía que por lo menos habían pasado 2 minutos mirándolo tan fijamente, no decía nada, sólo lo miraba, fue entonces cuando notó como sonreía, y sintió el impulso de también sonreír, impulso que no resistió; después, se encontraron a sí mismos riendo, tan cerca que podían sentir el aliento del otro en su rostro.

—Nunca creí oírte decir algo tan cursi

—Podría decir muchas cosas más —. No había planeado el tono en el que salió, pero al parecer funcionó, porque Remus volvió a reír y subió una mano a su rostro, justamente a su mejilla, su pulgar, demasiado cerca de la comisura de sus labios.

—Oh no, no creo que eso sea bueno para nadie —. Su voz salía en murmullos, y sus ojos, bajo los colores del atardecer, lucían hermosos, al menos eso pensaba Sirius, quien no sé atrevió a decir nada más; Remus se permitió mover ligeramente su mano libre, a ciegas, confiando en su instinto, pronto rozó con la yema de sus dedos la mano de Sirius, que casi quita la mano, como mero instinto
.— ¿Te comió la lengua el gato, Black?

—Ojalá lo hiciera el lobo —. Susurró, por un instante creyó que no había sido escuchado, pero así fue, se sentía en un museo, mirando la más bella obra de arte jamás expuesta, él no hacía nada, sólo se dejaba hacer, algo impropio de él, habiendo notado eso, Remus decidió tomar la iniciativa y se deslizó en el pasto, ahora, sus narices rozaban, inconscientemente su pulgar navegó por terrenos peligrosos hasta los labios entreabiertos del pelinegro

No era un tonto juego, no había alcohol de por medio, no había nadie mirándolos, era el momento perfecto.

O habría, sido el momento perfecto.

The heart knows, the mind don'tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora